Damnificados del sismo del 85 no han podido dejar campamento, se convirtió en su hogar

Las casas levantadas con láminas de asbesto, polines, madera y herrería construidas como opción temporal, son el hogar de más de 100 familias.

Regeneración, 15 de octubre de 2017.- En la Ciudad de México, los damnificados por el sismo del 19 de septiembre de 1985 siguen viviendo en un albergue que se planteó sólo como opción temporal.

En el Campamento 3, ubicado en Colector 13 y Avenida Instituto Politécnico Nacional, en Lindavista Sur, se observan las hileras de casas levantadas con láminas de asbesto, polines, madera y herrería que conforman 12 módulos donde aún habitan más de 100 familias.

Por ejemplo, Rigoberto nació, creció y sigue viviendo en el campamento. Tiene 27 años y ahora habita ahí con su esposa y dos hijas.

En entrevista con Reforma dice: «Este es un albergue para víctimas. Está diseñado para sobrevivir».

Rigoberto recuerdo que en dos ocasiones fueron damnificados pues luego de que sus padres perdieran su hogar 1985, hace cerca de 10 años su vivienda en el Campamento se incendió junto con la de otros vecinos, quedando nuevamente sin hogar.

Sin embargo, ese no es el único siniestro que ha ocurrido en el campamento pues unos 20 años atrás, también hubo un corto circuito que incendió varias viviendas.

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En el lugar, dice Reforma, no existe ningún protocolo de seguridad y las malas condiciones del cableado irregular hacen más propensos los accidentes.

En entrevista con el medio, Don Tacho, papá de Rigoberto, narró que perdió su casa en el sismo y aunque ya no vive en el campamento, sigue arraigado al lugar pues tiene un puesto de comida afuera del colector que le permite llevar comida a su casa y mantenerse con su esposa.

«Llego desde las 3 de la mañana al puesto para empezar a cocinar, luego me paso a la casa de mi hijo a dormir otro ratito. No me gusta mucho aquí, pero es lo que hay».

32 años después, la vida en el campamento no cambia y los políticos llegan, como de costumbre, ofrecen y nada cumplen.

«Aquí el tiempo no pasa», asevera don Tacho, «todo sigue igual, hasta los políticos. Cada que se vienen elecciones nos prometen casa. Ya no les creo, por eso me fui a rentar. Por eso y para dejarle algo a mi hijo y mis nietas».

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Don Tacho no puede creer todavía que el 19 de septiembre volvió a moverse la tierra y espera que su suerte no sea la misma de los que ahora perdieron su hogar.

«Hasta parece maldición, el mismo 19 vuelve a temblar. Los muertitos, pues ya se fueron, pero entiendo a los vivos que se quedaron sin casa. Ojalá no les toque pasar lo mismo que a mí», dice.

Otro caso es el de la señora Raquel, quien llegó en 1986, un año después del sismo, reubicada de otro albergue que fue desmantelado y desde entonces no se ha ido.

«Cuando llegué aquí, mi hijo mayor tenía 12 años. Ahora ya tengo hasta bisnietos», comentó.

 

 

Con información de Reforma