A estas alturas, Alice Munro ya nada tiene que probar, pues su gran obra ya está escrita. Y eso queda claro con la aparición en español de Algo que quería contarte, publicado originalmente en 1974 en inglés.
RegeneraciónMx, 28 de enero de 2022.- A estas alturas, la obra de Alice Munro ya ha pasado cualquier prueba de calidad, ha ganado renombre y prestigio a nivel mundial y se ha traducido a diversos idiomas. Además, es Nobel de Literatura. Esa fama (bien ganada y merecida) podría ser sólo fruslería si de lo que hablamos es del proceso creativo, de sentarse a escribir en serio, con todo lo que implica, el desgaste físico y emocional que conlleva. A estas alturas, prosigo, Alice Munro ya nada tiene que probar, pues su gran obra ya está escrita. Y eso queda claro con la aparición en español de Algo que quería contarte (Lumen, 2021), publicado originalmente en 1974 en inglés, Something I’ve Been Meaning to Tell You.
Los 13 cuentos que componen el libro son, a mi parecer, el primer gran libro de relatos de la autora, pues aquí se ven reflejadas las obsesiones de Munro: el manejo calibrado de la tensión en cada relato, la intransigencia con la obsolescencia, pues su narrador/narradora es capaz de darle sentido a los detalles más nimios, a los gestos simulados, a los movimientos apenas sugeridos, a las palabras no dichas, a los silencios inquietantes. Sus personajes, mujeres en su mayoría, componen un diálogo con las sombras de sus interlocutores. Las tramas parecen estar hechas de ilusiones y su material es la rutina, lo cotidiano.
Si algo nos enseña Munro a quienes queremos escribir relatos es lo eficaz que resulta una prosa sencilla, modesta incluso. Los cuentos abiertos de Algo que quería contarte son leídos con facilidad gracias a esta manera tan grácil que tiene la escritora canadiense de narrar. El mismo título es un ejemplo, como una declaración de principios, pues desde ahí pareciera decir que nos va a contar algo como en una sobremesa o en una charla de café, aunque siempre con la enorme sensibilidad de ser fabulado con gran eficacia.
Cada uno de los cuentos de este volumen denota madurez, esencialmente. Munro nos permite ver en los relatos que tanto su capacidad de observación como sus experiencias personales son suficientes para tejer y destejer anécdotas, nunca se vale de artificios ni florituras. No me cabe duda que la permanencia de los hechos en la memoria es lo que detonan el relato, pues todo cuento existe antes de ser escrito, las historias anteceden a la escritura, y esa fascinación por hacer que perdure el recuerdo mediante el estilo detallado y fino de esta escritora permite que cada relato se materialice.
Dentro del conjunto, los cuentos que más me atrajeron son el que da apertura, Algo que quería contarte, donde dos hermanas platican sobre el regreso del antiguo novio de una de ellas. Mientras la conversación continúa, y se dan a conocer detalles de esa relación, como río subterráneo, disimulado, Munro está contando otra historia, intensa, otra trama que, si no se pone atención, pasa desapercibida. Es un lujo en cuanto a técnica narrativa este relato.
Cómo conocí a mi marido da cuenta de una joven empleada y la confusión que se genera entre un piloto recién llegado al pueblo y quien ofrece vuelo en su avioneta, la protagonista y la novela de aquél. Este relato tiene un tono mucho más sencillo, me gusta porque está muy bien sostenida la tensión, sin perder lo emotivo.
Verdugos es un cuento gótico que pareciera no encajar, a primera vista, con el resto de los relatos. Trata sobre la infancia y la vorágine de vivirla, los miedos y las atracciones que se viven en esa etapa. Este parece estar más lodoso y vertiginoso al mismo tiempo, a diferencia del anterior, hay más detalles, es más fino en sus descripciones.
En el mismo terreno de la infancia se halla La barca abandonada, con la diferencia que esté es una versión mejorada, más lúcida e inteligente, sin dejar de ser emotiva. Es, si se me permite, una especie de epifanía, y trata de la vida de dos jovencitas que descubren, veladamente, el mundo de la sexualidad, del cuerpo masculino y el femenino; ven a ojos abiertos la piel del otro, de la otra y en una atmósfera entre erótica y timorata, se desvelan verdades, se bañan en río (metáfora del tiempo y de lo nuevo) como si en él aprendieran a sentir. La madurez de quien lo narra es magistral. Acaso mi cuento favorito de Algo que quería decirte.
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