La copa menstrual es un dispositivo alternativo a las toallas higiénicas desechables y los tampones, está hecho regularmente con silicón quirúrgico o elastómero termoplástico y dura entre 6 y 10 años
Regeneración, 11 de abril del 2016.-El 3 de febrero pasado, la COFEPRIS, (Comisión Federal para la protección contra riesgos sanitarios) emitió una alerta sanitaria en contra de la copa menstrual. Este dispositivo, no desechable, pone en riesgo el mercado de grandes empresas como Kimberly Clark.
La copa menstrual es un dispositivo alternativo a las toallas higiénicas desechables y los tampones, está hecho regularmente con silicón quirúrgico o elastómero termoplástico y dura entre 6 y 10 años. Su costo es recuperado a los pocos meses de compra por lo que representa una amenaza para las empresas productoras de toallas y tampones.
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La Cofepris emitió a inicios de febrero pasado una alerta sanitaria con el argumento de que dicho dispositivo no cuenta con un registro sanitario en México que avale la calidad de los materiales empleados en su fabricación. Según el comunicado la copa menstrual “carece de evidencia científica avalada por la Cofepris”.
Desde hace cerca de diez años la copa menstrual se ha difundido en México a través de distribuidoras (importadoras de copas autorizadas) tiendas ecológicas, y promotoras educadoras de la salud sexual. Entre sus ventajas se encuentran, según sus usuarias, que además de ahorrar ayuda a tener una buena salud ginecológica al evitar las infecciones relacionadas con el uso de tampones o toallas cuyos componentes contienen blanqueadores o pesticidas.
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En México el mercado de copas menstruales está compuesto en su gran mayoría por marcas importadas de otros países que cuentan con certificaciones sanitarias en sus lugares de origen como la DivaCup, Sckooncup, Mooncup USA, y Lilycup entre otras, certificadas por la FDA (Food and Drug Administration) en los Estados Unidos y Meluna, marca alemana producida con termoplástico elastómero, cuenta con una certificación ISO9001, por calidad de fabricación, esta calidad de certificación es controlada y certificada por el TÜV según la norma DIN:ISO 9001:2000. Cada marca cuenta con diferentes certificaciones de acuerdo a las regulaciones propias de cada uno de los países donde se fabrican las copas.
Organizaciones como Femme International distribuyen copas menstruales a estudiantes de África Occidental a través de programas como Manejo de Salud Femenina, junto con educación sexual que ayuda a las poblaciones de niñas a asistir a la escuela ininterrumpidamente durante sus menstruaciones. La copa también permite que las familias ahorren al no tener que gastar en toallas sanitarias.
En países desarrollados, cuenta Sabrina Rubli la copa menstrual es una opción más ecológica, sencilla, económica y dinámica para las mujeres, mientras que en los países en desarrollo, puede ser una solución que cambia vidas, “es una solución que alivia cargas económicas y abre la puerta a una mejor educación sexual y por lo tanto una mayor calidad de vida.”
Para Ileana Cruz, educadora sexual mexicana, la alerta sanitaria de la Cofepris es un intento por causar miedo y desprestigio hacia un producto que atenta contra el uso indiscriminado y constante de desechables. “La alerta por sí misma no especifica cuál es el riesgo a la salud que constituye la copa”.
Además, añade, “esta alerta niega que haya habido intentos por obtener el registro sanitario necesario, cuando varias distribuidoras y productores los han impulsado. Ellas han estado interesadas en validar y obtener el registro debido a que no todas las marcas cuentan con la misma calidad y éste ayudaría a regularla en el mercado.”
La Cofepris a través de su comunicado recomienda a la población “no adquirir ni consumir este producto”. Ante esta situación, varias promotoras de salud sexual femenina se han manifestado argumentando que en la alerta, la copa es considerada un dispositivo médico de clase 2, (cuando el tampón no se considera siquiera dispositivo médico, y su uso sí está relacionado de manera probada con muertes por síndrome del shock tóxico). Cuando se considera a la copa menstrual como dispositivo médico de tipo 2, se le exige un registro sanitario. El tampón, que también se introduce en el cuerpo de la mujer, no es considerado como dispositivo médico sólo por ser de tela así que a este producto no se le exigen las mismas condiciones reglamentadas de producción ni manejo.
Este tipo de contrastes ponen en evidencia, según María Fernanda Ríos, usuaria de la copa, la complicidad entre la Cofepris y las grandes empresas productoras de artículos para la mujer, que, “antes de preguntar o investigar con las usuarias de copas sus efectos en la salud”, hacen caso a regulaciones que ignoran por completo el derecho a elegir de las mujeres.
El comunicado de Cofepris estipula que en casos de omisión a la alerta, empresas y distribuidores pueden hacerse acreedoras a sanciones administrativas superiores al millón de pesos, y para el caso de agencias de paquetería o envíos internacionales, estas deben abstenerse de realizar envíos de dispositivos médicos. Dicho documento, puesto a disposición en esta publicación, no especifica cuáles son los riesgos del uso de la copa menstrual.