En cuanto al desempleo, tampoco las cosas han cambiado de rumbo. En 2013, el porcentaje se sitúa en 26.7 ciento de la población activa. En los pasados 12 meses de gobierno del Partido Popular se han perdido 800 mil empleos. Además, 2.7 millones de parados no cobran ningún tipo de prestación social, lo cual sitúa la tasa de cobertura por desempleo en mínimos históricos. Si en 2012 era de 64.05 ciento, en diciembre de 2013 bajó a 61.44 ciento. Asimismo, el paro juvenil afecta a 57.7 ciento del colectivo. A todo lo anterior debemos agregar que el empleo ha visto crecer los contratos basura, a tiempo parcial y en formación, en detrimento de los contratos fijos, de calidad e indefinidos. Es decir, la reforma laboral se cobra frutos en todas las esferas. Abaratando el despido, favoreciendo contratos miserables, disolviendo la negociación colectiva y haciendo que empresas con pingües beneficios se acojan al decreto de solicitud de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). Es la manera expedita de reducir personal, quitarse de encima a trabajadores experimentados y con sueldos por encima de mil 500 euros, cuya edad supera 45 años. El caso más sangrante: Coca Cola. Su dirección en España solicita el despido de un quinto de su plantilla y promueve el cierre de cuatro de sus 11 plantas, entre ellas la joya de la corona, situada en Fuenlabrada, extra radio de Madrid, cuya tecnología de punta la hace ser la más rentable de Europa en la relación coste-beneficio. El objetivo pretendido con su cierre es recontratar en otros sitios al personal bajando los sueldos y empeorando las condiciones de trabajo. Ejemplo: su planta en Portugal, cuyos trabajadores cobran poco más de 500 euros al mes.
A lo anterior sumemos la política de desahucios llevada a cabo por los bancos en connivencia con el Partido Popular, que se negó a legislar la dación en pago cuando las familias no pueden hacer frente al crédito hipotecario. Según el Banco de España, en 2013 hubo una media diaria de 216 actos de ejecución hipotecaria. Sólo en los primeros seis meses de 2013 la cifra alcanzó 19 mil 567 ejecuciones. En 2012 fueron 32 mil 490 actuaciones judiciales. En la actualidad se produce una cada 15 minutos. El drama que asola a las familias abocadas a vivir en la calle, albergues, coches o regresar a la vivienda de sus padres, perseguidas como delincuentes por los acreedores, crecen exponencialmente. Los bancos prefieren mirar hacia otro lado y continuar los embargos. Entre ellos destacan Santander, el BBVA, Bankia, Caixa o Ibercaja. El suicidio ha sido considerado una alternativa de protesta y constituye un llamado de atención. Valga señalar que en 2012 fueron 16 casos reconocidos por impago.
Pan, trabajo y techo para todos,son las reivindicaciones que este 22 de marzo las marchas por la dignidad recorren Madrid. Mujeres, jóvenes, desempleados, jubilados, trabajadores en paro, estudiantes, sindicalistas, militantes de organizaciones no gubernamentales, actores, intelectuales y la sociedad civil en su conjunto confluyen pidiendo un cambio de rumbo. Un basta a la política neoliberal de privatizaciones, austeridad y recortes iniciada con el gobierno de Rodríguez Zapatero y continuada por el actual de Mariano Rajoy.
Miles de personas enarbolan pancartas. En las calles vemos a discapacitados acompañados de familiares pugnando por recuperar los fondos de ayuda de la ley de dependencia, esquilmados por el Partido Popular. Observamos a estudiantes que reivindican sus becas anuladas por los recortes, jóvenes pidiendo acceso a la vivienda pública. Mujeres contra la ley del aborto, trabajadores exigiendo el respeto a sus derechos laborales y un empleo digno. Migrantes sin papeles solicitando su regularización. También los jubilados se hacen notar, exigiendo una pensión digna. Desahuciados que claman la eliminación de la deuda eterna de sus viviendas en manos de los bancos. Así, las marchas por la dignidad caminan y se hacen notar en Madrid.
Pan, trabajo y techo para todos. Una reivindicación que no hace mucho tiempo podría ser considerada un exceso en España, hoy es el punto de partida para reconducir el despropósito de la barbarie capitalista. El eslogan no responde a una reivindicación retórica. Sintetiza las dificultades y miserias que pesan sobre la clase trabajadora y las familias españolas en medio de una crisis que ha tenido al capital financiero, las empresas trasnacionales y los fondos buitres de riesgo entre sus beneficiarios. La dignidad de España, como de costumbre, se sitúa abajo y a la izquierda.