Por Elena Poniatowska | La Jornada
«Please, Malala, México, please».
Nada más solemne ni más intimidante que la entrega de los premios Nobel, el miércoles 10 de diciembre, en la alcaldía de Oslo; nada más imponente que el recinto que presiden los reyes Harald V y Sonia; nada más estricto que el protocolo de seguridad del reinado de Noruega y, a pesar de todo, un estudiante mexicano se la jugó: irrumpió con una bandera de México ensangrentada y la alzó frente a los ojos del mundo entero atento a la ceremonia.
Después de que Malala Yousafzai y Kailash Satyarthi recibieran el Nobel de la Paz, Adán Cortés Salas salió corriendo de entre los asistentes que aplaudían a los galardonados, un rayo tricolor pasó frente a las cámaras, la bandera mexicana con una mancha roja se levantó frente a una Malala sonriente y le pidió: Please, Malala, Mexico, please, un segundo antes de que un guardia lo sacara a empellones.
Adán Cortés Salas, de 21 años estudia Relaciones Internacionales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Según su hermano gemelo, Austin, Adán, hoy bajo custodia de las autoridades de Noruega, llegó gracias a la invitación de un amigo que conoció en la UNAM. Adán decidió darse de baja académica temporal para poder hacer el viaje, con escala en Costa Rica, y formar parte de la Acción Global por Ayotzinapa.
La noticia de la espléndida protesta del joven mexicano voló por el mundo, las redes sociales aplaudieron y vitorearon la acción de Adán, que con su valentía y su arrojo logra que la masacre de 43 muchachos normalistas no quede en el olvido.
Abrazo con el corazón a este joven que no pertenece a ningún partido político ni a ninguna organización partidista y se la juega para exigir justicia y pedir que nos digan qué pasó con los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos el 26 de septiembre de 2014. Hasta la fecha, sólo uno de ellos, Alexander Mora Venancio, ha sido localizado gracias a unas muestras forenses.
Ojalá y todos tuviéramos las agallas del joven Adán Cortés Salas, quien gritó: Malala habla por México, habla por México con su bandera manchada de rojo frente a la adolescente paquistaní que lo miró con simpatía. Hoy, detenido en Noruega, es un ejemplo y un orgullo para México, un orgullo para todos nosotros, ojalá y así lo consideren no sólo los reyes sino todo los sabios que han recibido el Nobel.