Armando Bartra
En 2012 habrá elecciones federales donde se juega la Presidencia de la República, y el reto mayor de la izquierda es dejar claro a los mexicanos que sólo hay dos caminos: el de la derecha oligárquica que nos lleva al despeñadero y el de la izquierda popular que es de salvación nacional.
Pero a pocos meses del arranque formal de la confrontación decisiva entre derechas e izquierdas, la directiva del PRD se asocia políticamente con el PAN y pretende hacer campaña electoral con el PAN. Y al exhibirse con uno de los dos partidos de la derecha, lo único que logra es confundir a la gente.
O estamos ante una torpeza inaudita o estamos frente a una traición mayor. Porque la pretendida alianza PRD-PAN en el Estado de México no puede leerse más que como el primer paso para ir con el PAN a la elección presidencial de 2012. Lo que para la izquierda sería una claudicación total y un suicidio político. Este es el fondo.
El país está en ruinas y los mexicanos desmoralizados. El desastre nacional abarca todos los frentes:
La economía, casi pasmada durante un cuarto de siglo y colapsada hace dos años, aun no recupera el nivel que tenía antes de la crisis. Por la destrucción del campo importamos cerca de 10 millones de toneladas de maíz al año, cada vez más caras. Se desalentó la producción campesina de maíz y casi un tercio viene del agronegocio de Sinaloa, que concentra tierras de riego y subsidios. Ahora, por la helada, se perdió la cosecha del estado y tendremos que importar más maíz, pero además, reponerles sus pérdidas a los empresarios con recursos públicos.
En otro frente, la medida de la catástrofe nacional son los 35 mil muertos en la “guerra de Calderón”. Nadie merece morir. Tras medio siglo de expectativas juveniles derrumbadas, tan víctimas son los jóvenes como los asesinados. Algo le deben los sicarios a la sociedad, sí, pero también la sociedad algo le debe a una juventud a la que dejó sin esperanzas.
Y por si fuera poco el genocidio familiar: la aniquilación sistemática de los Reyes Salazar del Valle Juárez, Chihuahua, a manos del poder y sus esbirros. Del poder del Estado y del poder del narco, que para la gente que sufre la guerra se han vuelto indistinguibles. Primero mataron a Julio Cesar, luego a Josefina, luego a Rubén, hace unos días a Malena, Luisa y Elías. ¿A cuantos más tienen que matar para que nos colmen el vaso?
Frente al desastre del país, frente a la ruina de un pueblo, es inmoral dedicarle tiempo a los dimes y diretes del PRD. Y no es que el desfondamiento del PRD no importe. Lo cierto es que a México le hace falta un verdadero partido de izquierda.
Un partido de izquierda debe representar y defender el interés general. Lamentablemente el PRD hoy es portador del interés de tribus y camarillas.
Un partido de izquierda debe ser factor de unidad de las fuerzas progresistas en torno a un proyecto justiciero. El PRD, en cambio, es factor de división de la izquierda y peón de la derecha.
Un partido de izquierda debe poner su presupuesto, infraestructura y registro al servicio de las grandes causas populares. Los recursos del PRD son botín de tribus sin principios y trepadores burocráticos.
México necesita un partido de vanguardia que impulse y oriente las luchas populares. El PRD es un partido de retaguardia que frena y desorienta la lucha popular.
Y si la izquierda no tiene partido, la alternativa es que la sociedad organizada asuma sus funciones. Esto es lo que está intentando el Movimiento de Regeneración Nacional. Morena trabaja por organizar a los ciudadanos y por integrar un nuevo proyecto de país. En momentos de crisis y encrucijada nada es más importante.
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