Intervención de Laura Esquivel
Se puede decir que la cultura es el conjunto de manifestaciones en las que se expresa la vida tradicional de un pueblo. Son modos de vida que determina a un grupo social. Atrás de cada manifestación cultural o artística hay siglos de historia, de sueños, de búsqueda constante del bien común. Cada vasija, cada instrumento de labranza, cada construcción arquitectónica, cada pieza musical, cada bordado, cada tejido, cada platillo, refleja una intención, un deseo, una respuesta de determinado grupo social frente a su entorno.
Es por ello, que el programa cultural del proyecto alternativo de nación necesariamente deberá incluir una revisión exhaustiva del mundo de creencias colectivo pues el mundo en que vivimos es el resultado de nuestro mundo de creencias. La forma en que pensamos determina la forma en que construimos nuestras ciudades, en que elegimos a nuestros gobernantes, en que sembramos, en que distribuimos la riqueza, en que nos alineamos, en que celebramos la vida y la muerte.
Los pensamientos son energía en movimiento que viaja de un lado a otro. Son información que circula libremente y que traspasa todo tipo de barreras. Así que nuestros cerebros emiten y reciben una cantidad impresionante de información en el trascurso de un día. Información que a que a querer o no, compartimos colectivamente. Si tomamos en cuenta simplemente a los millones de personas que a diario mueren de hambre nos daremos cuenta de que es urgente una revisión de nuestro mundo de creencias.
Hemos llegado a un punto culminante del error de la modernidad. La carrera del “desarrollo tecnológico” con su pérdida paulatina de los valores espirituales y trascendentes no solo le ha restado sentido a los actos personales y colectivos sino que ha roto los vínculos más preciados y las más elementales ligas humanas. Como resultado hemos desarrollado nuevas formas de vida, nuevas manifestaciones culturales; la cultura de la corrupción, de la impunidad, de la ilegalidad, y la del miedo en todas sus formas.
La forma de revertirlas no es únicamente por medio de una nueva legislación ni de una nueva organización. Mientras mantengamos en nuestras mentes los mismos pensamientos que les dieron origen, vamos a obtener los mismos resultados. Por ejemplo, estamos convencidos que la memoria contiene el pasado y que ese pasado es el que determina el presente, y por lo tanto, el presente es la consecuencia directa de eventos pasados. Si el presente es sólo el efecto duradero del pasado, de ninguna manera se puede modificar. Y si en verdad creemos eso, automáticamente nos convertimos en las victimas de nuestra propia historia cuando podríamos ser los entes actuantes que la determina en el presente.
Hemos aceptado a tal grado nuestra condición de victimas que si miramos a nuestro alrededor veremos que la gran mayoría de los mexicanos está convencida que no hay forma de acabar con la corrupción, ni con los fraudes electorales ni con la pérdida de nuestro patrimonio nacional, que las causas justas nunca triunfan, que la justicia es ciega, que los ricos y poderosos son los dueños del mundo, que no hay salida, que no podemos vencerlos, que siempre nos van a derrotar, que no hay futuro para nuestros hijos. Y así será mientras no miremos con nuevos ojos. ¿Y cómo se logra eso? Por medio de la imaginación y la imaginación a través del arte. Lamentablemente a los gobiernos en general y los de la derecha en particular no les interesa promover ni estimular el arte precisamente por su carácter transformador y unificador. El arte propicia la unión, la conexión, el trabajo en equipo, y de manera natural muestra lo que el espíritu del hombre es capaz de alcanzar cuando trabaja de manera conjunta. El arte nos conecta con un mundo de posibilidades infinitas donde no hay significados únicos. En donde uno puede dejar de ser uno y ser todos al mismo tiempo. Donde uno puede traspasa la mera funcionalidad de las palabras para convertirlas en poesía. Donde uno puede descubrir novedosas maneras de reinventarse y reinventar su realidad.
La mirada necesaria para organizarnos de manera diferente y revivir de manera diferente, necesariamente va a provenir del arte. El arte es una de las formas más dignas de solidaridad humana.
