Europa gira a la derecha a 80 años de los Juicios de Núremberg

El proceso que inauguró el derecho penal internacional cobra nueva relevancia en una Europa marcada por el ascenso de la ultraderecha

Regeneración, 20 de noviembre 2025– Hoy se cumplen 80 años de los Juicios de Núremberg, el proceso judicial que, por primera vez en la historia, sentó en el banquillo a los responsables políticos, militares y económicos de un Estado por crímenes cometidos durante una guerra.

Audiencias

Aquella serie de audiencias, que duró casi un año y se desarrolló en una ciudad alemana reducida a escombros por los bombardeos, se convirtió en un punto de inflexión jurídico, ético y político.

Su influencia persiste hasta hoy, incluso cuando Alemania y gran parte de Europa atraviesan un escenario marcado por el avance de la extrema derecha.

Con fuerzas como Alternativa para Alemania (AfD), Reagrupamiento Nacional en Francia, Vox en España, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) y los Demócratas Suecos.

Que ganan presencia electoral y expresan el auge de los discursos de odio en prácticamente todos los países del continente, que parecían vedados tras la experiencia nazi.

Juicios

Los Juicios de Núremberg comenzaron el 20 de noviembre de 1945 y representaron un experimento jurídico sin precedentes.

Las potencias aliadas –Estados Unidos, Reino Unido, la Unión Soviética y Francia– acordaron juzgar a los principales jerarcas nazis que no habían muerto durante la guerra o no habían logrado escapar.

El tribunal debía demostrar que el aparato estatal alemán había organizado y ejecutado crímenes contra la paz, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

Que son categorías que se definieron y aplicaron por primera vez en Núremberg.

La decisión de celebrar las audiencias ahí no fue casual:

La ciudad había sido un símbolo del nazismo y albergaba el enorme recinto donde se realizaban los congresos del partido.

Gesto político

Transformarla en escenario de un juicio público era también un gesto político hacia el mundo, pero, sobre todo, hacia la propia Alemania, o lo que quedada de ella.

El desarrollo del proceso estuvo marcado por episodios que revelan el clima de máxima tensión que se vivió en aquella sala.

Uno de los más citados por los historiadores tiene que ver con la actitud de Hermann Göring, ex mariscal del Reich y figura clave en el círculo íntimo de Hitler.

Durante las primeras audiencias, Göring intentó imponer su liderazgo entre el resto de los acusados y demostrar una actitud desafiante, dedicando una y otra vez frases «picantes» a los fiscales.

Película

Este es, precisamente, uno de los grandes ejes de la película Nuremberg, que se acaba de estrenar para coincidir con el aniversario 80.

En ella, Russell Crowe se pone en la piel de Göring y Rami Malek en la del fiscal estadounidense Robert Jackson.

Que fue quien lo interrogó de manera implacable, forzando al líder nazi a admitir contradicciones y evasivas.

Aquel intercambio se volvió emblemático porque mostraba el poder simbólico que aún creían detentar algunos jerarcas nazis.

Además del escaso o nulo arrepentimiento que tenían muchos de ellos por lo ocurrido tanto en la guerra que provocaron como por el brutal exterminio de judíos, gitanos y homosexuales.

El juicio principal concluyó el 1 de octubre de 1946.

Condenas

De los 24 acusados, 12 fueron condenados a muerte, entre ellos Göring, Joachim von Ribbentrop, Wilhelm Keitel, Ernst Kaltenbrunner, Alfred Rosenberg y Julius Streicher.

Otros recibieron penas de prisión perpetua o condenas menores.

Algunos fueron absueltos, en un gesto que buscaba demostrar que el tribunal no era una instancia de castigo arbitrario, sino un esquema jurídico con criterios probatorios.

Un día antes de que se ejecutaran las sentencias, Göring logró ingerir una cápsula de cianuro y se suicidó en su celda.

Su muerte evitó la ejecución pública y generó controversias sobre quién había facilitado el veneno y cómo logró evadir los controles.

La comisión investigadora nunca alcanzó una conclusión definitiva, aunque se sospecha que recibió ayuda de algún guardia simpatizante o que Göring había ocultado la cápsula desde el inicio del proceso.

Ejecuciones

Las ejecuciones tuvieron lugar en el gimnasio de la prisión, por la horca, y las cenizas fueron arrojadas en un río para evitar la creación de lugares de culto neonazi.

Otros condenados, como Albert Speer y Baldur von Schirach, cumplieron largas penas en la prisión de Spandau, en Berlín Occidental.

Los Juicios de Núremberg no se limitaron a esa primera instancia.

Entre 1946 y 1949 se llevaron adelante otros procesos conocidos como los “juicios secundarios”.

Estos, fueron centrados en médicos, juristas, economistas, mandos militares y responsables de empresas que habían participado en el esfuerzo de guerra nazi o en la explotación de mano de obra esclava.

Esos juicios ampliaron la noción de responsabilidad y dejaron en evidencia la trama compleja que sostenía al régimen.

Código de Núremberg

El caso de los médicos, especialmente el proceso que abordó los experimentos realizados en campos de concentración, permitió consolidar el Código de Núremberg.

El Código es un documento fundamental para la ética médica moderna y para la regulación de experimentación en seres humanos.

El legado jurídico del proceso es uno de sus aportes más significativos.

De su estructura surgieron conceptos que alimentaron la creación de la ONU, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, muchas décadas después, la Corte Penal Internacional.

La idea de que ciertas atrocidades requieren un marco judicial supranacional se volvió un pilar del derecho internacional.

Panorama actual

Ocho décadas después, el panorama político europeo está poniendo en tensión este legado.

En Alemania, la AfD se ha posicionado como una principal fuerza política en varios estados y ha instalado debates públicos que cuestionan los fundamentos de la cultura de la memoria.

Algunos sectores cercanos al partido relativizan la gravedad de los crímenes nazis.

Además, pregonan contra los inmigrantes acusaciones muy similares a las que los nazis achacaban a los judíos, lo que genera un quiebre sin precedentes en la memoria histórica.

Sucede también en otros países, como Francia, Austria, España, Italia, Hungría o los Países Bajos.

Donde partidos de orientación ultraderechista disputan espacios de poder con discursos que apelan al odio a la inmigración.

Exacerban la identidad nacional y cuestionan consensos históricos que pocos imaginaban que se pondrían en duda tras la sangrienta lección de la Segunda Guerra Mundial.