Resultó ser Guiulchejrá Bobukolova, de 39 años, originaria de Samarkanda, Uzbekistán, en Asia central, y hasta donde se sabe no milita en ningún grupo islamita radical. Quería morir, abatida a tiros por la policía de Moscú, –según declaró– porque “su marido la engañó”.
Regeneración, 29 de febrero de 2016.- Una mujer a todas luces desquiciada, vestida toda de negro, protagonizó este lunes una imagen macabra al exhibir como trofeo, levantando su brazo derecho, la cabeza decapitada de una niña de cuatro años junto a la entrada de una estación del Metro de Moscú, mientras anunciaba a gritos el inminente fin del mundo y repetía que “¡Alá es grande!”, la consigna que utilizan los yihadistas.
“¡Odio la democracia!, ¡Soy una terrorista!, ¡Quiero que mueran, yo voy a morir, soy una suicida…!”, profería la mujer, que decía tener explosivos, hasta que acabó en el suelo, derribada por policías que la detuvieron.
Resultó ser Guiulchejrá Bobukolova, de 39 años, originaria de Samarkanda, Uzbekistán, en Asia central, y hasta donde se sabe no milita en ningún grupo islamita radical. Quería morir, abatida a tiros por la policía rusa, –según declaró– porque “su marido la engañó”.
Trabajaba de nana de la niña que asesinó, prendió fuego al departamento donde se encontraban y, con la cabeza cercenada de la pequeña en una bolsa, se dirigió a la estación de Metro más cercana en busca de su propia muerte, fingiendo ser una “atacante suicida”.
Al llegar a la entrada, cuando un policía le pidió identificarse, Bobukolova sacó de la bolsa la cabeza de la niña y amenazó con hacerse explotar. Comenzó así el tétrico espectáculo, que duró más o menos una hora.
La gente asustada empezó a correr para todos lados, mientras a unos kilómetros de ahí los bomberos, que acudieron para sofocar el incendio en el departamento donde vivía la víctima, encontraron el cuerpo decapitado de una niña.
Bobukolova, quien desde hace un par de años era la nana de la niña que acabó por matar, podría “estar drogada” al cometer el abominable crimen, de acuerdo con la policía, basándose en los testimonios de algunos testigos que señalaron el errático comportamiento de la mujer antes de exhibir el contenido de su bolsa.
“Debe ser obligatorio pedir un certificado de un siquiatra y un narcólogo para contratar a una nana, dado que le confían lo más valioso que tienen: la vida de su hijo”, escribió hoy en su cuenta de Twitter a modo de justificación el comisionado para los derechos de la infancia, Pavel Astajov.
Fuente , la jornada