El hecho de que morena ya cumplió con los requisitos para obtener el registro como partido político nacional, no gustó a quienes detentan el poder y son beneficiarios de sus privilegios. Por eso, una vez más, han buscado desinformar. Vale la pena contrarrestar la información, con información puntual.
1) Registrar un partido político no es cosa fácil. Conforme ha pasado el tiempo los requisitos son más rigurosos. Durante el sexenio de Felipe Calderón se limitó el registro de nuevos partidos a una vez cada seis años, de tal forma que el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales dice en el inciso 1 de su Artículo 28: “…la organización interesada notificará ese propósito al Instituto Federal Electoral en el mes de enero del año siguiente al de la elección presidencial.” Es evidente que Calderón con el apoyo de los partidos buscó “blindarse” ante la posibilidad que el gran movimiento social que ganó de forma legítima las elecciones de 2006 se convirtiera en partido y pudiera enfrentarlo también en el terreno electoral. Por ello, a esta limitante de tiempo agregó otras condicionantes como la celebración de al menos 20 asambleas estatales o 200 a nivel municipal con una participación mínima de de 3 mil o 300 ciudadanos con credencial de elector vigente, respectivamente. Antes, el número de asambleas estatales era de tan sólo 10 y aunque los asistentes no contaran con su credencial para votar eran tomados en cuenta como asambleístas válidos. Morena es la primera organización que logra cumplir esos requisitos. Ninguno de los partidos existentes en la actualidad logró su registro bajo un procedimiento tan riguroso como este. No obstante, las 20 asambleas estatales de Morena demuestran su implantación territorial, su arraigo y poder de convocatoria a nivel nacional.
2) Se ha dicho que la creación de nuevos partidos sólo representará un costo extra para la ciudadanía, ya que el presupuesto destinado a partidos políticos incrementará. Esa afirmación es falsa. La Constitución establece los mecanismos de financiamiento a partidos políticos. En el inciso a de la fracción II del Artículo 41 Constitucional se establece que el financiamiento a partidos: “…se fijará anualmente, multiplicando el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral por el sesenta y cinco por ciento del salario mínimo diario vigente para el Distrito Federal. El treinta por ciento de la cantidad que resulte de acuerdo a lo señalado anteriormente, se distribuirá entre los partidos políticos en forma igualitaria y el setenta por ciento restante de acuerdo con el porcentaje de votos que hubieren obtenido en la elección de diputados inmediata anterior.” De esto se infiere que el incremento del dinero público destinado a partidos depende del número de ciudadanos afiliados al padrón electoral, no al número de partidos registrado, por lo que la incursión de Morena no significa una sangría extra a las arcas públicas.
3) Dada la situación política nacional es perfectamente explicable el alejamiento y la desconfianza de la ciudadanía hacia los partidos políticos. Morena comparte la idea de que los recursos que reciben deben disminuir y dedicarse a programas gasto social y a la inversión productiva. La política no debe ser fuente de la fortuna económica de los políticos y los procesos electorales no tienen por qué convertirse en verdaderos festivales del derroche económico. Si de lo que se trata la política es de la exposición y el contraste de ideas, no hay ningún pretexto lógico para que los comicios sean protagonizados por la entrega de diversos souvenirs, materiales de construcción y dinero en efectivo o monederos electrónicos. Esa dinámica obliga a los candidatos a buscar fuentes alternativas de financiamiento que muchas veces no son las más adecuadas y que a la larga derivan en compromisos inconfesables a la hora de gobernar. Por eso se debe prohibir la entrega de objetos promocionales y dinero en efectivo que buscan hacer atractivos a partidos y candidatos por motivos distintos a sus plataformas políticas y planes de gobierno.
En la pasada elección presidencial, la compra del voto y la entrega descarada de todo tipo de artículos promocionales fue la protagonista. Las ideas, incluso para los medios de comunicación, pasaron a segundo plano. Hoy padecemos a un gobierno que aplica planes que no fueron debidamente registrados en su plataforma política. Peña Nieto nunca dijo que privatizaría el petróleo, ni que despojaría a los trabajadores de la educación de sus derechos. Sin embargo, pocos son los que reclaman este otro fraude porque el centro de la campaña de Peña fue el derroche de recursos, las portadas en revistas de farándula, las Ipads para los peñabots y las tarjetas Soriana, entre otras. Las ideas nunca figuraron. El registro de Morena significa una nueva oportunidad para la política y la posibilidad impulsar cambios orientados a la austeridad en el uso de los recursos públicos. Las ideas y no el dinero deben volver a ser el eje de la actividad política.
Publicado originalmente en lasillarota.com