Por Juan Carlos Loera*
En la semana pasada dos importantes y extraordinarios acontecimientos en la relación bilateral México – Estados Unidos sucedieron en suelo estadounidense, ambos protagonizados por ciudadanos mexicanos.
El 27 de Marzo, Elvira Arellano, que se ha convertido en un ícono de la lucha por la reunificación de las familias de deportados y por la promulgación de una reforma migratoria humana en Estados Unidos, encabezó una multitudinaria marcha en Chicago, Illinois, en demanda al cese a las deportaciones. Conocida por haberse refugiado por más de un año en una iglesia católica al momento que la política migratoria se endureció tras los atentados de 2001, Arellano fue finalmente deportada a México donde ha seguido encabezando otras demandas justas como las movilizaciones en contra de las reformas estructurales del gobierno de Pena Nieto. En un acto gigantesco de desobediencia civil Elvira desafió al inicuo sistema migratorio estadounidense al cruzar la frontera aduciendo sus derechos adquiridos por haber trabajado años en Estados Unidos y además haber sido víctima de la separación familiar. Sentando así, un precedente que algunos analistas ven como una estrategia del mismo Obama para presionar a los congresistas republicanos a reagendar el tema migratorio; Elvira es liberada en un tiempo récord, lo cual seguramente alimentará las movilizaciones pacíficas, pero desobedientes para lograr el alto a las deportaciones.
En el fin de semana que se conmemora oficialmente a César Chávez, símbolo de la lucha por los derechos de los trabajadores agrícolas en Estados Unidos, principalmente mexicanos y chicanos, Andrés Manuel Lóopez Obrador (AMLO) Presidente del Consejo Nacional de Morena, realizó una asamblea popular en la ciudad de Los Angeles California.
En el centro neurálgico del poder político y económico de Los Angeles, la explanada de la sede del ayuntamiento (City Hall), AMLO entregó su mensaje a la comunidad mexicana en Estados Unidos. Rodeado del simbolismo político que significa hablar desde lo alto de las escalinatas del City Hall en una ciudad donde la protesta social se ha restringido desde que el movimiento «occupy» Los Angeles (afín al movimiento los indignados de Wall Street) se plantó por semanas en la misma explanada. A partir de entonces, Las ordenanzas de la ciudad prohíben las manifestaciones políticas en edificios públicos, el uso de sonido amplificado en las mismas, e incluso que los oradores estén en algún estrado o templete, toda manifestación tendría que ser a viva voz, a ras de suelo y en la banqueta, en otras palabras, la primera enmienda constitucional de libertad de expresión está reducida al mínimo. Sólo con el endoso de los concejales de la ciudad, es decir el aval, y desde luego todos los permisos de seguridad puede realizarse un evento de esta magnitud. Por el gran peso económico, social y político de la comunidad mexicana y su simpatía con las fuerzas progresistas, los políticos latinos angelinos dieron el visto bueno para la realización del evento.
Con la presencia no solo de mexicanos, sino de otras organizaciones chicanas, anglosajonas y afroamericanas que se han unido contra las políticas económicas globalizadoras que tanta pobreza han generado mundialmente, AMLO además de pronunciarse en contra de las políticas entreguistas del gobierno mexicano y de la dictadura del dinero, también emitió duras y justificadas críticas contra la política migratoria altamente discriminatoria de Obama quien corre el riesgo de pasar a la historia como uno de los presidentes estadounidenses más racistas por su cifra récord de deportados. El prometer no empobrece -diríamos por acá-, pero en un tema tan sensible como es el reconocimiento de derechos plenos a los migrantes y los repetidos e incumplidos compromisos contraídos por Obama que han sido usados como moneda de cambio electoral entre los votantes latinos ha desencantado la esperanza de una sociedad americana mas igualitaria que se tuvo en el primer mandatario afroamericano. AMLO haciendo referencia al derecho universal que tienen los migrantes al trabajo y a la vida además de ser un tema que también le corresponde a los mexicanos, hizo un llamado para que cumpla con su compromiso de llevar a cabo una reforma migratoria.
Ante el sepulcral silencio que Peña Nieto ha tenido respecto al tema migratorio en dos ocasiones que se ha entrevistado con Obama en suelo mexicano, además de la abyecta inacción de las representaciones consulares en defensa de los cientos de miles de conciudadanos que han sido deportados y los que se encuentran en los centros de detención para migrantes, las palabras de AMLO retumban fuerte y seguramente encontrarán un importante eco en la comunidad internacional, pero sobre todo con los 13 millones de mexicanos que han sido expulsados por el régimen económico imperante en los últimos 25 años y que por cierto, también les han sido soslayados sus derechos políticos al no haberse instrumentado un mecanismo justo para que sea respetado su derecho a votar y ser votado desde el exterior. Ante todo esto, hoy una voz se ha alzado, esperamos que su eco resuene en las conciencias de quienes sí se preocupan y se interesan por nuestros compatriotas en el exterior.
* Juan Carlos Loera de la Rosa es Secretario de Mexicanos en el Exterior y Política Internacional de Morena-CEN.