Cuando uno logra armonizarse con otros para tocar, para bailar o actuar, entiende lo que es el trabajo conjunto. La satisfacción compartida del logro colectivo nos deja la noción de que se puede trabajar conjuntamente no solo dentro de un proyecto artístico sino dentro de un proyecto social que busque una trasformación verdadera. Al imaginar, al recrear, al ensayar nuevas posibilidades aprenderemos a transformarnos una y otra vez y descubriremos que el presente no solo es un resultado del pasado. Es algo más. Es un campo infinito de probabilidades desde el cuál es posible refundar un país. Es energía pura. Es luz danzando en libertad que aparece y desaparece, pero siempre deja rastro. La poesía es luz. La música es luz. Una mirada de amor es luz. Una tarde como esta luz. Es paz.
La paz que tanto anhelamos los mexicanos la tenemos que procurar así, dentro de una organización que tome decisiones colectivas para el bien de todos.
Es indispensable que consideremos que la cultura es tan importante para la vida saludable de un pueblo como lo puede ser la seguridad pública, la educación o los sistemas de salud pues el arte certifica que no estamos aislados, afirma nuestra unidad y es en nuestra unidad que radica nuestra libertad. Si el arte no es una puerta a un mundo mejor, no tiene sentido.
Sabemos que todos los individuos son capaces de observar la realidad y de observarse a sí mismo en situación. Si a través del teatro, por citar solo un ejemplo, les damos la oportunidad de analizar su pasado en tiempo presente, de imaginar su futuro sin esperar que les llegue para así dejar de ser víctimas de un sistema opresor y convertirse en entes actuantes de su historia personal, familiar y nacional, finalmente estaremos contribuyendo a la transformación social y cultural de este querido país.
No sólo requerimos de imaginación. La voluntad de cambiar, de corregir el rumbo, se da cuando convergen memoria y deseo. Debemos saber hacia dónde queremos ir y qué es lo que ya nos cansamos de repetir y ya luego imaginar cómo vamos a lograrlo. En la memoria de esta gran ciudad está instalado un gen de generosidad y de servicio que hay que recuperar. No tengo que recordarles el ejercicio de memoria, voluntad, poder, personalización y grandeza que significo la solidaridad colectiva frente al terremoto de 1985.
Nos urge recobrar la memoria y tomar acciones en donde nuestra voluntad restablecida pueda expresarse libremente. Y una de las formas más efectivas para esta recuperación de lo que somos es el arte visto como un esfuerzo compartido que incluye e invoca la memoria de una cultura entera.
La invitación es a crear juntos un programa cultural que nos permita recordar juntos que la vocación de toda gran ciudad, de toda comunidad organizada es el llamado al bien común. Es la verdadera prosperidad y la forma más auténtica y realista de ser felices. La propuesta es: reunámonos para crear, para integrarnos, para dejar de sentirnos alienados, separados, divididos, ignorados, confrontados.
Invitamos a todos los presentes no sólo a que participen sino a que extiendan esta invitación a los que no pudieron acompañarnos para que nos manden sus propuestas. Como verán, la intención de esta reunión no era darles un programa acabado porque eso habría significado una exclusión. Queremos escuchar muchas voces. Queremos que el programa de cultura del Proyecto Alternativo de Nación nos pertenezca a todos, nos represente a todos, pues en un mundo interconectado nadie piensa solo ni sueña. Imaginemos pues una nueva forma de sembrar, de cosechar, de cocinar obras artísticas.
En esta sala hay maestros de teatro, de cine, de música, grandes pintores, cantantes, escritores, grandes intelectuales que por años han enriquecido la vida cultural de México y cuya aportación y participación será fundamental para lograr que por todo el país haya teatro, música, literatura, danza, cine, pintura, escultura. Que los niños puedan expresarse libremente, que imaginen un mundo mejor. Que el arte sea el motivo que nos reúna en las plazas. Que el arte sea el liberador del miedo. Que el arte nos dignifique. Que el arte sea nuestra herencia, nuestra voz, nuestra presencia en esta tierra.
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