Agenda ambiental de AMLO es biocéntrica: somos seres humanos inmersos en un mundo pleno de otras formas de vida. Busca paz y conciliación con naturaleza
Por Pablo Alarcón-Cháires
Regeneración, 28 de junio del 2018. La Agenda de Medio Ambiente 2018-2024 (Yo AMLOVE Mi Tierra) de Andrés Manuel López Obrador presentada el lunes 25 de junio por Josefa González Blanco (propuesta como Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales), Víctor M. Toledo (UNAM), Alfonso Aguirre (UABC) y Fernando Gutiérrez Champion (ITESO), aborda puntos neurálgicos de una agenda ambiental necesaria y pertinente, no sólo como uno de los puntales para el desarrollo de México.
Quizá, lo más importante, es que desde su formulación propia a través de un grupo inter- y transdisciplinario, propone rescatar esas otras pautas conductuales de respeto y reciprocidad para con la naturaleza que como sociedad humana hemos transgredido insistentemente.
El modelo económico vigente está en guerra con la naturaleza y con quienes la defienden: se desgarra la Tierra sustrayendo de sus entrañas la fantasía del metal áureo; se bloquean las aguas clausurando con ello el flujo de la vida; se lapida la diversidad en aras de la uniformidad y la artificialidad; se derrama la sangre innecesariamente de los otros compañeros de viajeros de esta nave planetaria; en acto demencial, se intoxican sus venas comprometiendo el futuro de todos; o, se juega a ser dioses pretendiendo emular el génesis bíblico de la creación de los seres vivientes.
Si estamos en guerra con la naturaleza, lo estamos contra nosotros mismos. Aún cuando nos hayamos investido como el pináculo de la creación, seguimos sin entender nuestro lugar en el cosmos.
Por ello, somos la única especie que destruye el hogar que la sustenta, que se reproduce sin control y que se aniquila así misma.
Con lo perfectible que pudiera ser la propuesta de esta Agenda Ambiental de AMLO, sin duda, se vislumbra una luz en el largo camino que tendremos que recorrer para rescatar la naturaleza y rescatarnos con ella.
Con su enfoque biocéntrico, esta Agenda arranca un largo suspiro de esperanza al reconceptualizarnos como seres humanos inmersos en un mundo pleno de otras formas de vida, de tensiones constructivas que precisan visualizarse para trascenderse.
Por ejemplo, enfatiza que de ninguna manera deben existir conflictos entre el manejo y conservación de la naturaleza con el desarrollo de los pueblos, en especial cuando se trata de abatir el flagelo de la pobreza en regiones ricas en ecosistemas y recursos, cuya utilización basada en principios de solidaridad generacional, deben contribuir al desarrollo humano.
Cuando AMLO refiere la bioculturalidad, da un salto iconoclasta por su carácter epistémico y humano, una propuesta no vista anteriormente en las políticas públicas sobre ambiente.
Y es que dimensiona la complejidad de las relaciones de lo que artificialmente hemos separado como cultura y naturaleza.
Así, concibe la existencia de una interfase entre estos dos conceptos donde lo trascendente ocurre, donde se generan alianzas y complicidades por la vida, donde la heurística tiene lugar y deviene conciliación, dialógicas entre seres, entre culturas; la dialéctica como única opción, es trascendida; voltea a ver la importancia de los pueblos originarios, quienes calladamente acunan conocimientos, saberes, sentimientos, prácticas y cosmovisiones referidos a territorios, instituciones, historias y comunalidades, mostrándonos que existen otras formas de vivir la vida y convivir con la naturaleza.
Pero esto no es una visión integracionista hacia el resto de la sociedad como acto de perpetuación de la colonialidad que han sufrido particularmente los pueblos originarios.
Más bien sustentadas en prácticas democráticas vinculadas a mecanismos participativos, respetuosos de los intereses personales y colectivos, fomentado la autoorganización y autogestión, impulsando economías solidarias, y apuntalando principios básicos como la equidad y la justicia socioambiental.
Por ello, la Agenda de Medio Ambiente de AMLO no debe visualizarse como un componente más de un Proyecto de Nación de avanzada, sino como una oportunidad de trascender el lastre de la violencia que vivimos, tendiendo los puentes de la fraternidad, de la solidaridad, de la reciprocidad, del respeto y de la ayuda, no solo entre la especie humana, sino con los seres no humanos con quienes compartimos este planeta.
* Laboratorio de Etnoecología, UNAM. [email protected]