Altamirano fue un literato que se implicó también en la defensa de la patria cuando la invasión francesa tuvo lugar, arrojándose al combate
Regeneración, 13 de noviembre de 2019. En 1834 nace Ignacio Manuel Altamirano, distinguido periodista, educador, político, diplomático y novelista. Altamirano recordado como el padre de la Literatura nacional y maestro de la segunda generación de escritores románticos.
Cultivó la novela y la poesía, pero también el cuento, el relato, la crítica, la historia, el ensayo, la crónica, la biografía y los estudios bibliográficos.
Entre sus obras más importantes destacan Rimas (1871) Clemencia (1868), que es considerada como la primera novela romántica moderna; Julia (1870).
Las más conocidas son: La navidad en las montañas (1871) y El Zarco (1901, publicada póstumamente), entre otras.
Altamirano nació el 13 de noviembre de 1834, en Tixtla, distrito de Chilapa, en ese tiempo perteneciente al Estado de México, pues el de Guerrero aún no se erigía como tal.
Sus padres fueron don Francisco Altamirano y doña Gertrudis Basilio: “indígenas de pura sangre, oscuros y pobres, que llevaban postizo el apellido legado por un español”.
Esto según Luis González Obregón, discípulo, amigo y uno de los primeros biógrafos de Altamirano.
Luego de los sus primeros aprendizajes con Cayetano de Vega, ganó una beca para el Instituto Literario de Toluca donde se distinguió en el estudio.
Allí se encontró con Ignacio Ramírez, el Nigromante, abogado, periodista, miembro de la Academia de Letrán y diputado del Congreso Constituyente.
Altamirano llegó a ser encargado de la biblioteca del Instituto y fue aquí que confirmó el encuentro de la cultura universal con su ambición de saber.
Devoró tanto a clásicos como modernos, empapándose también en el pensamiento enciclopedista y en los tratados juristas liberales.
En 1863 se incorporó a la lucha derivada de la invasión francesa. El 12 de octubre de 1865 lo nombraron coronel por el presidente Benito Juárez.
Participó en el sitio de Querétaro, donde, cuentan, fue un verdadero héroe y tras derrotar a las imperiales fuerzas de Maximiliano de Hasburgo, tuvo un encuentro con él.
En 1867 se retiró para siempre de las armas: alguna vez declaró que le agradaba la carrera militar pero lo inspiraba más bien el ideal renacentista del “hombre de armas y letras”.
Una vez restaurada la República, declaró: “mi misión con la espada ha terminado” y se consagró enteramente a las letras.
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— Regeneración (@RegeneracionMx) November 13, 2019