Desde hace semanas, mil 500 presos palestinos realizan una huelga de hambre para exigir respeto a sus derechos fundamentales. En Israel hay 6 mil 300 palestinos presos, entre ellos hay 500 detenidos en prisión administrativa (sin juicio ni sentencia), 300 menores de edad, 61 mujeres y niñas, 13 parlamentarios y 28 periodistas. Mil de ellos tienen prohibido recibir visitas por “motivos de seguridad”.
Regeneración, 12 de mayo de 2017. Uno de cada cinco palestinos ha sido preso y todas las familias de Gaza y Cisjordania tiene un familiar en tras las rejas en condiciones inhumanas. Por eso el 17 de abril pasado, más de mil 500 presos políticos palestinos iniciaron una huelga de hambre por respeto a los derechos humanos. Su lucha evidencia lo más grave: Israel viola sistemáticamente derechos de los palestinos. El ejemplo del trato a los presos es el ejemplo más claro de eso: torturas, más de 500 detenidos sin juicio ni sentencia.
Los encarcelados exigen cambios en las condiciones de reclusión: acceso a lectura y estudios universitarios; dos visitas mensuales de una hora (actualmente es una sola de 45 minutos); atención médica adecuada y liberación de enfermos terminales o discapacitados. Además poner fin a las inhumanas políticas de detención: la tortura, el régimen de aislamiento prolongado, la detención “administrativa” (sin juicio y por tiempo indefinido) y el traslado de los detenidos a Israel –en violación de la IV Convención de Ginebra–, lo que dificulta severamente las visitas familiares.
Según la organización Addamir, hay unos 6 mil 300 presos, incluyendo 500 en detención administrativa, 300 menores de edad, 61 mujeres y niñas, 13 parlamentarios y 28 periodistas. Al menos mil tienen prohibido recibir visitas por “motivos de seguridad”, y entre 15 y 20 permanecen en total aislamiento.
En 50 años desde la ocupación de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, más de 800 mil personas han sido detenidas por Israel, lo que equivale al 40 por ciento de la población masculina palestina.
Más represión
Las autoridades israelíes han respondido a la huelga con violencia represiva, dentro y fuera de las cárceles. Los líderes fueron puestos bajo aislamiento y están siendo trasladados de una prisión a otra. A los huelguistas les han confiscado pertenencias personales (en algunas prisiones incluso la sal que ingieren con agua) y han suspendido las visitas, tanto familiares como legales. Por este motivo, los defensores de presos han boicoteado los tribunales militares, negándose a asistir a las audiencias.
El apoyo a la protesta continúa creciendo dentro y fuera de Palestina. La huelga general convocada en los territorios ocupados para el jueves 27 tuvo prácticamente un 100 por ciento de acatamiento. El viernes 28 la población palestina convocó a un “día de ira”, con numerosas protestas que fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas israelíes; se reportaron decenas de manifestantes heridos o detenidos. En las principales ciudades y universidades palestinas se han levantado carpas de solidaridad, y grupos de familiares o estudiantes se suman al ayuno. Un hijo de Marwan Barghouti, diputado palestino preso, convocó por las redes sociales al desafío de beber agua y sal en apoyo a los presos.
Apoyo internacional
El 1º de mayo, la Federación Sindical Mundial emitió una declaración de apoyo a los presos palestinos, a la cual se unió la Confederación Sindical Internacional. El mismo día los sindicatos palestinos llamaron a unirse al movimiento Bds para boicotear las empresas israelíes e internacionales que son cómplices de la ocupación, el colonialismo y el apartheid y presionar a los gobiernos para que corten relaciones militares y comerciales con Israel. “Reiteramos nuestro llamado al boicot contra Histadrut, el sindicato oficial israelí, por su complicidad con las violaciones del derecho internacional y su negativa a tomar una postura clara de apoyo a los derechos del pueblo palestino”.
Activistas se han unido a la huelga de hambre en varios países, mientras decenas en el mundo adhieren al desafío de agua y sal. Cientos de instituciones y profesionales del derecho en el mundo suscribieron a la declaración de solidaridad de la organización estadounidense de abogados National Lawyers Guild. También emitieron mensajes de apoyo el bloque de izquierdas del Parlamento Europeo y la Asociación Parlamentaria del Mediterráneo. La organización Samidoun registró 161 acciones de apoyo a la huelga de hambre entre el 14 de abril y el 7 de mayo.
Cuestión sensible
La cuestión de los presos y presas políticas es una de las más sensibles en Palestina, un país donde 21 por ciento de la población ha estado o está en la cárcel. La huelga de hambre y la represión que las fuerzas sionistas están desplegando dentro y fuera de las cárceles amenaza la ya deteriorada imagen internacional de Israel.
La lucha de los presos también tiene un potencial político. Para una población tan desgastada por la brutalidad de la ocupación como desesperanzada por la corrupción y las divisiones de sus dirigentes, el llamado que sale de las cárceles a la unidad por encima de sectarismos, puede levantar la moral y empoderar a la gente. Un movimiento de resistencia civil masiva, creciendo desde abajo, con un liderazgo potente como el de Marwan Barghouti, estaría en las antípodas de las estériles gestiones del desprestigiado Mahmoud Abbas, que buscan apoyo de los gobiernos occidentales.
Israel pretende desacreditar al movimiento de prisioneros y a su líder acusándolos de “terroristas”. Dejando de lado que la mayoría de quienes están en las cárceles jamás tomó un arma, o que cada año 700 niños palestinos son juzgados en tribunales militares por tirar piedras.
En una entrevista con The Washington Post, la parlamentaria y ex presa Jalida Yarrar afirmó: “El problema no son las acciones del pueblo ocupado, sino la ocupación misma. La gente sólo está reaccionando contra ella. Hay que conocer mejor lo que sufre a diario el pueblo palestino por la falta de libertad, los checkpoints, las
colonias, por no poder acceder a sus tierras, a su agua ¿Qué esperan
que haga un pueblo que soporta todo eso?”.
El propio Barghouti, también en huelga de hambre, que en su momento censuró los atentados contra civiles israelíes, afirmó que “no habrá paz ni seguridad sin el fin de la ocupación”.