Hoy MORENA “representa más que los partidos de izquierda”

Se equivocaron quienes pensaron que nuestro movimiento no tendría futuro: AMLO.


En entrevista con La Jornada, Andrés Manuel López Obrador asegura que MORENA "será la organización de izquierda más importante de la historia".
"Dentro del PRD las bases están con nosotros; sus dirigentes tienen el cascarón”, pero nuestro enemigo es la mafia del poder. 


ROSA ELVIRA VARGAS (La Jornada)

Fortín de las Flores, Ver. La idea de crear un movimiento nacional ciudadano al margen de los partidos que impulsaron su candidatura a la Presidencia en 2006 surgió en Andrés Manuel López Obrador durante el plantón de Reforma. “Pensé que los dirigentes (del PRD, sobre todo) no iban a aguantar ni a resistir las presiones del gobierno y que nos traicionarían. Por eso rechacé ser coordinador del Frente Amplio Progresista y en buena medida por eso acepté la ‘presidencia legítima’. Sabía que nos darían la espalda, como sucedió.”


Convencido de tal razonamiento, hoy encara a sus compañeros en ese viaje político: “se equivocaron al pensar que lo nuestro no tendría futuro, que no aguantaríamos la andanada del régimen y que les convenía más deslindarse de nosotros, como lo hicieron y lo siguen haciendo. Se equivocaron porque hoy Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) representa más que esos partidos de izquierda”.


Afirma tajante: “dentro del PRD, las bases están con nosotros. Sus dirigentes tienen los aparatos, el cascarón, pero Morena tiene vida propia”.


Se trata de un esfuerzo que, dice, “ha costado mucho”, y en pos del cual prácticamente no se ha detenido un solo día en estos cinco años.


Ha recorrido el país completo varias veces e invirtió dos años en visitar los 2 mil 38 municipios de elección directa y los 418 oaxaqueños regidos por usos y costumbres, y en más de una ocasión ha encabezado mítines en las plazas públicas de casi todas las ciudades y pueblos de la geografía nacional.


Para esa labor política virtualmente no dispone de recursos económicos y a lo sumo recibe aportaciones de diputados del Partido del Trabajo, de Convergencia y acaso de algunos del PRD. Salva por avión sólo las grandes distancias entre el Distrito Federal y los estados lejanos señalados en su agenda, pero sobre todo se mueve por carretera.


Viaja para promover la conformación del Morena y no disimula su optimismo por esta organización. Será, asegura, la “más importante en la historia de México, como no la ha tenido jamás ningún partido de izquierda” en este país.


Su propósito, remacha, es construir un movimiento “para transformar al país, para derrotar a la oligarquía en buena lid, de manera pacífica, establecer una verdadera democracia y enfrentar los grandes problemas nacionales. Prácticamente ya lo tenemos, ¡por eso no dejan de atacarme los voceros de la mafia del poder!”


López Obrador habla con La Jornada en el bello Fortín de las Flores –conurbado a Córdoba– y detalla su proyecto político, habla de la tragedia nacional derivada de la violencia, evalúa su gestión al frente del Gobierno del Distrito Federal e incluso ofrece algunos datos sobre su ámbito privado.


Así, de las expresiones referidas a su labor en la ciudad de México sobresale el porqué se decidió no cobrar por el uso del segundo piso del Periférico: “la gente ya paga impuestos”.


Asimismo, y apenas en un paréntesis suelta algunas frases sobre sí mismo, pues “un político no debe mezclar sus asuntos personales y públicos, más aun cuando se está tan expuesto”.


López Obrador insiste en su determinación de no pelear ni responder a los líderes del PRD o a los políticos “robaleros”, expresión con la que alude a quienes, como el robalo –dice–, se mueven en dos aguas. “Si peleo con ellos, le hago un favor a la mafia del poder. No contesto porque estoy trabajando en la construcción del movimiento, tengo esa responsabilidad.”


Tampoco quiere confrontar al cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñíguez, de quien ahora se sabe, gracias a los cables difundidos por Wikileaks (en La Jornada), que solicitó en 2006 la intervención del gobierno de Estados Unidos en su contra, ni refutar al escritor Carlos Fuentes, quien hace unos días marcó su preferencia por la eventual candidatura presidencial de Marcelo Ebrard.


