Por Rodolfo Cortéz /Adital*
El sábado 23 de mayo en San Salvador, El Salvador, será la beatificación del Santo Mártir de América, monseñor ÓSCAR ARNULFO ROMERO Y GALDÁMEZ. Después de serias discrepancias entre la conservadora y corrupta cúpula de la iglesia Católica de El Vaticano, con la llegada de FRANCISCO—Pastor Mundial del Catolicismo– la iglesia va viviendo una renovadora vida de cambios tan urgente y necesaria en el decadente cristianismo.
La riqueza de su palabra, su práctica de vida, su profetismo, su denuncia y aportes a la vida cristiana de parte de monseñor ÓSCAR ARNULFO ROMERO pueden resumirse en los párrafos entrecomillados que definen–según un documento popular elaborado por el sacerdote pasionista Jesús María Aechu–su línea de pensamiento:
Desde principios del siglo pasado la economía salvadoreña basada en el agro tuvo como fuerza hegemónica a terratenientes y a un grupo reducido de familias oligárquicas desde donde se nutrió el gobierno del dictador, general Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944) y sostuvo un estado de represión hacia el sector organizado estudiantil, campesino e indígena produciendo en 1932 el fusilamiento de líderes como Agustín Farabundo Martí, Mario Zapata y Alfonso Luna, lo que provocó una insurrección popular donde murieron entre 15 y 25 mil campesinos e indígenas.
Años después la oligarquía dominada y fortalecida por 14 familias se había enriquecido teniendo como fuente el cultivo del café y el comercio. Por eso a El Salvador le llamaban «República Cafetalera”. Para crear este emporio de riqueza los terratenientes despojaron a indígenas y campesinos de sus tierras ancestrales. La alimentación que pagaban como salario a los trabajadores campesinos costaba UN CENTAVO DE DÓLAR, que era el valor de dos tortillas y dos cucharadas de frijoles sancochados, pagados al inicio y final de la jornada.
Pero el dictador Hernández Martínez gozaba además del apoyo de otros dictadores totalitarios, basta recordar que eran los tiempos de Franco, Hitler, Mussolini, Ubico Castañeda, Carías Andino y Somoza García, entre otros.
Sobre la oligarquía Monseñor Romero decía:
«Los oligarcas son verdaderos idólatras porque atribuyen a sus riquezas lo que es exclusivo de Dios; no quieren que se les toquen sus privilegios y los defienden como sólo se puede defender a una divinidad… Mientras no se conviertan los idólatras de las cosas de la tierra al único Dios verdadero, tendremos en esos idólatras el mayor peligro para nuestra patria” (4 de Nov.1979). «Mal acostumbrada (la oligarquía) a manejar el ejército a su gusto para defender sus intereses en contra del pueblo”… «llamo a la oligarquía a colaborar con el proceso del pueblo… reconcíliense con Dios y con los hombres…yo quiero hacer un llamado fraternal, pastoral, a la oligarquía para que se convierta y viva. Compartan lo que son y lo que tienen”. (24 de Feb. 1980). «Una verdadera conversión cristiana tiene hoy que descubrir los mecanismos sociales que hacen del obrero o el campesino personas marginadas. La iglesia apoya todo aquello que fomenta el cambio estructural”.
Otro sector fuertemente señalado por monseñor Romero fue el de las Fuerzas Armadas de El Salvador, instrumentalizadas por la oligarquía y el Pentágono para reprimir todo intento de cambio estructural en el país y responsables directos de las masacres de 1932 y la de más de 100 estudiantes universitarios en 1975. Pero después del asesinato de monseñor Romero hubo otras masacres: El Mozote en 1981 que dejó cerca de 900 asesinados; Tenango y Guadalupe de 1983 que dejó al menos 250 asesinados y Las Aradas, Chalatenango, en 1980, donde más de 600 personas campesinas fueron asesinadas por el ejército salvadoreño en complicidad con el Ejército de Honduras y la asesoría del Pentágono de EEUU. Así les hablaba Mons. Romero:
«Hay que tener en cuenta queridos militares, que toda institución, incluida la institución castrense está al servicio del pueblo” (6 de enero de 1980).
Pero lo que desató la ira de los militares, de la oligarquía y del Pentágono fue la homilía pronunciada un día antes de su asesinato, el DOMINGO DE RAMOS, 23 de marzo de 1980, que dijo:
«Yo quisiera hacer un llamamiento de manera especial a los hombres del ejército y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles. ¡Hermanos!, ¡Son de nuestro mismo pueblo! ¡Matan a sus mismos hermanos campesinos! Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice ¡No matar!. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo que recuperen su conciencia; y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedar callada ante tal abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas de tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno! En nombre de Dios: ¡Cese la represión!”.
