Kurt Cobain, el apóstol del grunge
Regeneración. Hace más de dos décadas, el 5 de abril de 1994, con solo 27 años, el cantante de Nirvana puso fin a su vida de un disparo en la cabeza. Junto a él, una nota de despedida con letra apretada, algunos tachones y una frase inspirada en una canción de Neil Young: «Se me ha acabado la pasión. Y recuerda que es mejor quemarse que apagarse lentamente», concluía, antes de despedirse de su mujer, Courtney Love, y de su hija, Frances.
Consiguió convertir lo que no era ‘cool’ en ‘cool’ De esta manera, el músico que lamentaba que la prensa le retratara como a un «heroinómano autodestructivo, dispuesto a volarse los sesos en cualquier momento», cumplía las profecías de las plumas menos complacientes.
A los tres días, hallaban su cadáver, y su nombre, que en el último lustro había ocupado el trono mundial del grunge, ascendía a otro asiento más imperecedero, el de los anales de la historia de la música, forjado de gloria, respeto y misterio. Detrás, dejaba frases clarividentes sobre el arte o el tormento de una fama absurda, pesada y repentina. Y, también, declaraciones de sinceridad desconcertante.
Por ejemplo, aquella en la que admitía que cuando trataba de componer la canción pop definitiva, lo que hacía en realidad era copiar a los Pixies, una de sus bandas favoritas. O que la técnica que había encumbrado a su formación, y que llegó a aburrirle, se limitaba a un esquema machacón que comenzaba «con un riff suave que, después, se repite con más fuerza, más volumen y distorsión. Siempre igual».
Aquello no impidió que el segundo álbum de la banda, Nevermind, vendiera millones de copias por todo el mundo y que canciones como Smells like teen spirit o Come as you are se convirtieran en los himnos de una generación que comenzó a vestir camisas de cuadros, gorros de montaña y a otear la vida de una forma dolorida a través de mechones de pelo enmarañado, a semejanza de los del cantante de Nirvana. «Consiguió convertir lo que no era cool (guay), en cool; que lo que no estaba de moda, invadiera las páginas de Vogue, y que una escena alternativa como el grunge emergiera del underground y se convirtiera en un gran éxito comercial», explica Borzillo.
Otros expertos destacan su capacidad para aligerar la dureza del grunge primigenio, nacido poco antes de la mano de grupos como Green River, con una sensibilidad pop y unas melodías más sencillas y pegadizas. Y otros, como Danny Goldberg, manager de Sonic Youth, la intensidad de su puesta en escena. Una intensidad que muchas veces terminó con el escenario, los instrumentos y los miembros de Nirvana magullados.
Los supervivientes del género
Nacieron a finales de los 80 y principios de los 90, cuando el grunge aún disfrutaba de popularidad. Hoy continúan embarcándose en giras y grabando álbumes de estudio.
Pearl Jam: Nacieron en Seattle en 1990. Como Cobain, el vocalista de la banda, Eddie Vedder, manifestó su desdén hacia las bandas prefabricadas y el mainstream. Tras lograr un gran éxito con su debut Ten, no pudo evitar la animadversión por parte de algunos de sus compañeros de profesión, que le tildaron de oportunista. Uno de sus máximos críticos fue Kurt Cobain. En 2013 publicaron el disco Lightning Bolt.
Foo Fighters: Tras la muerte de Kurt Cobain, el batería de Nirvana, Dave Grohl, fundó Foo Fighters. El proyecto contó con una grata acogida por parte de los amantes del pop rock. Pese a no ajustarse por completo a los dictados del grunge, la banda de Grohl bebió de la crudeza y la estética de aquel, si bien con un tono más ligero y accesible. La última referencia discográfica del grupo es Wasting light, publicada en 2011.
Mudhoney: Nació en 1988 de las cenizas de una de las bandas pioneras del grunge: Green River. De hecho, algunos aseguran que fue su vocalista, Mark Arm, el ideólogo del término ‘grunge’ (en español, mugre, suciedad). De esta manera se definió a aquel sonido inspirado en la dureza del heavy metal y el punk que numerosas bandas de Seattle comenzaron a practicar por aquel entonces con pasión. El año pasado publicaron su noveno álbum de estudio, Vanishing Point, con la mítica compañía Sub Pop.
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