“Y ¿quién le hará justicia al “ratero?

Porque así como ellos yo también soy reducido, en proporción al desempleo o dizque “línea de bienestar económico”, al deshumanizado número estadístico aquél, a personificar a “El Clandestino” o espurio “Los Demás” que el “Don Burócrata estigmatiza”

Por Hakobo Morá | Facebook: Hakobo Morá / Twitter: @Hakobo_MorA

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Regeneración, 22 abril del 2016.-El 18 de abril, 12:00 a. m. del día, en pleno centro de Zacapoaxtla, y sin tanto argüende, me “asaltaron”. Tres señores Tin Tan gris technicolor encarnando la histérica alma nacional: amolados, harapientos y sin el espíritu del bocado posible. Tres “Don”, y bajo un solazo, cundiéndome de hartas cachetadas guajoloteras y hartos “chíngate”; uno de ellos –¡artista!– me birló tomándome una fotografía con mi excelular que seguro llevará el título de “Yo, ahí atarantado, y en el suelo”.

Sí: no me moretearon físicamente a pesar de que hoy aún permanezca en cama; sin embargo, sé que ellos se hallan heridos de manera mortal: están sepultados moralmente ¡vivos! Éstos, sí: ciudadanos abofeteados y despojados del México democrático: la posibilidad de un trabajo digno. Ciudadanos extremados hacia la miseria humana. Ciudadanos criminalizados por la ¡pinche hambruna agigantándose! Y aquí sí no hay gato encerrado, y los tres Tin Tan que me “asaltaron” están lacerados ¡hasta el tuétano! por la extinción humana emprendida por el Estado mexicano.

Sin el determinismo pueril “el pobre siempre roba”, han sido tratados, sí, “55.3 millones de vulnerables” (CONEVAL) como ciudadanos de segunda clase: sin un salario ni prestaciones suficientes, superviviendo ¡a todo y a todos! en alcantarillas, lotes baldíos, puentes peatonales o trecho y “techo” cual sea –como “La Ninfa” indigente alguna vez en Zacapoaxtla. Porque sí, sí, somos del “ay sí, Dios mío, ay sí, mi chiquito sustote, ay sí, ¡me atracaron a mí!”, pero ¿podrían ponerse Uds. en los zapatos de ellos? ¿Protegerlos de la bestialización por generaciones, del envilecilecimiento estructural, de la impune cacería y despeluchamiento económico de los “bien” ubicados mangantes institucionales: rateros asociados de cuello blanco?

Porque así como ellos yo también soy reducido, en proporción al desempleo o dizque “línea de bienestar económico”, al deshumanizado número estadístico aquél, a personificar a “El Clandestino” o espurio “Los Demás” que el “Don Burócrata estigmatiza”, y que continente al “46.2%” de la población, la que merca en negro e informalmente lo “robado” bajo la oferta y la demanda del “entre nosotros”, al fulano enfurecido y desesperado con su “mucha perra hambre” desgarrándole a diario las entrañas, al “¡reducto delincuencial va a la cárcel!”, al sobreviviente de la delincuencia que la nota policiaca consigna –editorial común y corriente con la que intenta lavarse las manos el corruptor Estado mexicano.

Bajo el peso del “qué bueno no te mataron ni te hicieron daño alguno como a otros”, diré que ¡qué bueno me tocó a mí y no a ninguno de Uds., porque sé que luego luego hubieran salido corriendo a denunciar a alguna Agencia del Ministerio Público! ¡Qué bueno fue a mí porque ya era mi turno me fotografiaran echado como el chicho que se compra un celular (dentro del chafa e incierto “poder” adquisitivo en México) y lo farolea frente al No. “991.3 mil en pobreza extrema” en Puebla! Que ¡qué bueno fue a mí porque la aleccionadora experiencia me hace consiente de que me cubre una capa gruesa de indiferencia social; que “otro” celular nuevo jamás abolirá al celular robado: emergente realidad de un México que se derrumba; que nada sucede ni porque te quites, ni porque te pongas; que no he pegado el grito al mirar cómo, a costillas nuestras, “Don Gobierno” se forra los bolsillos con dineros públicos; que complicidad es también acallar aquella fechoría o arbitrariedad cometida por políticos-banales del mal; que es vital chistar en alto lo que ocurre en contra de los “11.4 millones pobres extremos” en el país…! Y qué bueno fue a mí porque, después de todo, y entre el “botín” hurtado por “los pobrecitos aquéllos”, una parte de mí quizá los hará sentirse mejor consigo mismos.