Obispo Raúl Vera exige la renuncia de Peña Nieto y Aguirre Rivero

Por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y todo la ola de violencia que reina en el país, el obispo Raúl Vera convocó la iniciativa Constituyente Ciudadana, que exige la renuncia de  Enrique Peña Nieto y de Ángel Aguirre Rivero, Gobernador de Guerrero. 

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«¡Basta ya de sangre!, ¡Que se vaya Peña Nieto!, ¡Que se vayan todos!», plantearon miembros del movimiento social Constituyente Ciudadana, que desde el 7 de octubre inició una campaña de firmas demandando la renuncia de ambos funcionarios, que ya suma miles de firmas. 

 

Por Raúl Vera López 

Hacia una nueva Constituyente ciudadana y popular

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Tenemos que facilitar el camino para que un nuevo sujeto, que sea verdaderamente comunitario, que sea una comunidad social compacta, capaz de delegar entre sus componentes sociales, con toda libertad y consenso real, a quienes representen de manera auténtica los deseos y las aspiraciones del pueblo.

En otras palabras: Diseñar la ruta para llegar a lo que queremos que sea nuestra nación, pero el camino mismo ha de entenderse como la gestación de escenarios diferentes, en el seno de las familias, en los barrios de las ciudades, en las colonias, en los ambientes de trabajo, en las rancherías, en los parajes, etc. Aun cuando sea en ciernes, el contexto en el que coloquemos este proceso debe garantizar la conformación de personas con calidad ciudadana, gestoras del país que deseamos ser.

Nos colocamos en el dinamismo que permite el diálogo continuo entre las y los ciudadanos, de manera que se facilitan procesos educativos permanentes en la vivencia de un régimen verdaderamente democrático, donde se proporciona a todas y todos por igual, el acceso a la justicia la seguridad y a la paz, y cada uno gozamos de niveles de vida dignos.

El eje aglutinador de todo esto es lo que se puede llamar un Congreso Constituyente Alternativo, conducido en varias etapas. Éstas las diseñamos desde una visión prospectiva, de tal manera que el proceso mismo de su desarrollo va produciendo un modelo de ciudadanía que crece en su participación activa en la construcción política del país.

No se trata de llegar a como dé lugar y por cualquier medio al objetivo de tener una reforma constitucional, lograda con la participación de una mínima parte de las y los mexicanos, sino que se requiere dar los pasos con astucia y los tiempos necesarios, para acrecentar la conciencia política de la totalidad de las y los ciudadanos del país.

No se trata de crear unas cuantas súper lideresas y súper líderes sino que, íntegramente todas las mexicanas y los mexicanos, puedan de verdad participar, sabiendo lo que quieren para sí mismos y para toda la sociedad, abriéndose cada vez más a la inclusión de las personas y grupos más vulnerables, marginados y excluidos.

Todas las voces y todas las aspiraciones son acogidas y son incluidas en la Constitución. De esta manera, nuestra Carta Magna es de verdad el punto de referencia para conjuntar las voluntades de México en el respeto a la justicia y a los derechos de todas y de todos, sin excepción alguna.

Que toda persona conozca lo que tenemos de Constitución en este momento. Lo que queda en ella realmente a favor del progreso de todos los mexicanos, y lo que se ha reformado mañosamente, que favorece a unos cuantos grupos y personas y daña a la gran mayoría de los ciudadanos.

Para diseñar la metodología y para poner en manos de nuestro pueblo la Constitución, los primeros actores serán académicos y especialistas en derecho constitucional, en métodos de participación ciudadana y en pedagogía y educación popular.

No se trata de crear un grupito para realizar esto. Tenemos que poner a trabajar a las universidades y a los centros de educación superior de todo el país que libremente quieran unirse a este proceso de transformación.

Hay que plantearles que se trata de que el pueblo mexicano, en su totalidad, conozca las contradicciones que hay dentro de la Constitución y las medidas que, con base en leyes constitucionales, puede tomar el gobierno federal y los gobiernos estatales para expulsar del progreso y de la vida digna a los ciudadanos.