“¿Qué debo decir más allá de respetar su opinión? Mi situación es muy difícil, porque cualquier cosa que yo diga ayuda a ciertos medios de comunicación a desacreditarnos.”


No parece tratarse de un gesto de desinterés o ingenuidad, pues de inmediato acota: “Tengo la vista puesta en los 30 –para él, quienes conforman la oligarquía nacional–, pero con el rabo del ojo estoy viendo a los otros. Veo a aquellos sin dejar de fildear, como se dice en el beisbol”.


Y es precisamente en los jardines donde ubica las repercusiones del acto realizado el pasado 31 de julio por la corriente perredista Nueva Izquierda (los chuchos) para apoyar las aspiraciones de Ebrard Casaubón:


“Es la más reciente manipulación de la clase dominante contra nosotros. Han empezado a decir que no respetaré el resultado del sondeo. Para empezar, en ninguna encuesta aparezco abajo en la pregunta de quién debe ser el candidato de las fueraza progresistas. Insisto: respetaré el acuerdo y será candidato el mejor ubicado. Pero el tema no es ése, sino que la mafia del poder y sus secuaces no quieren ver mi nombre en las boletas del 2012.”


Por lo demás, apunta, “Marcelo está en todo su derecho; es un buen amigo mío y lo considero un buen gobernante”.


–Mucha gente se desespera. No ve evolución en su discurso, en sus propuestas…


–Lo primero es que no se acepta mi punto de vista y no se internaliza porque choca con esquemas mentales prestablecidos. A lo sumo, los más benévolos lo ven superficial, lo batean, como se dice en el argot. Y a los de mentalidad reaccionaria, les molesta.

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“Se olvida que a diferencia de un escritor o de un intelectual, un político tiene que repetir su discurso porque su objetivo es penetrar, formar, y más aún en las circunstancias actuales, donde no se garantiza el derecho a la información ni hay posibilidades de transmitir un pensamiento distinto porque los medios de comunicación están controlados por la clase dominante”.


En este punto, López Obrador se solaza sobre las diversas denominaciones que podría dar a los poderosos. “Me gusta más llamarles mafia, porque generalmente el término se usa con las bandas del crimen, del robo, pero no cuando es para hablar de los delincuentes de cuello blanco. ¡Y son iguales!


“Con mafia del poder caracterizo a un grupo que se ha apropiado de todo, que ha convertido lo ilegal en legal, ha llevado al país a la ruina, es responsable de la tragedia nacional, y ni siquiera por eso sus integrantes pierden respetabilidad.”


La ausencia de espacios para difundir su movimiento en los medios masivos de información y los denuestos que éstos le dirigen constantemente son temas recurrentes en la entrevista.


–Decía Carlos Monsiváis que desde Francisco I. Madero nadie como usted había sido agredido con tanta saña en México.


–Posiblemente soy en este país el político más atacado. Está mal que hable de eso, pero no soy como me pintan, han creado un estereotipo.

–¿Ha permeado eso en la gente?


–¡Claro! Ellos tienen los medios de comunicación y pueden crear una imagen en función de los intereses que representan. Es impresionante cómo han manipulado mi manera de ser y mis actos.


“Pese a esta campaña, no han podido destruirme. Pero hay gente susceptible de manipulación, y aquí no me refiero a la gente humilde, sino a muchos incluso con posgrados, a los adictos, por ejemplo, a los noticiarios de Televisa. Ellos están más dispuestos a ser manejados que un campesino o un obrero aficionado a estaciones de radio como La Z o la Ke Buena.”


Para ubicar cómo se tergiversan sus acciones e iniciativas políticas, López Obrador habla de lo ocurrido en Iztapalapa en 2009, con Rafael Acosta, Juanito. “Se insiste en que lo impuse, cuando lo verdaderamente importante es cómo, en 15 días, la gente votó por él para lograr por esa vía la llegada de Clara Brugada, a quien realmente querían como jefa delegacional.


