¿No eres “rubio” o extranjero? Lo siento, no puedes entrar

El club nocturno Mono en la Colonia Juárez, da cátedras de discriminación y malinchismo, porque para ese lugar ser mexicano o moreno, es imperdonable.

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Fotografía tomada del Facebook de Mono.

Por: Turix.

Regeneración, 29 de octubre 2016.- El Club nocturno Mono, en La Colonia Juárez de la Ciudad de México, se ha distinguido los últimos años por traer a productores y DJ’s de relevancia nacional e internacional, pero también por dar cátedras de discriminación. Dress code: rubio o extranjero, en su defecto, amigo de rubios o extranjeros. No me mal entiendan, ser rubio o extranjero no tiene nada de malo, pero ser mexicano o moreno ¿sí?

Al llegar, te separan del lugar dos cadeneros, adultos maduros, simpatiquísimos, una escalera y después otro “cadenero”, este joven, con un radio, desde arriba instruye quién sí y quién no entra al lugar.

Primero no lo notas, estás esperando, emocionado, vas a ver a quien toca esa noche, pero después de 15 minutos comienzas a darte cuenta, hay un patrón, entran primero los extranjeros, ya entró un español, la colombiana guapísima y los alemanes, después, comienzan a entrar las personas “güeras” naturales, de cabellos de oro y ojos de mar, pero y ¿quiénes se quedan? Entonces lo notas, los morenitos, bueno, los mexicanos de tez morena y los mexicanos a los que no se les “nota” el dinero en la ropa, el habla, pero sobretodo en “la piel”, o al menos eso piensa el sujeto que decide.

Entonces recuerdas que, en México, aún existe esta enorme discriminación hacia los compatriotas, es común escuchar expresiones como “ese indio”, “pinche naco” y muchas otras, para denostar a quienes tienen rasgos más “indígenas o mestizos”, o menos “europeos”, como se quiera ver. Pero eso sí, todos nos unimos en un odio nacional a Donald Trump, por discriminarnos…. Así es México, ve el problema afuera, cuando está bien enraizado adentro.

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Conapred informó a principios del año que, durante el 2015, recibió mil 493 denuncias por actos de discriminación, de las cuales, 182 fueron por apariencia física. Por mi parte, le calculo muchos más, en casos como el de Mono, ¿qué te queda? No puedes obligar a un negocio a dejarte entrar, aunque clamen que en ese lugar no discriminan, es por todos sabido que sí.

¿Y tus derechos humanos ‘apa’?

La realidad es que no es una práctica exclusiva de Mono, en múltiples antros, bares y clubs nocturnos existe desde hace décadas esta situación, tan es así, que revistas para jóvenes como “15 a 20” te dan tips para poder pasar la cadena, los cuales incluyen cosas como:

“Taconazo, por favor”, “Deja a María en casa” y “Échale producción”, en un artículo bien intencionado pero que resulta bastante discriminatorio también.

Como lo señala la CNDH en su publicación “La discriminación y el derecho a la no discriminación”, el problema es que, es una “conducta socialmente presente, se aprende rápido y tiende a reproducirse hasta convertirse en una práctica cotidiana”, es decir, la normalizamos.

En México, el quinto párrafo del artículo 1o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos prohíbe la discriminación:

“Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”.

Y, ¿luego? Bueno, pues en un país donde la discriminación está arraigada desde las más altas esferas de la política y empresariales, pasando por los antros y llegando hasta las casas, cometer actos discriminatorios, llenos de prejuicios y estigmas, probablemente no tenga ninguna consecuencia para quien los comete, aunque el daño psicológico o moral de quien lo sufre, lo acompañe de por vida.

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Chilango, entrevistó a una cadenera en julio de 2014, las declaraciones de la mujer, abren bastante el panorama para entender la lógica de quienes deciden si eres “digno o no” de entrar a un lugar.

«Aprendí a escanear a las personas. Valorar cuánto dinero traían para gastar en base a lo que usaban, como pantalones, relojes, sacos, zapatos, cinturones, camisas, carteras, vestidos y bolsas», confiesa Natalia.

“Sí es necesario ser ‘gente bonita’ para pasar al antro de moda, pero también debes cubrir otros requisitos que te convertirán en un buen cliente”, se lee en la publicación de Chilango.

Sí, finalmente es un negocio y aún existe esa creencia de que sólo los “güeritos” y los extranjeros, tienen dinero para consumir, su lógica cargadísima de prejuicios les dice: “morenito y mexicano, seguro es pobre”, y así, es como terminan cientos de mexicanos, resignándose a no entrar a un lugar, a no acudir a un evento, porque tras ser humillados un par de veces por su apariencia, prefieren, ya no intentar.

Lo más curioso que aprendí observando el movimiento en Mono es: si llegas con un huipil hecho en una boutique o con un Huipil artesanal, pero eres de la Ibero (como nos dijo el cadenero), seguro entras, pero si eres morenito y traes un huipil, desde arriba se reirá de ti el hombre que decide quién entra y quién no, para después decirle al cadenero que ni intentes, que no te va a dejar pasar.

Así son las cosas muchas veces en nuestro país, nos gustan nuestras raíces siempre y cuando las “enaltezca” un extranjero o un mexicano de “clase alta”.

Pero eso sí, Trump es un pendejo….