«Juárez y el largo camino a la justicia», encuentro Dávila-Sicilia

Por: Willivaldo Delgadillo

El jueves 9 de junio Luz María Dávila se encontrará con Javier Sicilia en la entrada a Ciudad Juárez y le dará la bienvenida; cuando se abracen estarán fundiendo en una misma fuerza moral una exigencia que será imposible que el país y la comunidad internacional no escuchen ya: México exige paz con justicia y dignidad y miles están dispuestos a movilizarse para conseguir ese objetivo.  En ese abrazo también se estarán dando lo que Sicilia ha definido en una carta reciente dirigida a las víctimas en Juárez, como la primera justicia “que nos arrancaron y nos debíamos”, la del consuelo. En febrero de 2010 la señora Dávila le dijo a Felipe Calderón que no era bienvenido y le reclamó haber declarado que sus hijos eran pandilleros; también exigió justicia, no solamente para los suyos, sino para los hijos y las hijas de los demás.

Un año después de la masacre de Villas de Salvarcar y como reacción  al asesinato de su propio hijo, Sicilia emprendió el mismo camino que muchas madres han venido recorriendo desde hace varios años. Él lo sabe y por eso ahora viene a Juárez. No viene solo, sino abrazado de otras víctimas en la también llamada caravana del consuelo.
 
Sicilia ha dicho que viene a Juárez porque es la ciudad más sufrida, porque en ella se concentra el dolor del país, pero también ha escuchado a las organizaciones y ciudadanos que le han hecho ver que Juárez es también el lugar en el que se ha resistido, se ha denunciado y desde donde ha empezado a forjarse la esperanza. Las palabras y la actitud de Luz María Dávila ilustran los alcances de esa fuerza. “Mil gracias”, dice Sicilia en otra carta, ésta dirigida a las organizaciones de Chihuahua y Ciudad Juárez, “ por sus enseñanzas y el ejemplo de dignidad frente a la irracionalidad de lo inhumano”.  

Las organizaciones sociales, los colectivos de arte y la sociedad civil en general han sido convocados a Juárez con el objetivo de signar un pacto político entre ciudadanos y a discutir los términos del emplazamiento al Estado. Sin embargo, hay reticencia y desconfianza entre algunos, y por momentos parece que mientras el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad intenta consensuar los contenidos y las formas para emplazar al gobierno, algunos actores se mantienen en los márgenes, pagan por ver, y se preparan para emplazar a Sicilia, en caso de que, como lo vaticinan, el poeta termine manipulado o vendiéndose a intereses inconfesables. Sin embargo, conforme la caravana avanza, ese lamentable espectáculo tiende a diluirse en la multitud de voces que debaten y procesan reclamos al interior de lo que Miguel Angel Granados Chapa catalogó en un artículo reciente como un gran foro móvil.  

En contraste a quienes dudan, se escuchan voces como la de Gerardo de la Torre, escritor y viejo militante comunista, quien le comentó al periodista Emiliano Ruiz Parra durante la marcha del 8 de mayo: “Nunca me imaginé que vendría a una marcha por una razón como ésta: para detener una guerra en México. Y menos encabezado por un poeta católico”. En efecto, este movimiento múltiple y diverso que paso a paso construye los términos de su horizontalidad ha sido convocado por un poeta católico que se dirige a las víctimas como “mis hermanas y hermanos en el dolor y en el amor”, y que las llama a movilizarse diciendo “no nos dejen, como tampoco nosotros los dejamos. Sólo así podemos volver a recuperar la paz, el amor y la justicia que nos han arrancado”. 

Pero es necesario no perder de vista que se trata de un movimiento convocado desde el agravio; no olvidemos que el poeta católico es también el padre de un joven asesinado. Y reconozcamos que ha tenido la entereza y la congruencia de salir a la calle para exigir justicia, como lo han hecho tantos que han sido acallados por los altoparlantes del Estado. Desde algunos sectores se ha criticado y con razón que quienes rodean a Sicilia son hombres y que faltan las mujeres. Es cierto, pero también es importante hacer notar que el movimiento de Sicilia ha contribuido a incorporar a los hombres al coro de voces que exige justicia en las calles. En Juárez han sido principalmente las mujeres quienes han encabezado estos reclamos ante la constante pregunta ¿dónde están los hombres? También se impone hacer notar que en el discurso y en el horizonte de este foro en movimiento hay un reconocimiento del liderazgo de las mujeres en la lucha contra de la violencia de género.  Y por eso una de las paradas importantes del itinerario de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad será el Campo Algodonero. Ese sitio es emblemático de la exigencia de justicia y reparación de los daños para los miles de la víctimas de feminicidio y de la demanda de medidas efectivas de no repetición. 

Es necesario pasar ahora de esa primera justicia, la del consuelo, a la segunda justicia, que tal vez sea en la que nos reflejemos los más, “la que el Estado mexicano nos debe a todos”. En este sentido, la desmilitarización del país es un asunto preponderante. El ejército debe salir de las calles; esa exigencia es la condición para restablecer el estado de derecho. También debe evitarse la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional que normalizaría el estado de excepción no declarado en que se encuentra el país. Sin embargo, desmilitarizar México implica también desmontar el imaginario de guerra que se ha instalado en algunos sectores de la sociedad. Luz María Dávila tuvo la intuición y el valor de plantarse frente a la maquinaria de guerra, negándose a aceptar el discurso belicista con el que Felipe Calderón pretendía reducir a sus hijos a daños colaterales. Ahora Sicilia nos convoca a que nos organicemos para emprender el largo camino a la justicia. Entre ambos le han arrebatado la autoridad moral a un presidente y han construido una plataforma ética para emplazar al Estado. Nos toca sostenerlos y sostenernos. Este encuentro en Juárez podría ser un poderoso punto de inflexión, cuyo horizonte sea el final de una guerra absurda y la la refundación del país.
 
{jcomments on}