Pero tampoco las organizaciones populares y los movimientos de insurrección se libraron de sus juicios y consejos, denunciando la absolutización de algunas organizaciones de base, a ellas les señaló:
«Corren el peligro, queridos hermanos de las organizaciones populares y políticas, de caer en esa absolutización de querer construir únicamente lo que ustedes piensan” (28 de octubre de 1979). «La iglesia defiende el derecho del pueblo a organizarse. Pero naciendo con fines tan nobles se puede prostituir también en una falsa adoración cuando se absolutiza, cuando se considera como valor supremo” (4 de nov. De 1979).
Pero su alma magister «LA IGLESIA” tampoco escapó de sus críticas y sugerencias. Denunció el mantenimiento de una religión tradicional y falsa que ignorase la práctica de la justicia:
«Me da lástima pensar que hay gente que no evoluciona y recuerdan su colegio, y quisieran un cristianismo estático como museo de conservación”. «Tradiciones humanas son ciertos cultos, ciertas maneras de vestir, ciertas formas de rezar. Busquemos lo que más agrada a Dios, lo que más dice de una religión en medio de un pueblo: visitar a las viudas y huérfanos y conservarse limpio en el mundo. Esta es la verdadera religión”.
Denunció a aquellas sectas, principalmente a las que sólo piensan en acumular dinero con los diezmos, que creen que es «traicionar el evangelio el preocuparse de las cosas de la tierra y por ello reciben ventajas, para adormecer al pueblo” «!Qué vergüenza cuando se convierte el servicio religioso en una manera de ganar dinero!” «No hay escándalo más horroroso. Se parece al gesto de Judas vendiendo al Señor. Y bien merecía que el Señor tomara nuevamente el látigo del templo” (24 de de junio 1979).
«Es un escándalo en nuestro ambiente que haya personas o instituciones en la iglesia que se despreocupen del pobre y vivan a gusto”.
Por eso invitó a todos los sectores: oligárquicos, iglesias, organizaciones populares y militares a la conversión: «Vengan y se salvarán. Sólo se salvarán si vienen a hacer lo que Cristo quiere: no a vivir derrochando en ofensa de la pobreza de las mayoría”…”No sigan callando con la violencia a los que les estamos haciendo esta invitación, ni mucho menos continúen matando a los que estamos tratando de lograr que haya una más justa distribución del poder y de las riquezas de nuestro país” (24 de Febrero de 1980).
Señalamos como nota final que a Óscar Arnulfo Romero y Galdámez le traicionaron los obispos y algunos sacerdotes. El mismo Monseñor Romero dijo que su mayor dolor fue el tener que ver que sus hermanos obispos estaban contra él. Sólo el obispo monseñor ARTURO RIVERA Y DAMAS se mantuvo fiel a Romero. También sufrió algún desprecio que le hizo JOSEPH RATZINGER, conocido como Juan Pablo II, pero a todos los perdono, dijo: «Mi muerte si es aceptada por Dios sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede decir usted, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a todos los que lo hagan”.
Con la próxima canonización de Monseñor ROMERO se hace un reconocimiento tácito a la iglesia de los empobrecidos y perseguidos; a la iglesia popular latinoamericana y por qué no decirlo a la Teología de la Liberación que han abrazado tantos cristianos, presbíteros y obispos como GUSTAVO GUTIÉRREZ, LEONARDO BOFF, ERNESTO CARDENAL, MIGUEL D’ ESCOTO, HELDER CÁMARA, PEDRO CASALDÁLIGA, entre otros.
Concluyo este escrito manifestando que pesar de mis imperfecciones y limitaciones, tres grupos de sujetos han cuestionado y moldeado nuestra vida y han sido nuestros principales catequizadores evangélicos: Nuestros padres, Carlos y Mercedes, con su ejemplo de solidaridad, amor y honestidad cristianas; el campesinado de Honduras, Perú y México donde hemos compartido y convivido con ellos; y laicos, sacerdotes y obispos, entre ellos José Osmán Rodríguez, Pablo Luna, Felipe Huete, Margarita Murillo; Guadalupe (James) Carney, Iván Betancourt, Pablo Díaz, Rutilio Grande; y Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz García, Leónidas Proaño e indudablemente Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez . Nuestra honra y gratitud a todos ellos.
Dichoso el pueblo que cree en Dios y en sus profetas por que será redimido. (Lucas 1, 68-79).
¡TODOS Y TODAS INVITADOS EL SÁBADO 23 DE MAYO A LA GRAN FIESTA ROMERIANA EN SAN SALVADOR A DAR GRACIAS A DIOS POR ESTE GRAN PROFETA Y SANTO; Y A SEGUIR SU EJEMPLO!
Fuente: Adital. Foto: TimeGlobalSpin