Gustavo Leal F./La Jornada*
Después de que, el 27 de febrero de 2015, la titular de la Secretaría de Salud (Ssa), Mercedes Juan, enterró en definitiva el inviable proyecto peñista para instaurar un demagógico seguro de salud universal (por el momento no habrá reforma al sistema de salud, lo que implica posponer proyectos como la creación del sistema universal, portabilidad y la creación de un fondo único), desarmado, el subsecretario Eduardo González Pier apenas pudo reconocer que la universalidad se construye en distintos frentes ( La Jornada, 16/3/15).
Todo lo contrario de lo que, durante 26 meses, propaló la secretaria Juan para quien, en 2013, y a fin de consolidar la universalidad, sería preciso tomar como referencia el estudio que realizó (ella) al frente de Funsalud al plantear un fondo único de impuestos generales. Entonces su opinión era: Lo que queremos es que una persona pueda elegir a dónde se quiere atender y, si llegáramos a esto, permitiría aumentar la competencia entre los servicios de salud y, de esta manera, mejoraría la calidad.
Veintiséis meses perdidos para que Mercedes Juan terminara sólo declarando, ese 27 de febrero, que posiblemente el proyecto que se envíe al Congreso sea para modificar la Ley General de Salud a fin de crear la Comisión para la regulación y vigilancia de los servicios de salud y aumentar las atribuciones de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico.
Para González Pier, ahora, 26 meses después, la agenda mínima del fracasado, ambicioso e inviable proyecto máximo de salud universal consiste entransformación: esa es la meta de la Ssa. Tuvieron que estallar los movimientos de médicos y enfermeras para que la Ssa asumieran esa tardía transformación. Pero, ¿de qué? Según él, no sirven los cambios al marco jurídico, ni presupuestal, si antes no existe el andamiaje administrativo, de infraestructura y recursos humanos que garantice a prestación de servicios.
¿Y por qué, entonces, no empezaron por ahí su, ahora, fracasada reforma Peña Nieto y Mercedes Juan? Los pacientes y equipos de salud que brindan la atención se hubieran ahorrado 26 meses perdidos. Eso fue, justo, lo que –siguiendo, primero a Santiago Levy y, luego, a Mercedes Juan (Funsalud)–, Peña Nieto esquivó en su campaña presidencial y primeros dos años de gobierno. Al ignorar las dos demandas ciudadanas más robustas: mejorar servicios ¡ya!, y ampliar el catálogo de prestaciones a la altura del ciudadano del siglo XXI, para todo propósito, gracias a Peña Nieto, la política pública se ubica, pues, en el año 2012.
Por ello mismo, con 26 meses de retraso, ahora González Pier estima que se requiere la suma de voluntades que permita con paciencia unir esfuerzos y construir en el mediano y largo plazos un nuevo esquema para la atención de los pacientes. ¿Más paciencia? Más bien: capitulación esférica de una agenda gubernamental que Peña Nieto y Mercedes Juan estrellaron en sólo 26 meses.
La actual agenda universal mínima de González Pier apenas contempla edificación de hospitales universales de primer nivel, como el que se inauguró el pasado 18 de febrero en Cananea, Sonora, con el apoyo del Grupo minero México, y el Acuerdo Nacional de Emergencias Obstétricas, signado en 2009.
Según González Pier para esto no se requiere cambiar la ley, sino que las instituciones logren convenios administrativos y económicos. Obviamente se llega a un punto donde se requieren nuevos marcos jurídicos, pero aunque no se tengan se puede avanzar en la universalidad. La necesidad de atender las enfermedades y la forma de prestar los servicios empuja el cambio y si al final los esfuerzos se concentran en resolver la necesidad de los pacientes todo lo demás se debería acomodar y se acomoda. Se entiende que, claro, ¡con mucha paciencia!
Si esta es la nueva meta de la Ssa, ¿por qué Peña Nieto y Mercedes Juan optaron por el cambio jurídico que, siguiendo al ministro José Ramón Cossío (para quien en el derecho a la salud se debe establecer hasta dónde o cuáles son las condiciones reales de esa protección), necesariamente degradaba ese derecho a los paquetes mínimos del Seguro Popular?
¿Se acomoda? En marzo de 2015, la dirección general de Calidad y Educación en Salud de la Ssa documentó que hay desequilibrio entre la oferta educativa de médicos y las necesidades de la población: desbalances en la formación, número, perfil y su distribución. El modelo educativo de salud con más de 105 escuelas y facultades, dijo, expulsa más de 12 mil médicos anuales al vacío, porque no hayuna política que permita vincularlos con el mercado laboral. En promedio, 28 mil médicos concursan anualmente por 7 mil plazas de especialidad. Y, ¿qué ha hecho al respecto en 26 meses la Ssa? ¿Esperar pacientemente que las cosas se acomoden como declara González Pier? Por ejemplo: ¿Cuántos médicos hay en el país?
Ahora, 26 meses después, la universalidad de Mercedes Juan, resumida por el subsecretario González Pier, apenas aspira a establecer parámetros de suficiencia de personal sanitario capacitado y motivado, dotado de los medios disponibles para brindar la debida atención.
Por ahí debió empezar Peña Nieto desde su campaña presidencial. Pero como, según él, no se trataba de administrar, sino de transformar; de fijar un piso mínimode bienestar creando una relación de derechos y obligaciones entre la población y el Estado”, 26 meses después descubre que, su final, estaba al principio.
*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Regeneración, marzo de 2015, Fuente: La Jornada Foto: globalmedia.mx