La violencia sexual es ejercida al interior de las familias, pero también usada como herramienta de control y miedo por grupos delincuenciales, especialmente pandillas de Guatemala, Honduras y El Salvador. A su paso por México, niñas y niños son abusados por coyotes, criminales y empleadores.
Regeneración, 28 de junio de 2017.- Niñas, niños y adolescentes centroamericanos son forzados a migrar ante la creciente violencia sexual en sus países, sin embargo, a su paso por México se encuentran con una realidad muy parecida y con un muro de indiferencia institucional que no escucha ni atiende sus necesidades.
El informe “Niñez Interrumpida: violencia sexual y por motivos de género contra niñez migrante y refugiada centroamericana”, elaborado por la organización estadunidense KIND y el Centro de Derechos Humanos Fray Matías revela que la violencia es ejercida al interior de las familias, pero también usada como herramienta de control y miedo por grupos delincuenciales, especialmente pandillas de Guatemala, Honduras y El Salvador, los principales países expulsores de migrantes en general y de menores en particular.
Cita el ejemplo de Benita, una adolescente guatemalteca e indígena, explotada laboralmente y quien escapó de su casa junto con sus hermanos y su mamá, pero no logró huir de la violencia sexual a la que intentó someterla su padre, pues fueron secuestrados por otros hombres.
A la joven de 15 años la trasladaron a Tapachula, Chiapas, donde sus captores la obligaron a prostituirse, del resto de su familia no hay información. Benita logró escapar y llegó a los Estados Unidos donde fue detenida por las autoridades y ahora espera se resuelva su solicitud de asilo.
Cifras de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación en México, revelan un crecimiento del 558% en el flujo de Niños, Niñas y Adolescentes presentados ante el Instituto Nacional de Migración (INM) al pasar de 6 mil 107 casos en 2012 a 40 mil 114 en 2016. El 96% provienen de esa región.
Daniel Lorente, integrante del Centro de Derechos Humanos Fray Matías, consideró que el Gobierno de México tiene la obligación de proteger a los menores de edad, pues ha promulgado varias leyes que refuerzan la protección de la niñez migrante, que no se están cumpliendo.
“A las y los menores de edad detenidos por el INM difícilmente se les escucha y se les ofrece la posibilidad de pedir asilo en el país”.
Asimismo, datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados (Comar), revelan un aumento en un 296 % el número de solicitudes de asilo entre 2013 y 2016, mientras que la tasa de aprobación pasó de 54.5 a 58.9%.
El informe cita a integrantes de la organización Immigrant Defenders Law Center de Los Ángeles, California, instancia que ha informado que, entre una cuarta parte y la mitad de las personas menores de edad, que han atendido en Estados Unidos, han sufrido violencia sexual durante su traslado, siendo México el lugar más riesgoso.
Incluso, se sabe que, a su paso por México, las mujeres toman anticonceptivos para evitar un embarazo pues saben que el riesgo de una agresión sexual es alto.
“Una de las formas más comunes de violencia sexual que sufren las mujeres y las niñas durante el tránsito son las relaciones sexuales coaccionadas para sobrevivir, forzadas o coaccionadas con traficantes, policías, agentes de migración u otros migrantes, a cambio de comida, refugio, protección o el derecho a continuar el camino”, dice el informe.
Otro ejemplo es el de Yolanda, forzada a trabajar desde los 10 años en una mina de oro en Guatemala, ahí fue víctima de abuso sexual por parte de los jefes. A los 13 años pasó a trabajar a una plantación donde también fue abusada, tras las constantes agresiones quedó embarazada y decidió huir a los Estados Unidos. Cuando llegó al Valle del Río Grande, “el coyote” le condicionó su cruce: tendría relaciones sexuales con él para pagar su traslado. El sujeto violó a Yolanda y a otra mujer que viajaba con ella.
Con información de Animal Político