Frente a la confusión y a la desesperanza la historia, esa gran maestra de la vida, nos recuerda que somos herederos de una larga historia de dignidad, lucha y resistencia.
El derecho del pueblo a rebelarse contra la opresión y la injusticia, fue reconocido desde que el Congreso Constituyente de 1814 aprobó el Decreto de Libertad para la América mexicana, que otorgaba garantías plenas a los habitantes de estas tierras: “Como el gobierno no se instituye para honra o interés particular de ninguna familia, de ningún hombre ni clase de hombres, sino para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos, unidos voluntariamente en sociedad, éstos tienen derecho incontestable a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo totalmente, cuando su felicidad lo requiera”.