Es difícil abarcar las principales deficiencias de esta publicación en el breve espacio de un artículo como éste, pero podríamos señalar al menos las siguientes:
1. Ignornacia de la teoría de la evolución. Se comienza afirmando falsedades, tales como la de que, según Darwin, todos los seres vivos tenemos un origen común, e ilustrando esto con una imagen antropocéntrica, lineal y unidireccional de la evolución, contraria en todos sentidos a las concepciones darwinianas basadas en el principio de divergencia de caracteres y que defienden, como se ha probado, una dinámica arborescente, no lineal.
2. Se plantea la falsa disyuntiva de que en el mundo entero no existen más que dos formas de producción agrícola: la basada en agroquímicos tóxicos y la basada en transgénicos y que para evitar el uso masivo de los primeros es imprescindible recurrir a los segundos. Esto es falso. Para empezar, en la producción agrícola basada en transgénicos sí se usan agroquímicos, pero, además, es conocido que en todo el mundo existen numerosas formas de producción agrícola que no usan ni transgénicos ni agroquímicos. Durante decenas de miles de años los seres humanos desarrollaron la agricultura en ausencia de unos y otros y no hay razón para que no continúen haciéndolo. Sostener esa disyuntiva falsa es decir mentiras.
3. Las falacias lógicas que en el libro se usan lo atraviesan de principio a fin, la principal de ellas la del argumento ad verecundiam, que consiste en afirmar que la palabra de un experto tiene que ser tomada como verdad por el simple hecho de que lo dice un especialista; que no existe ningún derecho de réplica o de duda, que el valor de verdad de los enunciados de los expertos deviene de esa condición, no del argumento en sí ni de su contrastación con la realidad.
El libro del doctor Bolívar Zapata continuamente alude a este hecho: Los defensores de los alimentos transgénicos son grandes expertos, de fama mundial, integrantes de academias o asociaciones de las más prestigiadas del mundo, premios Nobel, premios nacionales, etcétera.
Nunca se exponen en sí los argumentos de por qué estas personas se posicionan en favor de los alimentos transgénicos, muy probablemente porque ellas mismas sólo usan su posición de poder para imponer opiniones.
4. El multicitado libro presenta una imagen cerrada y dogmatizada de la ciencia; elaborada sólo por expertos, en la que siempre éstos están de acuerdo en lo que dicen y que no permiten lugar para la duda ni la disidencia.
Así las cosas, los conceptos de inocuidad, evidencia, prueba y predecibilidad, en el debate sobre alimentos transgénicos, sólo pueden elaborarse e imponerse por quienes estén de acuerdo con la producción y comercialización de los mismos.
En el colmo de la prepotencia, en el libro se afirma que absolutamente todos los estudios que muestran la inocuidad de estos alimentos están correctamente elaborados y ni uno solo de los que han pretendido mostrar daños a la salud o al ambiente tienen el nivel científico para lograrlo, es decir son falsos. Todos, 100 por ciento de razón para Bolívar Zapata y colaboradores, 0 por ciento de razón para sus críticos.
Existen otros argumentos muy mal expuestos en este libro, como los referentes a la transferencia horizontal de genes o al caso Seralini y sus experimentos con ratas alimentadas con maíz transgénico.
Esperemos tratarlos en un próximo artículo, por el momento baste con señalar que una concepción tan estrecha y falsa de la ciencia, como la expuesta en el libro coordinado por el doctor Bolívar, hace imposible el diálogo con quienes la impugnamos.
*Investigador de la UNAM, miembro de la UCCS; artículo publicado en La Jornada