“Entonces Televisa agarra el tema, me tilda de autoritario y da la vuelta al asunto verdadero: que la gente fue capaz de derrotar la imposición del tribunal electoral…”


–¿Eso ocurrió también durante el plantón de Reforma? ¿Ubica a los críticos de entonces como quienes hoy aplauden a los indignados en España?


–¡Sí, son los mismos! Porque son muy falsos y manejan un doble discurso: aparentan ser demócratas sólo en tanto no se afecten sus intereses, su forma de pensar. Me acusan de intolerante, pero ellos lo son más. Durante el plantón llegaron a acusarnos de antidemocráticos, cuando ¡nos habían robado la Presidencia! Si no hubiésemos actuado como lo hicimos, se habría generado violencia.


–Sectores de izquierda todavía le reprochan no haber ido más allá.


–Hubo quienes pedían apretar más, casi tomar las armas, y otros, que claudicáramos. Hoy se dice: “si López Obrador hubiese aceptado su derrota, estaría en los cuernos de la luna”. Pero actué como lo consideré más adecuado.


“Pero me siento satisfecho. La violencia no hubiera resuelto el problema. Ahí está el ejemplo de Egipto: 800 muertos, y el resultado es una junta militar en el gobierno y una revolución traicionada.


“No busco eso, sino una transformación auténtica. No se trata de quitar a uno para poner a otro igual o peor. Y sí, los efectos del fraude nos dañaron mucho en lo político.”
–¿Qué país, qué sociedad quedó después de 2006?


–El fraude precipitó la crisis. Sin esa imposición, nosotros hubiéramos realizado los cambios necesarios, pero al contrario, con Felipe Calderón se mantuvo el mismo régimen, la política de saqueo y de corrupción.


“Por si fuera poco, hoy quieren (los autores del fraude) mantener el actual estado de cosas y no están dispuestos a cambiar. Actuaron de manera perversa porque no les importó y sigue sin importarles el país.


“Buscan imponer a Enrique Peña Nieto; ya echaron a andar la operación de recambio. Como ya no les funciona el PAN ni les sirve Felipe Calderón, apuestan por el regreso del PRI, pero siempre con la idea de mantener el mismo régimen.”


–Se le critica también no enfatizar en el tema de la violencia.


–Sí lo hago, pero no lo consideran. Insisten en el uso sólo de medidas coercitivas, y yo estoy en contra de eso.


“Mi planteamiento consiste en cambiar un modelo económico con crecimiento, empleo y atención a los jóvenes. Pero eso lo ven como algo colateral. Si me conceden algo de razón, dicen: ‘sí, sí, pero eso es a mediano plazo’. Al contrario, si se va en busca de los jóvenes y se acude a sus casas para anotarlos e incorporarlos al estudio y al trabajo, el resultado se verá de inmediato. Ellos son tentados a diario para asumir conductas antisociales. Nunca hay vacíos, siempre se llenan, y si el Estado no los rescata, optarán por el camino de la ilegalidad.


“El complemento a mi propuesta es impedir la corrupción y nombrar en las instituciones de seguridad a gente honesta, que no es el caso –yo no tendría en la Secretaría de Seguridad Pública a un Genaro García Luna–, y desde luego profesionalizar a la policía, pagarle bien.”

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–Hace poco se recordaba que usted también propuso llevar al Ejército a las calles…


–Sí, pero mi idea de su participación en el combate al crimen organizado tenía una diferencia central: reformar la Constitución primero y tras una consulta nacional. Hoy, su actuación es totalmente ilegal.


–¿Qué solución propone?


–Para mí, 75 por ciento de ésta consiste en crear una atmósfera de progreso y bienestar, pues la paz y la tranquilidad son frutos de la equidad y la justicia. El resto se relaciona con el aparato judicial, con la coordinación y la perseverancia.


“Cuando fui jefe de Gobierno en el Distrito Federal, diariamente acordábamos, muy temprano, con el gabinete de seguridad. Veíamos lo sucedido en las 24 horas recientes y tomábamos medidas. Se crearon 70 coordinaciones para reproducir ese sistema a nivel territorial: se reunían todos los días el Ministerio Público, el jefe de la policía preventiva del sector y de las otras corporaciones, un enviado de la Secretaría de Gobierno, y estaban también las 70 mujeres designadas por el jefe de Gobierno para representarlo ahí.


