¿El germen fifí?

Quienes salieron a marchar el pasado 11 de noviembre no fueron los verdaderos representantes de las clases altas sino algunos que podrían haber cultivado el ‘germen fifí’, considera el columnista.

 

Por Ángel González Granados

Regeneración, 19 de noviembre de 2018.- Hace una semana en el centro de la Ciudad de México se desenvolvió una manifestación de peculiares características: las redes sociales, en tono de burla, la bautizaron desde antes de su desarrollo como “La Marcha Fifí”. Supuestamente la manifestación sería un esfuerzo para elevar la voz a favor del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que se construiría en Texcoco.

A juzgar por los carteles, fotografías y consignas, el centro de la manifestación no fue necesariamente la cancelación del NAIM.

Testimonios de asistentes entrevistados por medios de comunicación digitales aludían al respeto por la ley, la división oportuna elitista entre especialistas o “gente qué sabe y gente que no sabe”, el no a Maduro, el odio a los migrantes y en pocos casos, el NAIM como oportunidad definitiva de desarrollo del país -por más absurdo que suene y se lea-.

Las consignas y testimonios expresados por quienes asistieron a esa manifestación eran heterogéneos, pero si pudiésemos incorporar una generalidad que se derivara de sus formas de hacer y pensar durante la manifestación, probablemente sus consignas y testimonios estarían cerca de posiciones de derechas, en algún sentido las formas de pensar y actuar de las clases dominantes, promotoras de la desigualdad. A la inversa nos podemos preguntar ¿Qué tan conveniente es la cancelación del NAIM para las clases dominantes? ¿Qué significa la caravana migrante para las clases dominantes? ¿Qué significan las consultas populares para quienes no necesitan marchar para hacer escuchar sus voces?

¿Habrán sido las clases dominantes las que se manifestaron hace una semana?

Probablemente no, o en alguna proporción sí. Lo interesante e importante, es que dentro de los testimonios de quienes acudieron a esa marcha, de nuevo, más allá del apoyo al NAIM, se dejó de manera explicita posiciones reaccionarias, retrógradas, xenófobas y otras múltiples para el desarrollo de una cultura democrática.

Lo preocupante de esa marcha fue precisamente no ver a los empoderados y representantes directos de esas clases dominantes, sino a quienes no forman parte de esas clases pero que asumen su ideología como propia. Ese es el germen fifí, es un peligroso mortero de maceración de posturas, acciones e ideas de derechas que pueden comenzar a crecer. Las derechas en México no se manifiestan habitualmente en las calles porque a veces hasta ese derecho político lo miran con recelo (como Mariana Gómez del Campo). Lo alarmante es que estén aprovechando las oportunidades de organización que las coyunturas les van cobijando, mientras tanto, las izquierdas desorganizadas y expectantes seguirá desde julio sin mucha movilización en las calles y con mucha mofa en las redes sociales virtuales.

En ese campo tan nebuloso de las redes sociales pocas veces han coincidido las manifestaciones de esos grupos con las manifestaciones en la realidad concreta. Hay que preocuparse cuando esas situaciones van presentándose con mayor constancia. En Tijuana a la llegada de la Caravana Migrante, aparecieron vecinos xenófobos, un alcalde tijuanense trumpista, y por supuesto, grupos de choque que recibieron con odio a los centroamericanos que buscan dignidad en sus vidas.

Uno de los saldos negativos de la bautizada “Marcha Fifí” fue la falta de análisis estratégico de las izquierdas. Aparentemente fue más entretenido burlarse y menoscabar las expresiones de las derechas que salen a manifestar su odio contra los migrantes y aversión por la democracia.