Por Fernando Paz
RegeneraciónMx.- Mientras en la Ciudad de México retiran la última placa de una calle que llevaba el nombre del asesino con fuero, Gustavo Díaz Ordaz, en Francia detienen a Pável Dúrov, creador y director ejecutivo de la red social Telegram, y en Argentina, el presidente Milei lleva mil millones de dólares en oro a “guardar” en donde menos se pudiera pensar; sí, a Inglaterra, reino forjado, más allá de leyendas de caballeros en mesas redondas y de reyes muy querendones, por piratas que compraban la patente de corso a la corona en turno. Aparentemente no hay correlación en estos hechos aislados geográficamente, pero veamos.
El hilo conductor, estimados lectores, es la supresión de las libertades. En eso fue un maestro avezado el poblano de odiado apellido, Díaz, sinónimo de autoritarismo y de gusto por el poder solo porque “se podía”; aunque cuando Porfirio era dictador, no se llamaba represión, ya que esa actual anomalía social era común, así pervivían la mayoría de los mexicanos.
La frase de Cristina Pacheco (que en paz descanse) bien puede llevarse, en un viaje de muchos años a ese lugar en el tiempo de nuestro México y que no deja de estar presente: “aquí nos tocó vivir”. Cien años más y apenas nos estamos sacudiendo a esa recua de explotadores; antes de sombreros finos, panzones y de mostachos puntiagudos, hoy de cuello blanco, más cuidadosos de su peso y, en lugar del bigote, carillas dentales y sonrisas sardónicas.
El asesino de estudiantes abusó de su poder para limitar las libertades, total, poseía a la prensa que, con sus honrosas excepciones, escogió ser sumisa y seguir convenientemente el camino de ladrillos verdes; es una lástima que no fueran en busca de un corazón, o por lo menos de un cerebro.
Macron, el presidente francés no se queda atrás y, fiel a la histórica postración de Francia ante el líder de la OTAN, los Estados Unidos de América, intenta quitarles de en medio una red social que se niega a filtrar datos de sus usuarios a ningún gobierno, que cuida el derecho a la privacidad por encima de la presunta seguridad -y digo presunta porque si bien la OTAN ha esgrimido siempre la seguridad, no especifica la seguridad de quién- y que nos da un espacio libre de la invasión cultural prooccidente.
Al parecer, culpan a Dúrov de permitir actividades delictivas en su aplicación; alegan que favorece el terrorismo, el tráfico de drogas, el lavado de dinero y la distribución de contenido pedófilo. Lo único que no mencionaron entre los presuntos delitos está “esa red social permite comentar, con total libertad y sin censura, lo que estamos haciendo desde la OTAN prácticamente desde 1949: dominar al mundo, dejar que sean nuestros terroristas, nuestros traficantes de drogas, nuestros bancos y nuestros pedófilos -con todo y sus islas de la fantasía-, los que provean” … digo. Me quedo con el tuit de Kim Dotcom: “La gente vende drogas en las calles de París. ¿Debería Macron ser arrestado?”.
Milei, Milei, tanto se ha escrito de “El Loco” que, lo que sea que plasme en esta hoja, parecerá plagio, caray. Pero bueno, solo diré que hay que ser muy boludo (en la acepción de la RAE) para hacer lo que relaté al principio, y me explico: son reiteradas las noticias de que los filibusteros con corona se quedan con el oro que las naciones resguardan en su banco (por aquello del patrón oro) cuando se “rebelan” contra sus intereses o contra la “ideología prooccidente” (sí, otra vez).
Che, Argentina históricamente ha estado solicitando que se le devuelvan Las Malvinas [pertenecientes originalmente al Virreinato del Río de la Plata, luego a la Argentina independiente y ocupadas con agandalle naval de por medio, en 1833 por los ingleses], y viene este genio a depositar más reservas áureas allá. ¿Y dónde está en este caso el hilo conductor de la supresión de las libertades?, me preguntarán; aquí, mis puntillosos leedores, la correlación es con jiribilla: Milei suprime su propia libertad de dejar de ser un imbécil.
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