La era de los muros, por el hermano Jose Velazquez

En el siguiente artículo, el clérigo de la Orden de la Santa Cruz, hace diferencia entre las marchas como las del CNTE y Ayotzinapa, contra la de la familia se marchó contra los derechos de algunas personas que previenen la discriminación.

 

marcha_familia

Regeneración, 13 de septiembre de 2016.- El próximo mes de octubre se cumple un año en el que viajé a Chalco Estado de México, para encabezar una desobediencia civil donde liberamos las casetas de cobro sobre la autopista México-Puebla y denunciar la ola de violencia que se vive en la comunidad que está en al desamparo del crimen organizado.

Inicio con este antecedente para contrastarlo con la organización de las marchas en contra de las reformas a la constitución que permiten la unión de parejas del mismo sexo. En la práctica hay similitud en estas manifestaciones sociales, por ejemplo en el enojo contra las autoridades civiles, pero en la esencia hay una gran diferencia. Las marchas del CNTE, de Ayotzinapa, de mi comunidad y de muchas otras, tienen la vocación de manifestar la ausencia de un derecho, como la seguridad, la justicia, la estabilidad laboral, el agua, la vida, etcétera, pero en esencia hay una gran diferencia: el ejercicio ciudadano que vimos el domingo 11 de septiembre no de la ausencia de un derecho, más bien la existencia de algunos derechos que previenen la discriminación entre mexicanos.

En el mismo Catecismo de la Iglesia Católica en el numero 2358 expresa que las personas homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”; analizando estas palabras y las dichas en entrevistas por personas que participaron en las marchas: ¿dónde quedo el respeto, compasión y delicadeza?

Estamos en la nueva era de los muros, por un lado Trump quiere construir un gran muro en la frontera con México (aprovecho este espacio para manifestar mi enojo con el presidente de la república EPN por ayudar a apuntalar la campaña política de odio de Trump).

Por otro lado la Iglesia Católica Mexicana parece que también quiere construir muros, así como los que construyo en la época de la ilustración, con la mentalidad de fortaleza, logrando el aislamiento del catolicismo del resto del mundo, algo contrario a su propia naturaleza.

Ahora tenemos un Papa que busca construir puentes entre la fortaleza de la Iglesia con el mundo, pero al parecer muchos obispos, clérigos y religiosos buscan destruir dichos puentes.

¿Por qué buscamos aislarnos como Iglesia de las nuevas realidades del mundo? ¿Por qué adoptamos actitudes de triunfalismo, prejuicio, cerradas? ¿Por qué mejor no nos unimos 1 millón o más para exigir la aparición de los 43 normalistas y los más de 22 mil desaparecidos? ¿Por qué no nos unimos para exigir la renuncia de EPN?

Minnesota 9/13/2016