Alrededor de las 8 de la noche las escalinatas del Ángel de la Independencia comenzaron a recibir los jubilosos de la democracia.
Por: Blanca Juárez
Regeneración, 2 de julio de 2018.- En la Victoria Alada comenzaba el camino del festejo. El destino de esta ruta, que tanto se ha recorrido para protestar, terminaba en el Zócalo: con Andrés Manuel López Obrador.
Alrededor de las 8 de la noche las escalinatas del Ángel de la Independencia comenzaron a recibir los jubilosos “de la democracia. Porque eso es lo que celebramos hoy, el triunfo de la democracia”, explicó en entrevista Pamela Nazario.
Es la segunda vez que la joven de 25 años votó por López Obrador. Antes lo hizo en las elecciones de 2012. En la primera de las tres candidaturas del tabasqueño, en 2006, ella aún no podía sufragar.
“Pero lo hubiera hecho. Y hoy, al ver que ganó la presidencia, me siento feliz por todos nosotros. Hicimos respetar nuestra decisión”, dijo tosiendo para aclarase la voz que se le comenzaba a quebrar.
La glorieta del Ángel estaba vigilada por decenas de policías de tránsito. Algunos de los oficiales resguardaban el monumento desde las 5 de la mañana. Hacían guardia con otros tantos reporteros que documentaban la algarabía.
La celebración ahí fue más íntima. No fue masiva como en el Zócalo, pero quizá estaban igual de emocionados. Y ante la ausencia del “Peje”, Víctor Gómez, de 47 años, acaparaba las cámaras. Su muñeco de Andrés Manuel con el puño izquierdo levantado, una banda presidencial y un par de dientes blancos, era muy solicitado para retratarse junto a él.
Al preguntarle a Gómez por qué voto por López Obrador, soltó una risa y respondió con otra interrogante: “¿Cómo que por qué? Su plan de trabajo es coherente y lleva muchos años estructurándolo”.
Recordó los meses de julio de 2006 y 2012. “Fueron tan hirientes, tan desoladores que ahora no me lo creo. Quiero escuchar varias veces que sí ganamos para saber que es real”.
Brenda Vázquez, de 30 años y Ángel Figueroa, de 27, fueron al Ángel para compartir su “felicidad porque ahora no hicieron el fraude. Ya conocemos por fin qué es la democracia”. Tenían cierta esperanza, comentaron, porque “vimos que en las campañas mucha gente participó y que este domingo salieron a votar. Las casillas estaban llenas”.
Si bien la concurrencia no fue tan amplia, bastaba para que el griterío se escuchara a varias cuadras. Los automovilistas que conducían sobre la avenida Reforma tocaban el claxon de en solidaridad y de nuevo prendían el ambiente.
A lo largo de esa avenida, rumbo al centro de la capital mexicana, el ruidero de los conductores seguía. Pasadas las 11 de la noche ese sonido llenaba la oscuridad. Algunos caminaban hacia el Zócalo, donde seguramente ya no cabían.
Los transeúntes comentaban lo mismo: Andrés Manuel López Obrador. Un señor hablaba con su esposa contra el virtual presidente: “Es un populista”. Una chica le platicaba a su novia: “vi en Twitter que en su mensaje habló de la diversidad sexual”.
Si la Victoria Alada señalaba con su mano el rumbo, hacia el norte, sobre avenida Reforma, el antimonumento por los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala mostraba que la ruta debía desviarse. Ahí había que dar vuelta sobre avenida Juárez.
Entrada la media noche en esa vía sólo quedaba la huella del paso de Andrés Manuel. Algunos trabajadores de limpia comenzaban a barrer los papeles metálicos y brillosos que seguramente explotaron por el tabasqueño.
Y entre tantas porras a López Obrador, se escuchaba el canto de una adolescente, quien bailaba su tonada: “¡Abrazos, no balazos!”.