Después de una ruptura puedes llegar a experimentar dolor físico y tu cuerpo producirá hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina. No obstante, el cerebro está diseñado para superar situaciones adversas
Regeneración, 18 de noviembre del 2015.-Aunque habitualmente se utilice la expresión “romper el corazón” para expresar lo que se siente ante un desengaño amoroso, al igual que se considera al músculo cardíaco como máximo responsable del afecto y el romanticismo, lo cierto es que el centro de operaciones que controla todas estas respuestas está un poco más arriba.
Exacto, la próxima vez que la desilusión se apodere de ti tras una despedida, no te lleves las manos al pecho, sino a la cabeza. El cerebro dirige el mecanismo de atracción hacia otra persona, pero también pone en marcha toda su maquinaria cuando esa otra persona te abandona o rechaza.
La cascada de emociones que experimentas tienen un origen químico: se debe a las hormonas… paradójicamente, las mismas que te hacen sentir mariposas en el estómago (otro órgano inocente al que se implica).
Pese a que la historia de los insectos solo constituya una metáfora, lo cierto es que hay una sensación que no lo es porque Ee dolor que te aflige es real. Lo ha comprobado un equipo de investigadores estadounidenses, que realizaron resonancias magnéticas a mujeres que acababan de romper con sus parejas. Las imágenes mostraban la activación del área del cerebro implicada en el dolor físico.
Ante la situación, el cerebro ordena la producción de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, que ponen al cuerpo en estado de alerta. Pero no solo la segregación de este tipo de moléculas tiene un papel en el desagradable estado anímico, sino que también la falta de otras nos sugestiona.
Las pruebas, de nuevo, están en las imágenes de resonancia magnética de los participantes en un estudio (esta vez hombres y mujeres) que habían terminado recientemente con sus parejas. Los resultados demostraron que sufrían algo parecido al síndrome de abstinencia causado por las drogas. Porque el amor, como ellas, activa las neuronas del sistema de recompensa del cerebro.
Debido a su actividad, recibes frecuentes dosis de dopamina, la hormona de la felicidad y el placer, que te hacen sentir estupendamente −las mariposas campan a sus anchas-. Cuando el amor se acaba, el suministro se reduce y a tu cuerpo le entra el mono.
El mecanismo de recompensa, ese que funciona en respuesta a los estímulos positivos, es uno de los más básicos e inconscientes, como los que desencadenan el hambre o la sed. Así que no te culpes si pierdes los papeles.
La buena noticia es que el cerebro está diseñado para superar las situaciones difíciles, incluidas las rupturas amorosas. “Pasar página y olvidar a una pareja es, en algunos aspectos, similar al proceso de dejar un hábito adictivo como el consumo de drogas”, ha asegurado Brian Boutwell, coautor de un estudio que analiza el comportamiento posterior a una ruptura.
Sin embargo, la asimilación llega tarde o temprano: “El cerebro actúa entonces para corregir ciertas emociones y conductas, abriendo el camino a sentir atracción por otras personas y formar nuevas relaciones”.
(Ciencia Explora)