En un viaje al pasado, el historiador Alvise Calderón, nos da una perspectiva de cómo se combatió la violencia durante los años más crudos de la mafia italiana.
Por Alvise Calderón Berra
Rocco Sciarrone, quien es miembro distinguido de la Comisión del Consejo Especial para la Promoción de la Legalidad y el Contraste de los Fenómenos Mafiosos del Ayuntamiento de Turín, nos habla del rol histórico desempeñado por la mafia, y su relación con el Estado italiano. Pero también las estrategias aplicadas por el Estado para reducir el número de homicidios, si consideramos que Italia paso de tener un asesinato al día durante la década de los años 90 del siglo pasado, a ser actualmente uno de los países de la Unión Europea con los índices más bajos en violencia. ¿Qué hizo el Estado italiano? Parece que la enseñanza es clara: “las medidas más visibles y espectaculares, en donde se alardea de grandes redadas y arrestos, no son las más eficaces; se golpea más cuando se afecta el patrimonio de estas organizaciones”.
Regeneración, 11 de octubre de 2017.- En la primavera de 1860, Giuseppe Garibaldi, el “Héroe de Dos Mundos”, desembarcó con mil hombres en las costas de Marsala, Sicilia. Sus hombres, ataviados con camisas rojas, tenían la misión de unificar Italia y arrebatar Sicilia a la Monarquía Española. Antes de llevar a cabo el desembarco, Garibaldi gritó: “¡Roma o muerte!”. La historia conservó la épica…y nunca nos mostró el apoyo brindado por la mafia, quienes ofrecieron 3500 picciotti, hombres armados y curtidos en las artes de la guerra.
La historia nos muestra, desde los inicios de la Unidad de Italia, el extraño e insólito romance entre el recién Estado y la mafia… hasta que sobrevino el divorcio. Una separación marcada por una guerra abierta lanzada por la mafia siciliana, Cosa Nostra, en contra del Estado italiano que se vino agudizando durante los inicios de los años 90 del siglo XX, donde las intimidaciones pasaron a los sobornos y de éstos a la eliminación física de todo agente del Estado que amenazara poner en peligro a la organización.
El Estado no reaccionó con grandes despliegues de fuerzas a lo largo del territorio, o con la declaración del estado de excepción. En su lugar, fueron la transformación del sistema de justicia y las aportaciones estratégicas de los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, que entendieron que para combatir a estos grupos, era necesario rediseñar la arquitectura de la justicia en función de antimafia. Éstos, por cierto, fueron los artífices de la Dirección Nacional Antimafia y que desafiando su propia vida, llevaron a cabo el juicio más importante contra la mafia siciliana en la historia de la Península. Este maxi juicio, conocido como el juicio de Nuremberg de la mafia, duró casi un año y tuvo como resolución la aplicación de 420 condenas, minando el poder de las Grandes familias mafiosas. El auto en que murió Falcone está hoy en día expuesto en el Departamento de Administración Penitenciaria convertido en un amasijo de tubos torcidos de acero, un asiento contraído y una llanta intacta. Sólo queda la abstracción de lo que fue el Fiat blindado donde también fallecieron su esposa y sus escoltas, desintegrados por una vendetta de Cosa Nostra, en respuesta a las duras sentencias impuestas a la cúpula mafiosa durante ese juicio. Quinientos kilogramos de TNT sacaron de la jugada al diseñador de las leyes antimafia que posteriormente serían replicadas en otros países. La misma suerte le tocó al otro magistrado, Borsellino, brutalmente asesinado en la ciudad de Palermo tres meses después junto a los cinco integrantes de su escolta. Sin embargo, el cambio de estrategia obligó a su vez a las organizaciones delictivas, a trasformar sus estructuras centenarias, constituidas como diría el escritor Roberto Saviano, en organizaciones “que se parecen un poco a una empresa, un poco a una orden religiosa y un poco a un ejército romano”.
Si bien es cierto que las dos mafias más antiguas: Cosa Nostra y la Camorra han tenido que transformar sus estructuras, siguen conservando viejas prácticas rituales, tales como los matrimonios pre-establecidos, vínculos sanguíneos, o marcas de adscripción al grupo que muestran aún el fuerte arraigo con las culturas medievales. De esta manera, elementos como el honor, la familia, la caballerosidad o la valía siguen siendo elementos presentes dentro de estas organizaciones.
En entrevista para REGENERACIÓN, Rocco Sciarrone, profesor de sociología de la Universidad de Turín y miembro de la Comisión del Consejo Especial para la Promoción de la Legalidad y el Contraste de los Fenómenos Mafiosos del Ayuntamiento de Turín y co-editor de la revista de ciencias sociales, Meridiana, nos explica las razones que obligaron al Estado a transformar su sistema de justicia para enfrentar a las organizaciones criminales y cómo éstos cambios han repercutido en las apreciaciones que de este fenómeno tiene la sociedad. Muchas versiones conservadoras han reducido la cuestión del atraso económico del Sur de Italia a meras cuestiones de mafia, aludiendo a que el fenómeno mafioso responde a factores culturales poderosamente arraigados en esa región del país.
P:¿Está de acuerdo en pensar que Italia es sólo pasta, pizza y mafia, siendo éstos los productos vernáculos más identificados internacionalmente del País?
