Por Rosario Ibarra
Impresionante la Marcha por la Paz realizada el pasado domingo 8 de mayo. Además de la gigantesca marcha que durante horas recorrió la Ciudad de México, simultáneamente se realizaron en otras ciudades del país y del mundo.
Expresa, refleja, un descontento social muy amplio y extendido con el clima de violencia que ha provocado la llamada guerra contra el narcotráfico declarada por Calderón desde diciembre del 2006. Por eso una respuesta tan amplia, desorganizada pero plural, ante un nuevo grito de “ya basta”, dicho por Javier Sicilia en la conocida forma coloquial que utilizó.
Ahora la dificultad enorme para una movilización, relativamente espontánea, de explosión de un descontento, pero que no responde a una organización previa es poder definir -y quién lo hace- cuál es el siguiente paso y cuáles son las demandas que unifican y representan a una movilización de por sí heterogénea y plural.
Ese domingo participé junto con mis compañeras madres de desaparecidos con un pronunciamiento que completaba la protesta de “no más violencia” con la exigencia contra la militarización que es la que permite y provoca la violación de derechos humanos, los asesinatos, los nuevos desaparecidos, los huérfanos y demás crímenes. Pero es también esa militarización –que se quiere justificar ahora en el terreno legislativo- la que sostiene la impunidad, especialmente con el fuero militar. El pronunciamiento contra la militarización también refiere al hecho de que esta situación tiene una responsabilidad política concreta en un gobierno sin legitimidad democrática.
Por eso no me extraña que en el Zócalo hubiera el grito masivo que decía “fuera Calderón”. De repente, equivocadamente el grito se transformó en que “muera Calderón” y correctamente Sicilia lo interrumpió para decir que no estamos para promover la violencia y no queremos más muertes. Una cosa es la muerte y otra la destitución de un funcionario. Obviamente que desde hace mucho García Luna debería haber sido destituido de la llamada Seguridad Nacional , pero en realidad la responsabilidad fundamental de lo que viene ocurriendo en este terreno desde el 2006 va más allá, como correctamente gritaban los marchistas en el Zócalo.
La dificultad para decidir qué demandas son las que le dan continuidad a esta movilización y cómo y dónde se decide, se reflejan, por ejemplo, en los 6 puntos del Zócalo. Dos casos doy como este ejemplo: se plantea ahí que se aprueben ya la Ley de Seguridad Nacional como fue votada en el Senado (y no con las reformas que se le pretenden agregar en la Cámara de Diputados), así como la Reforma Política que también allá se aprobó en primera instancia.
La reforma a la ley de seguridad nacional que pretenden introducirle en comisiones de la Cámara de Diputados son escandalosas porque apuntan, como ya se ha señalado, hacia un Estado policiaco-militar. Pero lo que se aprobó un año antes en el Senado no apunta tampoco a una defensa de los derechos humanos y por eso algunos Senadores, como Ricardo Monreal y yo, votamos en su momento en contra. Esa reforma mantiene, por ejemplo, el fuero de guerra y por tanto la impunidad que estamos combatiendo. Aunque seguramente a los mandos militares no les haya satisfecho esa reforma para darles garantías de que el uso policiaco de las fuerzas armadas tuviera una cobertura legal (como más descaradamente se pretende ahora en la Cámara de Diputados) de todas maneras apunta en la dirección de legalizar lo ilegal.
En cuanto a la reciente Reforma Política es curioso acompañar la movilización con gritos contra los políticos y los partidos políticos, sin hacer ninguna distinción, y al mismo tiempo reclamar la aprobación de esa supuesta Reforma Política que incluye, por primera vez después de casi 100 años, la posibilidad de reelección inmediata de legisladores y presidentes municipales, que apunta a una consolidación de una capa social de funcionarios permanentes. Pero dicen voces que ingenuamente pretenden representar a la heterogeneidad y falta de organización social, se incluye en esa reforma política el derecho a candidaturas ciudadanas. ¿Con qué recursos, de qué manera? ¿Creen que ese mecanismo asegure equidad en la competencia electoral o se trata de un mecanismo que permita básicamente la representación de los poderosos que tengan el dinero y recursos para competir como “ciudadanos”? Candidaturas “ciudadanas” del duopolio televisivo, por ejemplo?
No hay que olvidar que las dos iniciativas, la de seguridad nacional y la de reforma política, llegaron al Senado como propuestas de Felipe Calderón, aunque hayan sido reformadas. La gente gritaba en el Zócalo una cosa y ¿los 6 puntos deben incluir el apoyo y la exigencia de la aprobación inmediata de las iniciativas de Felipe Calderón?
He apoyado el proyecto de un punto de acuerdo que presentaría este miércoles el Senador Ricardo Monreal ante la Comisión Permanente para que se invite a dialogar ante el Congreso a Javier Sicilia y otros convocantes de la marcha. Espero que esto permita clarificar el sentido de las demandas que nos unieron a miles de personas en todo el país, el pasado domingo, denunciando los atropellos y violaciones a derechos humanos cometidos desde el poder, desde el asesinato del hijo de Sicilia y sus jóvenes amigos, hasta los desaparecidos que desde hace muchos años reclamamos las madres organizadas.
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