Josefa Ortiz de Domínguez, benemérita del estado de Querétaro y figura clave en la coyuntura libertaria de 1810, nació en Valladolid (Morelia) el 8 de septiembre de 1768. Estudió en el Colegio de San Ignacio de Loyola, hasta que se desposó en 1791. Tanto ella como su marido, Miguel Domínguez, Corregidor de Querétaro, tomaron parte de los planes de conspiración a favor de la independencia; pero una vez que sus planes fueron descubiertos su marido abandonó la causa e hizo encerrar a Josefa Ortiz. Ella, ante la ingente necesidad de dar aviso a los líderes del movimiento, obtiene el auxilio de uno de sus ayudantes y éste se traslada a San Miguel el Grande y luego a Dolores para comunicar tanto a Hidalgo y a Allende la caída del telón que cubría a la conspiración.
Por su parte, Josefa Ortiz fue encerrada por órdenes del Virrey en el convento de Santa Teresa la Antigua en la Ciudad de México y posteriormente en el de Santa Catalina de Sena. Después de 1823, tiempo en que liberada de prisión fue objeto de condecoraciones y títulos que rechazó de manera enérgica. Se afilió a grupos liberales radicales simpatizantes de las logias yorkinas. Falleció el 2 de marzo de 1829, y sus restos fueron exhumados y llevados con grandes honores a Querétaro, donde hoy reposan.
Gracias al trabajo intelectual de Josefa Ortiz pero más aún a su decisión que se impuso a la adversidad del momento es que la la lucha libertaria dio inicio en aquel septiembre de 1810.