Por Filipo Ocádiz
RegeneraciónMx.- Al fin, el verdadero rostro de una clase social que niega la realidad a cada paso, que mira al mundo desde una isla de privilegios y a los otros con desprecio y altanería sale a la luz. Quizá, al fin sea visible para muchos ahora, muy real lo fue para algunos desde hace mucho.
El control que ejerce la clase alta del mundo sobre todos los medios de producción ha generado un rompimiento más con los de abajo. Una vez más, como en aquellos ayeres cuando la industria apenas comenzaba, en el que los obreros daban la vida, literalmente, para obtener a cambio unos centavos, mientras los dueños se hacían ricos, pudiendo extrapolar lo mismo en cada era y con cada civilización, los oprimidos se levantan.
Los de arriba, los dueños, explotando a todos los demás, abandonando a su suerte a quienes realmente generan la riqueza, con sueldos paupérrimos y malas condiciones de trabajo que, además de todo, ya ni siquiera se hace en oficinas o enormes edificios corporativos, pues gracias a una pandemia creada, los trabajadores ponen su propia casa para seguir enriqueciendo a unos cuantos.
Con una seguridad social al borde del colapso, provocado por malas prácticas, también en contra de los trabajadores, Y un sin fin de atropellos que fueron solapados por todos aquellos que disfrutaban de las mieles de la filosofía del dinero.
No hace falta mucho para saber que los grandes barones de las finanzas son los mismos que controlan a las farmacéuticas, los medios de comunicación, hoteles, restaurantes, tiendas, aunque detrás de cada una de ellas exista un nombre distintivo. Lo cierto es que en manos de tan solo 13 millones de personas se concentra la friolera del 60 por ciento de la riqueza del mundo, dejando al resto, contado en miles de millones, con nada o, lo que es peor, con menos que eso.
Y si bien podríamos escribir páginas enteras de todo lo que ha detonado una rebelión en varios pueblos del mundo, aún no se tiene del todo claro el rumbo que debe tomar la humanidad después de un fracaso más del capitalismo. Aquellos que se atrevieron, siquiera, a sugerir un golpe de timón, de inmediato fueron vilipendiados desde los altos puestos de poder en la academia, las ciencias o cualquier espacio que sirviera para ello. Tachando de conspiración todo aquello que mostrara lo que hoy más que evidente y que, de todas maneras, se empeñan en negar.
Seguramente nunca será posible cambiar del todo el modelo actual, pero sin duda algo podemos hacer para las generaciones que vienen y es justo eso, pensar en quienes todavía no llegan y el mundo que les queremos heredar. Porque el problema central es sencillo, seguir con un mundo donde el dinero, la explotación, las mentiras y el individualismo sean la constante o uno donde el otro, las personas y sus necesidades, sean lo primordial.