Tres hechos han marcado la agenda de los últimos días: la crisis política que asedia a la coalición gobernante, la exigencia estudiantil por la reforma educativa y los fantasmas aun latentes del autoritarismo, heredado por el régimen militar.
¿Cuál es el problema de estos tres asuntos? Hay una crisis democrática en Chile, que va desde la imposibilidad del gobierno de generar una alternativa al neoliberalismo, hasta el mantenimiento de las estructuras de la dictadura.
Después del gobierno militar, quien asumió la batuta en el gobierno fue la “Concertación de Partidos por la Democracia”. En ella convergieron el Partido de la Democracia Cristiana (DC), el Partido Socialista (PS) y el Partido Por la Democracia (PPD), El Partido Radical Social Demócrata (PRSD), entre otros. En la última elección presidencial también se sumó el Partido Comunista (PC), y ahora a esa misma coalición se le nombró “La Nueva Mayoría”.
La crisis política que ha vivido el gobierno bajo estas siglas, debido a casos de corrupción y tráfico de influencias ha dejado al desnudo también otras problemáticas: La Nueva Mayoría (antes Concertación), fracasó rotundamente en el cumplimiento del proyecto histórico que le dio vida. Ni ha desmantelado las estructuras de la dictadura, ni ha configurado un proyecto distinto al neoliberalismo.
Una de las principales consignas en las marchas estudiantiles en lo que va del año se ha basado en exigir que haya democratización en el proceso de la Reforma Educacional anunciada por Michelle Bachelet.Esto se produce por la inexistencia de mecanismos reales que incluyan a la ciudadanía en la definición del rumbo nacional.
Al mismo tiempo, y a la par de la falta de inclusión de la sociedad en las decisiones gubernamentales, existe con toda su fuerza la represión ejercida por los carabineros. Estos elementos de policía fueron utilizados por la dictadura para reprimir cualquier intento de protesta social en las calles, y lejos de ser desarticulados durante los gobiernos de transición, los carabineros siguen funcionando con todo su poder.(es que no eran un agente especializado de la dictadura como la CNI, o a Dina) En cada marcha, los carabineros han hecho presencia para arrestar estudiantes y disolver la protesta.
De lejos pareciera un asunto menor, sin embargo, los guanacos (carros lanzachorros) además de tener elementos químicos que producen un ardor terrible (junto con el gas pimienta), han sido utilizados de manera directa contra los manifestantes.
El caso más reciente se dio el 21 de mayo en la ciudad de Valparaíso, donde los carabineros hicieron uso de violencia desmedida contra el estudiante Rodrigo Avilés, a quien derrumbaron al suelo con la fuerza del guanaco. La vida del joven ahora se encuentra en un estado de extrema gravedad y el pasado jueves 150 mil chilenos se solidarizaron con él, marchando por una de las principales arterias de la capital de Santiago de Chile.
No solo eso, las marchas, cabe destacar, por ley tienen que ser autorizadas por el intendente de la ciudad. Si una de ellas no recibe el permiso respectivo, las fuerzas de los carabineros tienen toda la autorización para disolverla e impedir la protesta.
Ahora bien, si estos ejemplos no convencen a cualquiera de que la dictadura sobrevive, sí lo podría hacer el hecho de que la Constitución política es la misma que se aprobó durante el gobierno de Augusto Pinochet. Es decir, la máxima ley que gobierna Chile es la misma que dejó la dictadura.
Durante la campaña presidencial, Michelle Bachelet anunció como propuesta de gobierno el cambio de Constitución. El debate ahora, es que hasta el momento la presidenta no ha anunciado el mecanismo constituyente.
¿Cuál es el problema entonces? Que las fuerzas derechistas (que tienen aún una enorme cuota de poder debido al ordenamiento del sistema político binomial), en alianza con sectores de la Nueva Mayoría, pugnan porque los mecanismos se elijan desde el sistema político (desdelos poderes del parlamento, el ejecutivo, los ministros, étc), sin incluir a la ciudadanía en un enorme proceso constitutivo.
Nuevamente, en algo tan vital para Chile,- como lo es su ordenamiento constitucional-, el gobierno intenta negar a la sociedad su involucramiento en lo político, en la toma de decisiones.
Por ahora, la moneda está en el aire, o se permite que el país persista con su dictadura, represión y verticalismo, o la sociedad toma papel en lo que le corresponde.
No cabe duda que la disyuntiva Dictadura -Democracia persiste. No hay medias tintas, se es o no se es.