EDITORIAL
Nos encontramos de nuevo en una disyuntiva similar a la que vivió el país hace 100 años: la opresión y la injusticia se han vuelto insoportables; y el remedio sólo puede venir del pueblo.
Afortunadamente, muchos mexicanos saben o intuyen que el cambio que se necesita no vendrá de arriba, del PRI o del PAN, de la clase política o de la oligarquía, que desprecian a la gente y no les importa el destino del país.
Estamos convencidos que sí hay alternativa: Con la concientización y la organización ciudadana, con una insurgencia cívica masiva, capaz de hacer inevitable el cambio, podrá triunfar el movimiento popular y establecer una democracia verdadera. Sólo así, entre todos, lograremos la transformación de México.
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