Opinión: La Otra Pandemia

Por Ana María Vázquez

RegeneraciónMx.- Según las crónicas y videos, la gente permaneció 40 minutos esperando que “alguien” la ayudara, pero “la gente” no se movió más que para encender el celular y tomar video para las redes, buscando un like, una viralización, una cuenta que sobresalga entre el mar que pueblan la red. NADIE hizo nada por un semejante que sufría y al cual el dolor la rebasó.

Se llamaba Araceli, por lo que se sabe no había vivido ni la mitad de lo que le habría tocado y sin embargo eligió terminar sus días lanzándose desde un hotel de reforma.

Escribo esto con lágrimas en los ojos, te cuento: hace muchos años, uno de mis hermanos se quitó la vida en un hotel, su dolor era tanto, su tristeza tanta que no pudo soportarlo más y prefirió morir. Nunca nos imaginamos que esto sucedería, en ningún lado se hablaba de depresión, no había tanta información como ahora y estar deprimido era signo de debilidad, así que se callaba; luego estaba el estigma de los psiquiatras, de los medicamentos que te mantenían aletargado, de la posible locura.

¡Cuánto atraso!,¡cuántas vidas perdidas por ello!, ni siquiera los médicos de entonces pudieron diagnosticar adecuadamente una depresión mayor, y nosotros como familia, sin más información y creyendo ciegamente en el dictamen médico, lo regañábamos y le decíamos ¡échale ganas, carajo!, porque no entendíamos la profundidad del pozo de dolor y desesperanza en el que se encontraba, creo que ni él mismo lo sabía.

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El sentimiento de orfandad, de impotencia y profunda rabia volvió a apoderarse de mí al intentar ver el video, confieso que no pude verlo completo, entre las responsabilidades compartidas de quienes miraban y hasta apostaban que no se aventaría, de la policía que no llegó a tiempo, del personal del hotel que fue avisado y no actuó responsablemente, está la gran responsabilidad social de entender la gravedad de un problema que aún hoy se minimiza o se esconde: la depresión, el agujero en el alma que nadie puede ver,excepto el que la padece y del que se puede salir con ayuda a tiempo.

Saber pedir ayuda es fundamental, así como el acompañamiento de familiares y amigos, no perdamos la humanidad, la empatía, el dolor está ahí, la herida está, aunque se cubra con una sonrisa.Ojalá esta fuera la última columna que escribiera al respecto, pero sé que desafortunadamente no es así, que la única y real pandemia es la depresión que lleva al suicidio.

Existen hoy muchas líneas de ayuda que son altamente efectivas, te dejaré algunas: Instituto Ramón de la Fuente 55 4160 5000; línea de la vida 800 911 2000; para la comunidad latina en USA 888 628 9454 (en español); 800273 8255.Si tú o algún cercano habla de querer morir o matarse, si se siente vacío o desesperado, atrapado, sin solución, si habla de dolor físico o emocional insoportable, si se considera una carga para los demás, se aleja de amigos, regala posesiones importantes, toma riesgos, estamos frente a los focos rojos, las señales que de atenderse a tiempo, pueden salvar una vida.

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No permanezcamos estáticos, mirando o tomando video, tomemos acción, todas las vidas cuentan. En memoria de Araceli, de Ricardo mi hermano y de todos aquellos cuyo dolor no fue entendido ni atendido a tiempo.

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