“Y dio resultado. Disminuimos los índices delictivos. En homicidios, el promedio era de dos diarios, y no puede haber cifra negra porque están las actas ministeriales. No había ajusticiamientos ni prácticamente asesinatos del crimen organizado aquí.”


–¿Comparte la censura al gobierno federal por su estrategia ante este problema?


–Felipe Calderón lo ha hecho muy mal: no ha atendido las causas, y al encarar sólo los efectos del fenómeno actúa con la ineptitud e irresponsabilidad muy propias de la derecha. Hay una contradicción en ellos, pues aseguran ser cristianos, pero olvidan el amor a sus semejantes.


“¿Calderón no advirtió el daño que causaría? ¿Cómo se lanzó a algo tan grave sin información, sin conocimiento de causa? ¿No sabía, o estamos ante una situación de irresponsabilidad extrema, que la delincuencia ya había penetrado a las policías municipales, estatales y federales? ¿No tenía un diagnóstico del tamaño del problema? ¿Ni siquiera sabía lo que iba a enfrentar?”


López Obrador regresa al Morena, la tarea que hoy ocupa todo su tiempo e interés. “Este movimiento no es únicamente para aspirar a los cargos públicos, no se agota en un proceso electoral, porque su objetivo es la transformación tajante de la vida pública, en la idea de que sólo ha habido tres en el país: la Independencia, la Reforma y la Revolución. Y nosotros queremos hacer la cuarta.”


Con esa idea, trabaja para fundar comités en las 65 mil secciones electorales y afiliar a 4 millones de quienes llama “protagonistas del cambio verdadero”.


El próximo 2 de octubre el Morena se constituirá en asociación civil. “Se construye con el esfuerzo de los ciudadanos progresistas. Hay ya dos millones de afiliados y será la organización social más importante de la historia nacional. Otras en el pasado han contribuido a transformar al país, pero, sin pretender compararnos, ésta se construye desde abajo.” Ya operan comités en todos los municipios, y se han establecido 34 mil representaciones seccionales.


–Con todo, el Morena no se ve, no aparece en los espacios informativos…


–En efecto, en los sectores medios se desconoce lo que hacemos, porque los grandes medios electrónicos no nos escuchan. Ahí es donde más se nos ataca y esto hace mella en mucha gente.


“A mí me pasa. Tengo que estar animando hasta a mis más cercanos, porque los confunden, los aturden, los desaniman.”


Insiste en que sí hay salidas, en “que podemos sacar adelante al país y que todos debemos participar y contribuir a que haya un cambio.”


López Obrador no habla mucho de ello, pero uno de sus equipos, integrado por intelectuales, académicos, políticos en activo y otros ya retirados de la vida pública, analiza la realidad nacional e internacional y ha producido el primer proyecto alternativo de nación. Tiene además la asesoría de especialistas en materia económica y financiera, con quienes prepara sus propuestas en ese renglón.


Con eso, transmite su convicción: “hay muchos mexicanos buscando opciones, alternativas. Por lo tanto, no se den por vencidos ni se depriman, pues si no luchamos, nuestros hijos nos pedirán cuentas”.


Precisamente su insistencia en aplicar políticas específicas para quienes menos tienen se basa en las de corte social que impulsó cuando fue jefe de Gobierno de la capital del país.


–¿En ese periodo cómo se relacionó con la iniciativa privada?


–Nunca tuve problemas. No hay un solo empresario que pueda quejarse de maltrato, de falta de oportunidades o de que se le pidió dinero para construir o para invertir.
Al final de la conversación, López Obrador accede a hablar de sí mismo, sólo con respuestas cortas, puntuales: “un dirigente político verdadero debe tener una doctrina, una ideología, una filosofía. No creo que sea bueno ventilar la vida personal ni mezclarla con la actuación pública”.


Se autodefine como un “luchador social, partidario de la justicia”, y dice ser cristiano “por lo que tiene que ver con la vida de Jesús”, más allá de las denominaciones religiosas.


Tres grandes pasiones hay en la vida de Andrés Manuel López Obrador y las confiesa: amor a sus semejantes, amor a sus hijos y a su familia… y el beisbol.

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