Originario de Parras de la Fuente, Coahuila, Gustavo Adolfo Madero fue hermano de Francisco Ignacio Madero. Empresario y político, apoyó la lucha antirreeleccionista desde 1909.
Al estallar la revolución mexicana el 20 de noviembre de 1910, fue comisionado para negociar empréstitos en Estados Unidos con la intención de financiar el movimiento armado. Apoyó a la revolución con 600 mil dólares de su peculio.
Una vez derrocado Porfirio Díaz, Gustavo se encargó de la organización del Partido Constitucional Progresista, que sustituyó al Partido Antirreeleccionista, el cual llevó a la presidencia de la República a Francisco I. Madero en noviembre de 1911. Gustavo fue elegido diputado para la XXVI Legislatura y encabezó la oposición contra la vieja guardia porfirista dentro del Congreso.
Durante el régimen maderista (1911-1913) fundó el periódico Nueva Era para contrarrestar los ataques que la vieja prensa porfirista lanzaba contra la presidencia de Madero. Por entonces, se hizo famosa su frase: “muerden la mano que les quitó el bozal”, refiriéndose a los periodistas que durante la dictadura recibían dinero para escribir a favor del gobierno porfirista, las cuales canceló la nueva administración. La mayor parte de los encarnizados ataques de la prensa se dirigieron contra su persona y fue apodado “Ojo parado”, debido a que durante su infancia, había perdido un ojo que sustituyó con uno de vidrio.
Gustavo Madero fue un crítico del régimen de su hermano, a quien recomendó retirar del gabinete a varios ministros que obstaculizaban las reformas revolucionarias, entre ellos se encontraban su tío Ernesto Madero y su primo Rafael Hernández.
Debido al encono que provocó su cercanía con el gobierno de su hermano, el presidente Madero decidió enviarlo como embajador de México en Japón a principios de 1913. Sin embargo, el inicio de la Decena Trágica lo impidió. Fue testigo de la rebelión armada contra el gobierno de Francisco I. Madero por parte de los generales Manuel Mondragón, Félix Díaz y Bernardo Reyes.
A pesar de las continuas advertencias que Gustavo le hizo al presidente Madero sobre la traición de Huerta, don Francisco nunca le prestó atención y la tarde del 18 de febrero los dos hermanos Madero, José María Pino Suárez y el general Felipe Ángeles fueron aprehendidos en distintos lugares de la ciudad de México. Esa noche, Gustavo fue trasladado a la Ciudadela y ahí fue brutalmente asesinado.