El siguiente paso será construir un proceso educativo para que el conjunto de la sociedad pueda aportar a la reconstrucción del texto constitucional; para ello tendremos que exigirnos mucho en cuanto a la generación, de manera diferenciada, de un camino en el que las distintas categorías o sectores de ciudadanos puedan aportar por medio de sus aspiraciones a la justicia y al bienestar de sus personas y de sus familias y grupos, los elementos que sirvan para la construcción del cuerpo jurídico integral que en este momento necesita México.

Esto ya no será de una forma general, como lo hicimos en la primera etapa, sino que tendremos que agrupar de manera ordenada a los campesinos, a los indígenas, a las amas de casa, a los estudiantes, a los empresarios, etc., para obtener la información suficiente que sea base para reconstruir la Constitución, tomando en cuenta lo que están padeciendo los ciudadanos, las injusticias de las que son objeto, la falta de funcionalidad en el servicio público; necesitamos leyes que garanticen procesos de justicia adecuados. Tenemos que dejar que todos los sectores del pueblo expresen sus necesidades y sus quejas.

Es en esta etapa donde se puede diseñar un nuevo país que abra de manera dinámica y continua, por medio del plebiscito y el referéndum, la participación ciudadana en la conducción del país. Será también la oportunidad para introducir la revocación de mandato y para actualizar nuestra Constitución con los principios del derecho internacional.

Está claro que también en esta fase es necesaria la presencia de expertos y peritos que fortalezcan las aportaciones de nuestro pueblo. Al igual que en la revisión de la Constitución, estos grupos específicos que tendrán que agruparse en cuadros, distribuidos a lo largo y ancho del territorio nacional, deberán contar con asesorías y medios suficientes de información.

Si queremos tener éxito, debemos ser muchas y muchos quienes nos comprometamos a caminar junto a los distintos sectores que sustentan toda la vida del país.

De la misma manera que en la fase anterior, esta participación no sólo servirá para tener una nueva Constitución, sino para crear conciencia en el pueblo de la capacidad que le da la misma Constitución de proporcionarse sus propias leyes.

Tomada la palabra de nuestro pueblo en este proceso consultivo, amplio y plural, sus propuestas deberán volver a las manos de los académicos y los expertos, para que, teniendo en sus manos los resultados de la revisión crítica por parte del pueblo, y las aportaciones que él mismo ha proporcionado para construir un nuevo texto Constitucional, trabajen en su redacción.

Al término de este trabajo, debe volver a las manos de nuestro pueblo nuevamente organizando, por sectores especializados y categorías, para que pueda dar una vez más su palabra sobre esta Constitución.

Resumiendo, podemos hablar de tres procesos en los que ha intervenido todo nuestro pueblo en la elaboración de nuestra nueva Constitución: revisión y crítica a la anterior, aportación para su reconstrucción, y nueva revisión del texto ya terminado.

Este camino ha generado una ciudadanía madura para apropiarse de manera muy seria de la conducción de su país con un espíritu verdaderamente democrático en el que todos y cada uno de los mexicanos nos hacemos responsables de la vida de nuestra patria.

También este dinamismo, en el que hemos dialogado los mexicanos, nos hemos conocido, nos hemos ayudado y recíprocamente nos hemos animado en todo este camino, ha puesto de manifiesto entre nosotros la cualidad y la calidad moral,la capacidad de auténtico liderazgo político, para disponernos, ya no a través de partidos políticos, sino de una manera nueva: a través de distintos distritos electorales, vigentes todavía en nuestra Constitución, para que podamos, por consenso, elegir a aquellas personas que deseamos que nos representen en las dos cámaras del Congreso de la Unión.

Al mismo tiempo que elijamos un congreso de forma consensuada, diseñaremos el nuevo camino para integrar el gobierno que queramos con las personas que nosotros deseamos que nos gobiernen. El artículo 39 de la Constitución reconoce la soberanía que el pueblo de México tiene para darse, en el momento que decida, el tipo de gobierno que desea.

Si no nos ponemos a trabajar en conjunto como un solo pueblo, en esta restauración del país, vamos a seguir siendo servidores de la clase política, porque a cada uno nos dan un poco de atención y con eso quedamos satisfechos, pero no se soluciona nada.

Ahora tenemos que ser nosotros los que debemos generar una estructura diferente en un sólo camino que es la revisión de nuestra Constitución, es decir, la reestructuración del país desde una base jurídica integral que valga la pena.