Las tierras de Bosques San Elías Repechique, habitadas por rarámuris, han llamado la atención de particulares y autoridades para aprovecharse de los recursos naturales y construir desde aeropuertos hasta gasoductos, para que los indígenas “no estorben” la comunidad se ha declarado inexistente.
Regeneración, 26 de mayo de 2017.- Habitada por pueblos indígenas desde hace siglos, Bosques San Elías Repechique, una región de la Sierra Tarahumara en Chihuahua es una zona cuyas tierras y recursos naturales, han despertado el interés de particulares y autoridades para la realización de distintos proyectos.
Tanto, que ahora las autoridades mexicanas reportan oficialmente que la comunidad no existe, dando pie a reclamos de la tierra para la construcción de aeropuertos, gasoductos y últimamente para la tala comercial de sus bosques.
“Sobre la existencia de esta comunidad rarámuri se cuenta con varios documentos históricos; existen fes bautismales de la época de la Colonia, los antecedentes registrales de 1888 y de 1906 mediante los cuales Porfirio Díaz vendió la región, dividiéndola en dos grandes propiedades, una de 70 mil hectáreas y otra de 15 mil, y en ambos casos las escrituras especificaban que eran tierras habitadas por indígenas”, explicó Diana Villalobos, directora de la asociación civil Consultoría Técnica y Comunitaria, que acompaña legalmente a los habitantes de Bosques San Elías Repechique.
Después de la Revolución, se fueron creando ejidos en las propiedades “privadas”, pero sus propietarios originales, los rarámuris, no fueron incluidos en el reparto.
“Al menos desde 1940, la comunidad rarámuri de Bosques San Elías Repechique ha luchado por el reconocimiento de su existencia y de su propiedad sobre esas tierras. Se trata de 33 mil hectáreas, oficialmente divididas en 12 propiedades particulares, cuyos dueños ‘legales’ son 50 personas que nunca han pisado la zona: familias que viven en Toluca, en Estados Unidos, en Chihuahua, en Ciudad Cuauhtémoc… estas familias, en 2007, le enviaron una carta a la comunidad rarámuri, en la que les informaban que estaban viviendo ahí de prestado”, informó Villalobos.
En esa carta, se comunica “a todos los habitantes de los predios Pino Gordo, El Águila y El Venado” (que forman parte de las 33 rancherías rarámuris de la región) que los terrenos “son propiedad legítima de los herederos del señor Gregorio Cuesta Musy (…) por lo que toda la gente que en este momento habita estos terrenos están en calidad de huéspedes y se les presta la tierra para que la trabajen, con la condición de que el día que se les requiera la tierra para cualquier uso, éstos dejarán y devolverán la tierra”.
Hace 3 años, en 2014, los rarámuris ganaron un amparo ante la construcción del Aeropuerto Regional Barrancas del Cobre-Creel, mismo que reconoce que de acuerdo con los acuerdos internacionales firmados por el Estado mexicano, se debió consultar a los pueblos rarámuris que ahí habitan. Esto, después de que las autoridades habían concesionado parte de las tierras ancestrales para la construcción de dicho aeropuerto.
“Aunque la comunidad de Bosques San Elías Repechique no existe para las autoridades, el amparo obtenido fue, en los hechos, un reconocimiento de existencia, porque el juez se basó en la realidad: ahí han vivido desde hace generaciones los pueblos rarámuris, esas tierras han sido siempre suyas, y ante cualquier proyecto que las afecte, el gobierno está obligado a consultarlas, eso dice el amparo”, agregó Diana Villalobos.
En ese mismo año, los pueblos rarámuris ganaron otro amparo contra la realización de un gasoducto que, de igual modo, no fue consultado con ellos.
En esa ocasión, se logró que el gasoducto cambiara su trazo para no pasar por los bosques de la Sierre Tarahumara.
Pero el acoso no cesa, ahora las familias que aseguran tener su titularidad legal, promueven la tala comercial del bosque. La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales otorgó los permisos, nuevamente sin consultar a los rarámuris.
Desde noviembre del año pasado, informó la defensora de los pueblos indígenas, comenzaron a marcar árboles para talarlos. Después del corte, la zona se incendia para ocultar la tala.
“Quienes ahora promueven la explotación de los bosques es gente que nunca ha tenido apego por ellos, es gente que nunca ha vivido ahí, que sólo han ido heredando esas propiedades inmobiliarias, desde la época en que fueron despojadas a los indígenas y hasta la actualidad. Es gente que quiere convertir esas tierras en dinero, sin importarles cómo”, denunció.
Son los pueblos que ahí habitan, los que apagan los incendios pues ven en el bosque su fuente vida. Muchos son pequeños agricultores, pastorean a sus animales, no cortan madera ni dañan el bosque porque es también su principal fuente de agua.
Por ello, recalcó Diana Villalobos, estos pueblos estorban a “los poderosos”, porque no comparten la ideología extractivista y comercial “y la mejor forma de hacerlos a un lado es hacer literalmente como que no existen”.
Apenas el pasado 10 de mayo, el diario La Opción de Chihuahua publicó un documento oficial del Registro Agrario Nacional, según el cual “no se encontraron antecedentes registrales de la existencia de una comunidad o ejido denominado Bosque de San Elías Repechique”.
Con información de: Animal Político
Seccion, causas justas pueblos originarios
etquetas: raramuuris o tarahumaras, despojo de la tierra, chihuahua