Una vez más demuestra el poder que tiene Microsoft sobre los gobiernos de todo el mundo.
El nuevo proyecto de ley chileno contempla “exenciones tributarias para las empresas que contraten o suscriban servicios tecnológicos a través de Internet”
22 de agosto, 2014.-La historia comienza hace unos meses, cuando Vlado Mirosevic, diputado por el Partido Liberal, impulsabareformas para adoptar software libre en las administraciones públicas que supondrían para el país un considerable ahorro en el coste de licencias además de independencia tecnológica. Solo dos días tardó Microsoft en reaccionar y mandar a uno de sus directivos al Congreso para defender la posición de la empresa, acompañado por dos representantes de asociaciones de desarrolladores de software.
Unas semanas después Mirosevic presentó el proyecto de ley, que fue discutido y finalmente aprobado por una importante mayoría: 64 votos a favor, 12 abstenciones y un único voto en contra, el del parlamentario Daniel Farcas del Partido por la Democracia y encargado de darle la vuelta a todo en menos de 24 horas.
Al día siguiente Mirosevic se encontró con una nueva iniciativa firmada por Farcas que invalidaba la suya por completo, que citaba el estudio presentado unas fechas atrás por Microsoft como base de su argumentación y que, con más estrecho margen y con los votos de algunos parlamentarios que en la jornada anterior habían votado lo contrario. era aprobada.
“Microsoft nos violó“, dijo Vlado Mirosevic en una entrevista para la revista Sábado, añadiendo que la violación “ha terminado en embarazo”, ya que el nuevo proyecto de ley contempla “exenciones tributarias para las empresas que contraten o suscriban servicios tecnológicos a través de Internet”. “Es un beneficio tributario a las empresas para que usen software patentado. Fomenta comprarlo y el Estado, en vez de ahorrar, termina subvencionándolo”, continúa.
“Lo que queríamos era un proyecto que ahorraba millones de pesos al Estado. Pero como a una empresa en particular no le convenía, utilizó el lobby para poder echarlo abajo”, concluye Mirosevic, que todavía no se ha dado por vencido.