Venezuela y la relección de Trump

Y es que el inquilino de la Casa Blanca necesita la victoria del Partido Republicano en noviembre para evitar el impeachment y satisfacer su obsesión de ser relecto en 2020.

Por Ángel Guerra Cabrera

Hablar de agredir militarmente a la República Bolivariana de Venezuela se ha convertido en lo más natural en los medios hegemónicos de comunicación. Nada vale para ellos el derecho de los pueblos a su soberanía, a la no intervención, la solución pacífica de las controversias y la no amenaza y no uso de la fuerza, principios que aún forman parte de la Carta de la ONU y de muchas constituciones, incluida la de México. Principios que no pueden ser condicionados por ningún otro, como los derechos humanos, invocados hipócrita y descaradamente por los neoliberales. Pues, qué otro patrón de acumulación que no sea el neoliberal, pisotea y viola con más ferocidad y alevosía todos los derechos humanos. Para esos medios tampoco existe la sistemática guerra a que ha sido sometida Venezuela desde hace 16 años.

Estados Unidos es el autor principal en la imposición de este estereotipo a las audiencias de su gigantesca maquinaria mediática, pero también ha contribuido mucho a ello el ahora alicaído Grupo de Lima, cuyos gobiernos fundadores gozan de los más altos grados de impopularidad y repudio en nuestra región. Aunque ahora digan lo contrario, también, por acción u omisión, han llevado mucha agua al molino de la acción militar contra la patria de Bolívar.

Es este contexto, Donald Trump, presidente de la potencia del norte, cargó implacablemente contra Venezuela por enésima vez la semana pasada, ahora en la Asamblea General (AG) de la ONU y luego reiteró a periodistas que todas las opciones están sobre la mesa, todas. Las fuertes y las menos fuertes. En tono amenazante añadió: ya saben lo que quiero decir con fuertes.

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Sin embargo, ese mismo día el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, argumentó muy sólidamente ante la AG el mapa de la sistemática agresión de Estados Unidos contra Venezuela en todos los órdenes, particularmente la guerra económica y el daño que ha hecho al pueblo venezolano. Maduro denunció el montaje mediático de la supuesta crisis humanitaria y migratoria, así como la actividad para aislar y acosar a Venezuela desarrollada por Washington y sus aliados en el seno de distintas instancias y agencias del organismo internacional. Puso en evidencia de manera descarnada la activa participación de las autoridades y la oligarquía colombiana en el recientemente frustrado atentado con drones contra su persona y en el entrenamiento durante meses en ese país de los ejecutores.

El mandatario también subrayó que el mismo había sido preparado, planeado y financiado desde Estados Unidos y puntualizó que por vía diplomática Caracas envió a Washington las pruebas y nombre de los detenidos durante la investigación sobre el intento magnicida. Más aún, solicitó al secretario general de la ONU la designación de un delegado especial del organismo internacional que se ocupe de encabezar una investigación independiente sobre los hechos y expresó su esperanza de que la FBI acceda a participar junto a las autoridades venezolanas en su esclarecimiento.

Maduro también reiteró su apertura a conversar con Trump. Yo estaría dispuesto –dijo– a estrechar la mano del presidente de Estados Unidos, a sentarme a dialogar sobre las diferencias bilaterales y los asuntos de la región, que así sean considerados. A nadie enterado escapa que, por ahora, el más probable curso de acción militar contra Venezuela no es la intervención estadunidense directa. Caracas es un hueso militarmente duro de roer con su unidad cívico-militar y su armamento, por lo que no debe descartarse una aventura de varios ejércitos de Sudamérica.

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En todo caso, Trump acusó recibo positivamente al ofrecimiento del líder venezolano y se llegó a especular por algunos medios sobre un encuentro bilateral pero nada ocurrió y después el tema ha decaído informativamente. Existen fuertes rumores que achacan la frustración de la eventual reunión a acciones del ex presidente de Colombia Álvaro Uribe y su amigo y aliado el senador Marco Rubio, que habrían animado a la jauría mediática a rasgarse las vestiduras ante la mera posibilidad de la cita. De lo que no cabe duda es que son los legisladores cubanoestadunidenses, mejor conocidos como mafia de Miami, y Uribe, los más interesados en promover el ataque a Venezuela en la modalidad que sea posible.

El ex jefe de personal de Obama en la Casa Blanca y alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, declaró hace unos días que Trump podría estar pensando en un ataque a Venezuela antes de las elecciones de noviembre para desviar la atención de los innumerables escándalos y acusaciones que lo acosan. Y es que el inquilino de la Casa Blanca necesita la victoria del Partido Republicano en noviembre para evitar el impeachment y satisfacer su obsesión de ser relecto en 2020.

Twitter: @aguerraguerra