De acuerdo con fuentes municipales y estatales de La Síntesis, la mayoría de los sicarios que son contratados para las ejecuciones, son menores.
Regeneración, 17 mayo del 2016.- Sergio Rosas González, quien fungió como juez calificador de la Secretaría de Seguridad Pública de Acapulco, fue asesinado la semana que pasó de tres balazos mientras comía en un restaurante del centro comercial Plaza Navegantes. El agresor es Juan Daniel Ojeda Coyotzin, de 19 años de edad, y quien ya ingresó al reclusorio de Las Cruces, para ser consignado a un juzgado penal.
En su declaración el detenido detalló que dos hombres pasaron por él en una camioneta, sus cómplices le proporcionaron una pistola 9 milímetros, se dirigió al restaurante, y cuando tuvo a la vista a su víctima, lo ejecutó, por el cual recibiría 3 mil pesos, mismos que no le fueron entregados.
De acuerdo con fuentes municipales y estatales de La Síntesis, la mayoría de los sicarios que son contratados para las ejecuciones, son menores.
Las edades oscilan entre los 14 y los 19 años de edad. Jóvenes que no tienen, la mayoría de las ocasiones oportunidades de trabajo ni otra forma de subsistir, por lo que son presa fácil de los grupos de la delincuencia organizada. Estos grupos los usan “como carne de cañón” para cometer sus crímenes.
De dos a seis personas son asesinadas cada día en Acapulco. Los responsables de esos crímenes, los jóvenes sicarios, portan armas cortas y se transportan en motocicletas y automóviles de bajo perfil.
En noviembre del año pasado, el Grupo de Coordinación Guerrero (GCG) detuvo a una banda dedicada a la extorsión de empresarios, así como sicarios encargados de ejecutar a personas de grupos rivales en la zona de Puerto Marqués y Llano Largo.
Los detenidos fueron jóvenes de 22 años, los primeros, y 19 el tercero, quienes pertenecen a un grupo criminal de Sinaloa; en 2011, dos jóvenes fueron hallados en posesión de dos cabezas humanas en Acapulco; entre ellos estaba una mujer de 19 años señalada como jefa de un grupo de homicidas.
Esto es lo que sucede a diario en una ciudad como Acapulco, en done la ausencia de la autoridad se hace cada vez más evidente, ni 11 operativos federales, ni la propuesta del alcalde Evodio Velázquez Aguirre, su “Escudo Acapulco”, parecen inhibir esta lacerante violencia que a los ciudadanos agobia y aterroriza.
El tema de fondo es la falta de inversión en la juventud. Aunque existe una Ley de la Juventud del Estado de Guerrero y la Secretaría de la Juventud estatal, cuya tarea es: “coordinar, diseñar, ejecutar y evaluar políticas públicas para impulsar, promover y facilitar el desarrollo integral de las capacidades de las y los jóvenes”, según la página web, no hace mucho para prevenir o detener esta situación.
El problema y fondo de la violencia se asoma en los datos. Si los quieren o no ver, es cuestión de voluntad en el presente y responsabilidad en el futuro