Por Cristina Barros*
El sábado 28 de julio ya cerca de las doce de la noche, recibí una llamada: cientos de granaderos suben por Luis Cabrera, avisa por favor. Luego sabríamos que además había patrullas y paneles apostados en las entradas de La Magdalena Contreras; nos sitiaron.
Narran quienes querían llegar a su casa, que tardaron hasta dos horas para lograrlo. Una de nuestras vecinas comentaba que cuando vieron el enorme despliegue policiaco, pensaron que habían agarrado a una peligrosa banda de narcotraficantes; pero no era así, al día siguiente supo que el operativo tuvo por objeto reprimir a quienes intentaban defender un lugar emblemático para Contreras: la Glorieta de las Quinceañeras.
Esa glorieta con sus fuentes, sus cipreses y añosos pirúes, cobijó a jovencitas y recién casados como escenario para la foto del recuerdo. Ocho días antes, como parte de las actividades para defenderla, hubo un día de campo y un concierto. Los niños se convirtieron en protectores de los árboles.
El 29 de julio el escenario fue otro: granaderos y granaderas se lanzaron con violencia contra una treintena de personas; la consigna no era disuadir, sino golpear. Como antes de ir hacia allá tuve que llamar a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, y como todas las calles estaban cerradas, llegamos cuando la golpiza estaba en su peor momento. Oía por el celular los gritos desesperados de una de mis compañeras:
nos están golpeando, avisa por favor, que se presente la Comisión; pero los observadores no pudieron llegar.
Cuando por fin estuvimos donde tenían secuestrados a nuestros compañeros y vecinos, conocimos por sus golpes y testimonios la magnitud de la represión. Yo misma quedé con ellos en el cerco que duró desde la una hasta casi las seis de la mañana.
El propósito era que nada interrumpiera los trabajos de la empresa Riobóo, subcontratista de OHL: cercar el camellón de la avenida, cuyos árboles serán talados, y también la glorieta. Poner al servicio de concesionarios privados recursos públicos, mientras a la ciudadanía se le impide el libre tránsito y su derecho a defender sus espacios de identidad, el acceso a la información oportuna y a la participación.
Las redes sociales han sido salvadoras. Gracias al Twitter la noticia se extendió a pesar de la hora y siguió girando al día siguiente. Luego Luis Zambrano, uno de los golpeados, investigador de la UNAM, subió su testimonio a su blog: ecosistemasurbanos.blogspot.mx.
No olvidaré que esa misma noche, adolorido, pues se ensañaron con él y con Mónica, su esposa, les explicaba a los granaderos que no sólo defendíamos nuestro espacio, sino el futuro de la ciudad, que si se seguían haciendo vialidades como la Supervía sobre los suelos de conservación, nos quedaremos sin agua; que los socavones y fracturas, así como los
tembloresen Chalco, eran consecuencia de la urbanización que aumentó en estos últimos cinco años.
Lo ocurrido el domingo en la madrugada es un aviso para todos los habitantes del Distrito Federal, y para el Frente Amplio contra la Supervía en particular. Este gobierno tiene un proyecto: hacer carreteras en el sur y el poniente; especular con la tierra, urbanizar. Sigue el arco sur que detuvieron por las elecciones.
El jefe de gobierno escribió en Twitter el sábado 28
Significado de Delenda est Cartago?Cartagena fue destruida con saña por oponerse a los romanos; sus habitantes fueron convertidos en esclavos y sus tierras cubiertas de sal para que nada pudiera crecer. ¿Eso quería decir el mensaje?
A mis paisanos les digo: en el Distrito Federal y en la cuenca de México habrá hundimientos y escasez de agua si permitimos que avance este proyecto demoledor, si no salimos a la defensa unos de otros. Ya se anunció que habrá represión. Pondrán a vecinos contra vecinos. La ciudad es un botín y no hay respeto por la ley. No nos engañemos: ni este gobierno es verde ni aquí se respetan los derechos humanos.
* artículo publicado en La Jornada: http://www.jornada.unam.mx/2012/08/03/opinion/022a1pol