En 10 años se esfumó una forma de comer; hay que defender la cocina tradicional: OPS.
Gastan empresas 47 mil millones de dólares en publicidad.
Creció en México 131% el consumo de bebidas azucaradas entre 1999 y 2013.
Sobrepeso, la nueva realidad en la región.
“Ni la FAO ni la OPS pueden poner el uno por ciento para decir a la gente que no consuma estos alimentos. Es una guerra perdida, ante un marketing voraz y gigantesco”, asegura Enrique Jacoby, asesor regional.
Regeneración, 10 de agosto 2014.-El sistema alimentario tradicional, que dio salud a la población en el pasado, está a punto de desaparecer por el incremento del consumo de alimentos chatarra, para ello las empresas gastan alrededor de 47 mil millones de dólares en publicidad de estos productos en el mundo, la mitad de ella destinada a los niños, sostuvo Enrique Jacoby, asesor regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Tan sólo en México, entre 1999 y 2013 el consumo de bebidas azucaradas creció 131%, mientras en Perú se elevó en 230%, en 10 años se destruyó una forma de comer y están en riesgo tradiciones alimentarias que llevaron siglos en desarrollarse, señaló en la presentación del informe Una mirada integral a las políticas públicas de agricultura familiar, seguridad alimentaria, nutrición y salud pública de las Américas, en la pasada reunión de la Iniciativa América Latina y Caribe Sin hambre.
Destacó que actualmente el sistema alimentaria ya está fracturado, ya no hay tradición, es remplazado por productos que se compran en la calle; en América Latina se debe defender la cocina tradicional. Destacó que existe una relación entre la venta de alimentos procesados y el aumento del índice de masa corporal de las personas.
Muchos dirán que las comidas tradicionales son grasosas, esto es una degeneración reciente, antes no ocurría, apuntó. Advirtió que si no se hace nada el sistema moderno de producción de alimentos procesados “va a ganar la partida“.
En su participación, explicó que hay una sintonía entre el sistema agrícola y el alimentario, ya que el primero es intensivo y en los alimentos procesados se utilizan infinidad de aditivos, sal, azúcar y grasa. identificados con los problemas actuales de la alimentación. Mencionó que no hay duda de que los sistemas alimentarios tradicionales se benefician de la diversidad que está en la agricultura familiar.
Se refirió a que se habla de que se deben dar alimentos a los pobres, pero nadie dice: tienen que comer como nosotros. Hay un tema de equidad. A los pobres les damos algunas cosas puntuales. Pero tienen el mismo derecho que todos a comer una vez a la semana salmón u otro tipo de alimentos, a los que no tienen acceso.
Además, la desnutrición y la baja estatura no son un problema de cantidad de alimentos, todos sabemos que con más calorías no se logrará que los niños alcancen más estatura y un desarrollo óptimo. Es calidad. Se trata de nutrientes específicos en alimentos que no tienen. Les faltan los alimentos que todos deberíamos tener.
La nueva realidad en la región es el sobrepeso y la obesidad, que alcanza a todos los estratos sociales, hace 20 años se hablaba de esto sólo en fotos, pero hoy es parte de la conversación familiar. No existe una nutrición y alimentación para los pobres desnutridos y otra diferente para los que vivimos en las ciudades como profesionales. La alimentación es una sola”, señaló.
Resaltó que expertos han encontrado que el primer factor que hace perder años y discapacita es la dieta: la mala alimentación es la primera causa mundial de mala salud, muerte prematura y años perdidos. Todos los científicos coinciden en afirmar que los alimentos procesados que vienen en paquetes no tienen valor nutricional, la mayoría genera enfermedades crónicas que lamentamos. Son productos que estimulan a comer sin conciencia, se come más y a mayor velocidad.
De la alta inversión de las empresas en publicidad, ni la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) ni la OPS pueden poner el 1% para decir a la gente que no consuman estos alimentos. “Es una guerra perdida, ante un marketing voraz y gigantesco”. Con esto se despide el mundo de cocinar. Es un grave problema, concluyó.
Información: La Jornada