Material cancerígeno en red de agua potable de la Cd. de México: El País

Todos los organismos internacionales de salud advierten de que no existe un uso seguro del asbesto, pero México es el principal importador en Latinoamérica.

Material cancerígeno en red de agua potable de la Cd. de México El País

Regeneración, 7 de marzo de 2016.- El agua potable en la Ciudad de México se distribuye a través de tuberías de asbesto, un material reconocido como cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los tubos son reemplazados por otros de polietileno cuando se rompen, pero la mayor parte de la red sigue siendo de asbesto, según ha confirmado el Gobierno de la ciudad. El daño más reconocido del asbesto a la población es el de los obreros que tienen contacto directo con el material, sin embargo, todos los organismos internacionales de salud advierten de que no existe un uso seguro. Aun así, México es el principal importador de asbesto en Latinoamérica.

“Todas las formas de asbesto son cancerígenas para el ser humano”, especifica la OMS en una nota de 2014 sobre las enfermedades relacionadas con este material de construcción. La agencia estadounidense para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades refiere que el agua potable puede contener asbesto de fuentes naturales o de cañerías. “Las fibras de asbesto no se evaporan al aire ni se disuelven en agua”, advierte, por lo que su inhalación o ingestión provoca que las partículas se alojen en los pulmones o el tubo digestivo, dañando sus células.

Los riesgos del asbesto –o amianto- son tan conocidos que más de 50 países han prohibido o limitado su uso, entre ellos la Unión Europea, Argentina y Honduras. México, lejos de limitarlo, se ha opuesto al convenio de Rotterdam, que obliga a los países exportadores a etiquetar este producto como cancerígeno, explica la profesora Guadalupe Aguilar, miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, quien dirigió al único grupo en el país que ha investigado los daños provocados por el asbesto. Esto se debe, agrega Aguilar, a que México es el principal importador de amianto en la región, principalmente desde Brasil y Canadá.

Ramón Aguirre Director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), reconoció que la mayor parte de la red de abastecimiento de agua potable es asbesto, y tiene un promedio de 60 años de antigüedad. Los tubos son reemplazados por otro material como polietileno, pero sólo cuando se presenta un fuga de agua o alguna falla que haga urgente el cambio.

Aguirre rechazó la posibilidad de que exista un riesgo de que la población desarrolle cáncer por consumir agua de esas tuberías, y según él, la razón por las que deben ser cambiadas de material, no es por riesgo de cáncer, sino su fragilidad.

El funcionario, admitió que se requieren al menos mil millones de pesos por año (unos 54 millones de dólares) para la sustitución de tuberías, adicionales a los 12.000 millones (652 millones de dólares) que actualmente asigna el congreso local al Sistema de Aguas.

 

«Todas las formas de asbesto son cancerígenas para el ser humano»: OMS

México no tiene estudios que relacionen directamente algún tipo de cáncer con el consumo de agua que fluye por tuberías de asbesto, pero la ingesta de sus residuos sí está asociada con cáncer de colon, señala el director del Instituto Nacional de Cancerología, Abelardo Meneses. Asimismo, la Sociedad Estadounidense para el Cáncer (American Cancer Society) refiere que las fibras de asbesto también pueden ser deglutidas, “lo cual puede que ocurra cuando las personas consumen alimentos o líquidos contaminados, tales como agua que fluye por tuberías de cemento de asbesto”.

Por ello, la OMS ha recomendado suspender todos los usos del asbesto, para eliminar las enfermedades que provoca no sólo en los trabajadores expuestos sino en todos los seres humanos. “Será preciso abandonar la utilización de todas sus variedades”, precisa la Organización.

Los expertos no se aventuran a decir que el consumo de agua que fluye por tubos de asbesto sea causa directa de cáncer, pero llaman a no esperar muertes cuando ya se sabe que el amianto es cancerígeno. “Bien haría el gobierno de la Ciudad de México en empezar un programa para cambiarlos. Con el antecedente que tenemos de la elevada toxicidad del asbesto, pensemos proactivamente y establezcamos la hipótesis de que, al menos, es tan potencialmente peligroso por la vía digestiva como por la inhalación”, concluye Enrique López, coordinador de la Maestría en Salud Ocupacional de Seguridad e Higiene del Instituto Politécnico Nacional, una de las más prestigiosas universidades públicas del país.