«Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario.»
— Ernesto Che Guevara.
Por: María Santos | @marifersv94
Regeneración, 17 de noviembre de 2014.-Este lunes 17 de noviembre todos los mexicanos estamos descansando, aprovechando el puente. No hay trabajo, no hay clases. Esto debido a que el jueves 20 de noviembre se celebra el aniversario de la Revolución Mexicana. La mayoría de mis compatriotas no tienen ni la más mínima idea de lo que sucedió. Solamente celebran el suceso revolucionario por el hecho de que les da un día de descanso: lo demás, no importa. Debido a este puente, me parece ad hoc compartir con ustedes una reflexión sobre el 20 de noviembre.
Para quienes sí saben qué sucedió aquél 20 de noviembre de 1910 y en sus consiguientes años, les pregunto directamente: ¿qué celebran? Es decir, nunca ganamos la revolución. No hay por qué engañarnos. ¿Cómo puedo afirmar esto? Simple y sencillo: el objetivo no fue logrado. La razón por la que se levantaron en armas en contra de Porfirio Díaz Mori fue que les había quitado deliberadamente las tierras a los campesinos y las había vendido a extranjeros para fomentar la inversión, entre otras cosas. Estos campesinos reclamaron su propiedad, pues antes del gobierno de Porfirio, ya se les habían sido reconocido como tal. Simplemente Díaz ignoró eso totalmente, infringiendo la ley. De todos modos los despojó de sus tierras.
Entonces, el objetivo principal de la Revolución Mexicana era que les devolvieran sus tierras a quienes se las habían quitado. Pero eso no sucedió. No les restituyeron sus tierras, se las dotaron. Ahora explico ambos conceptos. La restitución consiste en que se devuelve al dueño su terreno y se reconoce por ley que él es el propietario. La dotación consistió en que después de que los campesinos solicitaran al gobierno que les devolvieran sus tierras, sólo si cumplían con ciertos requisitos, se las otorgaban. ¿Cuál es la diferencia? Que en la restitución se les reconocía la calidad de propietario y en la dotación era como regalarles la tierra si la solicitaban cumpliendo los requisitos. Esta fue una estrategia excelente del nuevo gobierno post-Porfiriato; así, los revolucionarios, al no ver la diferencia, pensaron que ganaron y el gobierno evitaba nuevos levantamientos. Es por esto que hago la aseveración de que el pueblo no ganamos la revolución: no cumplimos el objetivo y, nuevamente, fuimos engañados.
No sólo nos engañaron, sino que silenciaron las voces de la justicia y la libertad. Entre muchos otros, silenciaron al gran Ricardo Flores Magón. Los hermanos Flores Magón eran tres: Jesús, Ricardo y Enrique. Ricardo es el más conocido y prominente. Fue su idea fundar el periódico Regeneración, junto con su hermano Jesús, el cual era un medio anti-Porfirista de crítica a la corrupción del sistema judicial en el régimen dictatorial de Díaz. El periódico Regeneración era el medio periodístico anarquista más importante de ese tiempo. Esto, causó que lo encarcelaran. Es decir, que lo silenciaran. A lo largo de 17 años, se publicaron 381 números. Fue en 1918 cuando el proyecto acabó.
Afortunadamente, Regeneración, aunque simbólicamente, revivió: el primero de enero del 2010, se creó un periódico, no anarquista pero sí de tendencia izquierdista, que utiliza el mismo nombre simbólico de la Revolución Mexicana. Hasta la fecha, después de casi 5 años de su fundación, Regeneración defiende los principios revolucionarios. Y es el periódico que ustedes, queridos lectores, están leyendo.
En fin, independientemente del debate de si verdaderamente ganamos o no la Revolución Mexicana, está una segunda cuestión: la situación actual de México. Tenemos un presidente al que le queda grande el cargo. Un secretario de gobernación que no hace bien su trabajo. Un gobierno en el que el presidente de administración de una televisora le dice qué hacer al presidente. Tenemos a uno de los más grandes millonarios de Forbes y, al mismo tiempo, 53.3% de la población en pobreza. Vivimos en un país de corrupción, inseguridad, desigualdad y violencia. Vivimos en un país en donde la diferencia entre gobierno y crimen organizado es una línea muy borrosa. ¿Qué carajos estamos festejando?
Como mencioné en mi artículo de hace dos semanas, “¿Es posible que se vaya Enrique Peña Nieto? regeneracion.mx/opinion/es-posible-que-se-vaya-enrique-pena-nieto/”, en dos años han desaparecido a más de 10,000 personas, han aparecido muertos más de 60,000 muertos, los secuestros subieron en 15% en comparación con Felipe Calderón y las extorsiones se elevaron en 24%. Todo esto sin contar a los 43 de Ayotzinapa, los 300 desaparecidos de Allende y los muertos de Tlatlaya: todos, crímenes de lesa humanidad. Estos hechos no son más que una pizca de evidencia de lo que vivimos día a día en México. Seguramente hay numerosos crímenes de la misma magnitud que no han salido a la luz. Qué desgracia de situación. Y toda esta violencia es un obstáculo para el auge económico y progreso del país, así como una violación a los derechos humanos y a la seguridad que nos debe de otorgar el gobierno al pueblo.
Este 20 de noviembre han convocado un sinnúmero de organizaciones, escuelas y asociaciones a un Paro Nacional, como una forma de protesta. En lugar de sucumbir ante todos los incentivos manipuladores del gobierno, como lo es la entrega sospechosa de televisiones gratis que tanto ha causado revuelo, protestemos unidos todos como mexicanos en contra de esta terrible situación en la que vivimos.
Los invito a unirse al Paro Nacional. Los invito a formar parte de esta nueva revolución. No una revolución armada, pues la violencia nunca es la solución. Sino, los invito a formar parte de esta revolución ideológica y de conciencias. El pueblo está reaccionando: ¡despierta!
No hay nada qué celebrar: ni ganamos la Revolución Mexicana, ni estamos en un circunstancias merecedoras de festejo, ni reconocemos al gobierno que tenemos. No festejemos la opresión.
Todos somos presos de este régimen autoritario y violento. Pero si nos manifestamos, todo el pueblo unido, venceremos. Somos más: démonos cuenta del poder que tenemos, porque si los de abajo nos movemos, los de arriba se derrumban. Somos los de abajo y vamos por los de arriba. A fin de cuentas, protestar pacíficamente es lo único que podemos hacer dentro del marco de la ley.