R: Por lo que sé, la pasta la trajo Marco Polo de China, el trigo era originario de Mesopotamia, pero la mafia si es un fenómeno que forma parte de la historia de la Unidad de Italia. La mafia jugaba un papel en la esfera del orden público, lo que le permitió incidir en las actividades vinculadas con la producción económica. La Camorra napolitana o Cosa Nostra en Sicilia, fueron parte fundacional del Estado Unitario. Los mafiosos no eran percibidos como delincuentes, sino como agentes capaces de cumplir funciones de orden social. Al tener competencias en el uso de la violencia, ejercían funciones de protección a comerciantes y otros gremios.
P: ¿Cuáles fueron los factores que obligaron al Estado a transformar su política antimafia? ¿Qué innovaciones se crearon en el campo jurídico?
Diría que fueron los asesinatos de los magistrados más emblemáticos del conocido poolantimafia, Giovanni Falcone y Paolo Borsellino quienes, por cierto, fueron los arquitectos de las actuales leyes antimafia y de la Dirección de Investigación Antimafia, que es un organismo coordinado a nivel nacional ocupado exclusivamente de cuestiones de mafia. Hubo una serie de sucesos que tuvieron que ver con la muerte de ambos jueces, entre 1992 y 1993, y de dos atentados dinamiteros, primero en Milán y después en Florencia durante los denominados Años de Plomo. Esto obligó al Estado ha poner en práctica herramientas jurídicas más fuertes que le dieran capacidad para disolver municipios e inclusive gobiernos provinciales (estatales) con la sola sospecha de infiltraciones o involucramientos mafiosos. Este decreto se conoce como “Sospecha común” (Sospetto comune), por lo que los ministros contaron con herramientas para establecer gobiernos provisionales hasta con una duración de 18 meses.
Otro punto relevante tuvo que ver con los cambios en el artículo 416, que hizo posible penalizar a toda persona que tuviese relación o nexos con la mafia. Anteriormente sólo se podía condenar por la acción directa, tráfico de drogas y homicidio. Ahora, con la nueva legislación, el sólo hecho de pertenecer a la mafia, se vuelve delito. Se creó la figura del colaborad
or de la justicia, los “arrepentidos” (i pentiti), y las investigaciones se orientaron también hacia los bienes patrimoniales de los mafiosos, otorgándole al Estado la facultad de expropiar sus bienes patrimoniales. La enseñanza es clara: las medidas más visibles y espectaculares, en donde se alardea de grandes redadas y arrestos, no son las más eficaces; se golpea más cuando se afecta el patrimonio de estas organizaciones.
P: ¿Que ha hecho la mafia?
R: Las mafias entendieron que las guerras entre ellas, documentadas en archivos judiciales y en periódicos las volvían más visibles a los ojos del Estado. Por ello, crearon mecanismos para dirimir sus diferencias, evitando el uso de la violencia. En general las mafias regionales no se enfrentan por el dominio de otros territorios. Las pugnas ocurren al interno de estos grupos: una familia mafiosa (cosche), que decide pasar por encima de la jerarquía que compone el grupo o bien los vértices que desafían al núcleo. No hay que olvidar que las mafias son estructuras fuertemente jerarquizadas. A los jefes de las familias mafiosas se les llama uomini d´onore, hombres de honor. La terminología guarda un símil con figuras constitutivas de la cultura medieval. El honor, la fidelidad forjada en rituales sanguíneos y las bodas estratégicas han mantenido a flote a estas estructuras por más de tres siglos. Esto nos da muestra de la capacidad que tienen para adaptarse a circunstancias históricas específicas. Si pensamos que después de la Segunda Guerra Mundial se dedicaban al contrabando de cigarros, en los ochenta pasaron a la venta de drogas sintéticas y en los noventa saltaron al control de la industria de la construcción y del sector inmobiliario.
P:¿Qué imagen pública de la mafia ha construido el Estado italiano? ¿Cuál es la perspectiva de la sociedad en referencia a estas organizaciones?
R: En Italia se cree que todos los problemas son producto de la mafia. Yo digo que es la gran coartada de los medios y el poder. Es como cuando hablan de la crisis. Nadie logra divisarla, pero ahí está. Eso justifica las versiones reaccionarias, muy difundidas para justificar que el Sur es un lastre para el Norte. Hoy en día se habla del Sur en referencia a cuestiones de orden público. Queriendo reducir el Sur a exclusivas cuestiones mafiosas. Cuando mis estudiantes me preguntan acerca de las mafias, muchas veces los desilusiono porque tienen una visión demasiada cinematográfica sobre estas organizaciones. En ocasiones hablando con amigos magistrados que trabajan cuestiones de antimafia les pregunto sobre declaraciones públicas que han hecho, “exageraciones”. Por ejemplo: Agarramos a tal mafioso que contaba con millones de euros. Ellos muchas veces me responden que la finalidad es para tener en alto la alarma social. Yo me pregunto, ¿entonces para crear alarma social hay que crear monstruos?
A veces, la revisión del pasado ayuda para aclarar el futuro; quizá una perspectiva de un tiempo y lugar lejanos podría mostrar alternativas para México en el presente.