En estos últimos años las nuevas tecnologías también han afectado en las relaciones y en formas de entender el sexo, según la sexóloga Tasso, quien asegura que: “Actualmente estamos en una sociedad que crea descafeinados con un lenguaje de 140 caracteres”.
Regeneración, 8 de junio de 2017.- La sexóloga Valérie Tasso analiza un tema muy interesante y reflexiona sobre nuestra actual visión de la sexualidad , para tratar de entender cómo se manifiesta en este nuevo contexto. De la misma manera, se pregunta si las formas de relacionarnos han cambiado radicalmente con la conquista de las nuevas tecnologías en nuestro devenir cotidiano y si existen otras formas de vivir en pareja.
Bajo esta premisa, Tasso aborda en su novena publicación cómo ha cambiado el hecho sexual y cómo han afectado las nuevas tecnologías en las relaciones y en las formas de entender el sexo.
En su libro “Sexo 4.0” la sexóloga lanza interrogantes “necesarios” como: ¿Influyen las nuevas tecnologías en nuestro comportamiento sexual? ¿Emparejarse podría ser una construcción cultural como cualquier otra? ¿Dejaremos de creer en la pareja y en el compromiso? ¿Qué pasará cuando el Big Data conozca mejor nuestros gustos y deseos? o ¿Seguiremos pensando que somos libres para escoger a nuestra pareja?.
Las nuevas tecnologías y las apps ( Tinder, AdoptaUnTio, Grinder…) que nos brindan sexo inmediato hacen que el proceso sexual deje de existir.
Es un bien que necesito, quiero y tengo con tan solo apretar un botón. Encuentros exprés aquí, ahora, allí…Me creo un personaje, uno que tal vez no soy, y pido y me dan. Antes éramos infieles porque estábamos mal, dice la sexóloga, ahora somos infieles porque hemos descubierto un universo en donde podemos pasarlo mejor gratis.
Un catálogo de personas que están abiertas al aquí y ahora, sin preámbulos, sin preguntas, solo sexo.
En la cultura del hedonismo, el ego se satisface de forma inmediata para autoayudarnos para recordarnos que seguimos vivos en el mercado y que aunque tengamos una familia tradicional nuestra segunda vida nos permite revivir lo que creíamos perdido. ¿Hay algo mejor? ¿hay vuelta atrás? Parece ser que no.
De esta forma, aunque parezca que no tiene relación, nuestra forma de relacionarnos con las personas también ha cambiado. Si no obtenemos algo la amistad se fractura porque nadie tiene tiempo para el otro.
No hay mucha más oferta y al final, las personas acaban en un núcleo cerrado en donde nadie puede dañarles a pesar de lo que pasa ahí afuera.
Hay que incidir en que la sociedad que no pide, que no se expresa, que no logra verter sus emociones salvo en una foto con algún caracter o en una frase con 140, raramente podrá decir lo que realmente siente.
El pensamiento acaba estructurándose con un lenguaje cada vez más pobre, carente de contenido y sobre todo, sin compromiso. No queremos comprometernos porque sigue ahí afuera la oferta; cada vez mejor, a cala y a prueba.
Una mujer ahora puede cambiar de pareja cada fin de semana, puede consumir sexo sin ser tildada de nada. Las antes invisibles mujeres de 50 años pasan al mercado del sexo de igual forma para lograr también una sensación nueva que les permita consumir a su antojo. Tengo, elijo, no lo quiero.
La pareja como tal dejará de existir y el amor, entendido como enamoramiento, se tendrá en los primeros estadios de la vida en donde la pureza y la inocencia aún no han conocido la realidad actual.
Las parejas longevas, las que ya cumplen más de 25 años juntos experimentan un tandem perfecto en donde la rutina une sus vidas, las costumbres se llegan a pactar y luego va desapareciendo poco a poco el sexo; ese que justificaba parte de la unión. Ahora eso ha cambiado. El sexo puede encontrarse con facilidad y en cambio, en casa, seguimos teniendo la ansiada paz que todos deseamos.
“Sexo 4.0” también habla de cómo en los últimos tres lustros el sexo se ha “hipernormalizado”, algo que está “muy bien” pero que ha hecho que se perdiera el “morbo” al carecer de “prohibiciones”, la “clave” que cualquier tipo de interacción sexual debería tener.
En estos últimos años las nuevas tecnologías también han afectado en las relaciones y en formas de entender el sexo, según la sexóloga Tasso, quien asegura que: “Actualmente estamos en una sociedad que crea descafeinados con un lenguaje de 140 caracteres”.
Con información de: Periodistas en español