Los recientes y sonados escándalos políticos han dejado un costo caro en imagen pública para todos los implicados, y va en detrimento directo de la reputación porque la percepción es negativa por donde se le analice.
Por Ricardo Rodríguez *
RegeneraciónMx, 24 de febrero de 2022.- Hoy somos más públicos que nunca. Sí, todos, todo el tiempo. Esta frase la uso en los talleres que imparto como periodista y consultor en materia de comunicación y relaciones públicas para diversas industrias, toda vez que la exposición mediática –ahora amplificada con las plataformas digitales– es exponencial y a partir de la cual incluso han surgido innumerables #Lords y #Ladies de la vida cotidiana, de la farándula y, claro, de la política, con sendos videoescándalos que se mantienen en el ojo de la opinión pública nacional y ahora internacional como nunca antes.
Y es que el impacto de lo anterior genera una percepción en nuestras audiencias, o en el público general, para bien o para mal, las cuales emiten juicios o críticas en ciertos entornos personales o familiares porque también todos somos “influenciadores” en nuestros círculos. ¿O es que no has enviado una “cadena” o un meme o una infografía a tu entorno digital cercano o lista de distribución en los últimos días de los temas que generan conversaciones en la farándula, la vida social o la política?
Nuestra actividad en redes genera una percepción y, también, opiniones a favor o en contra que encienden los debates en la sobremesa virtual o presencial, más aún con la huella digital que dejamos en un entorno polarizado, que se aceleró exponencialmente a partir de la pandemia, tendencia que seguirá en materia de teletrabajo y claro, de desarrollo y actualización para los profesionales de prácticamente todas las áreas de conocimiento, sin dejar de lado el aspecto psicosocial o psicoemocional que deber ser atendido y priorizado.
Pero ¿reparamos en saber o nos preocupa conocer qué percepción se genera a partir de ello y/o de nuestra huella digital? Actualmente para tener un ejemplo “tangible” sobran los escándalos por ejemplo del partido y personajes en el poder. Sin duda es un severo impacto en la credibilidad y afectación prácticamente en el activo más valioso que todos tenemos: la reputación.
La reputación es fundamental en todos los terrenos, desde lo personal hasta lo profesional, no solo como personas sino también como empresas. Al final expertos de marketing definen que “todos somos una marca”, lo cual compartimos, pero además de eso debemos explorar qué comunicamos porque es imposible no hacerlo en el mundo on y off-line.
Tal es el caso de los recientes y sonados escándalos políticos, algunos de los cuales llevan prácticamente más de un mes en los medios, crisis que ha escalado incluso a nivel internacional cuya contención ha sido nula y, lejos de aminorar, aumenta cada día por cómo se ha gestionado.
El costo de dichos casos en materia de imagen pública es mayúsculo para todos los implicados y va en detrimento directo de la reputación porque la percepción es negativa por donde se le analice. La reputación no se construye o se genera espontáneamente, es el cúmulo de lo que hacemos repetidamente –como reza una cita atribuida a Aristóteles– o, como diría Warren Buffet, “se necesitan 20 años para construir una reputación y 5 minutos para arruinarla”.
*Periodista, emprendedor, consultor en comunicación efectiva, con más de dos décadas de experiencia. Ha sido director, vicepresidente y director general adjunto de agencias de comunicación locales e internacionales.
Sigue a Ricardo Rodríguez en Twitter como @RicardoRdzO