Por Alejandro Navarrete | HuffPost
Más que nunca, la promoción mediática y digital para aumentar la confianza de la selección mexicana de futbol, un negocio manejado desde las televisoras, y la del Presidente de la República, que llegó al poder ayudado por las televisoras, es simbiótica, y a propósito hace difícil distinguir donde uno empieza una y termina la otra.
Urgidas ambas de popularidad y confianza, la selección, cuestionada por una pésima eliminatoria futbolista que estuvo a punto de evitar que llegar al Mundial, y el Presidente, con su popularidad por los suelos (apenas encima del 40%) por la economía estancada y la inseguridad, la campaña parece claramente destinada a ayudar a ambos.
#Quierocreer fue la frase que comenzó a impulsarse y que se usó en un video que fue presentado el día que la selección mexicana de futbol varonil mayor acudió a su «abanderamiento» con el Presidente Peña Nieto, y que desde entonces tanto las cuentas digitales de mercadotecnia de la selección como las del Gobierno y el Presidente comenzaron a usar incansablemente.
El video de #Quierocreer presentó inédita e interesantemente un estilo de comunicación de lo que se conoce como un «manejo de crisis», incluyendo las disculpas implícitas de los seleccionados nacionales hacia la afición (realmente algo inédito) y el compromiso (casi como de campaña electoral) de una actuación esforzada en el torneo en Brasil.
«Crean, sabemos que la regamos, que no todo ha sido bueno, pero crean, tengan confianza y fe en nosotros», era el mensaje de fondo, además con esa lógica implícita de que apoyar al equipo mexicano es sinónimo de apoyar a México, el país.
Tras el triunfo mexicano ante Camerún en el Mundial de Brasil, el primer logro concreto en el Mundial, el Presidente Peña Nieto y las cuentas de marketing de la selección y la Federación Mexicana de futbol en redes sociales sincronizadamente pasaron del #Quierocreer al #Yacreo.
Las frases apelan evidentemente a un sentimiento común, de grupo, de esperanza, justo lo que parece faltar en México ante el panorama actual. La idea es: «ya me convencí, creo tengo esperanza». El «sí se puede» aspiracional de siempre.
Lo que quizás no pensaron sus asesores es que con el cambio, Peña Nieto parece indicar que entonces realmente no «creía» en el equipo mexicano, sino que sólo «quería», pero hasta que no vio resultados concretos, entonces ya creyó. Pero si esa lógica se aplica a su gobierno, no le irá muy bien.
Peña Nieto prometió, no llegar a un quinto partido, sino nada menos que crecer económicamente al 6% anual, cifra que no se ha alcanzado ni de lejos y probablemente no se logre en todo su sexenio. Además, al ritmo que lleva de incumplimiento, el Presidente necesitaría 32 años (5 sexenios) para cumplir todas sus promesas de campaña.
Si los mexicanos esperamos a ver resultados concretos y no slogans y campañas mediáticas para «creer», faltará mucho para darle a Peña Nieto su ansiado «#Yacreo».
Más aún, si su único logro importante son las llamas «reformas» estructurales, la manera poco transparente y renuente al debate real con que se buscan aprobar las leyes secundarias de la Reforma a las Telecomunicaciones (que da privilegios a Televisa y quita libertad al IFT y a la expresión en Internet) y la Energética (que privatiza muchos rubros y actividades sin garantías de transparencia y rendición de cuentas) más bien hace que Peña Nieto está mucho más cerca ante millones de mexicanos del: «EPN #Notequierocreer y #Notecreo».
En Twitter, @aleksweb.
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