Algunos historiadores afirman que en ocasiones las calaveritas se elaboraban con sangre humana, pero tras la conquista y evangelización española la práctica desapareció
Regeneración, 1 de noviembre de 2016.- Las tradicionales calaveras de azúcar en las celebraciones a los muertos se remontan a la época prehispánica. Sin embargo, hay aspectos poco conocidos de estos dulces, informa El Universal.
Los pueblos indígenas fabricaban, por ejemplo craneos de barro o labrados en piedra, así como con semillas de amaranto y miel de maguey.
Historiadores afirman que en ocasiones estas figuras se elaboraban con sangre humana, pero tras la conquista y evangelización española esta práctica desapareció.
La historiadora Teresa Castelló Yturbide narra en el libro ‘Sabores de Antaño’ que las monjas del convento de San Felipe de Jesús elaboraban las calaveras con azúcar: vaciaban el dulce en moldes hechos de barro y después las decoraban con betún de clara de huevo, azúcar y colores vegetales.
Posteriormente, en el siglo XVII, los conventos empiezan la elaboración de las calaveritas en pasta de alfeñique y de azúcar.
El alfeñique es una mezcla de azúcar, clara de huevo, gotas de jugo de limón y una planta llamada chaucle o chautle (blatia campanulata). Algunos artesanos utilizan goma de tragacanto, en vez de este mucílago, semilla de nabo, semilla de amor (mora silvestre) y colores vegetales.
Se dice que el alfeñique es de origen árabe, llegó al continente americano con la conquista de los españoles. El sincretismo entre culturas dio origen a las calaveritas como las conocemos hoy.
Cada año se realiza en Toluca, Estado de México, la «Feria del Alfeñique», que permanece hasta el 2 de noviembre.
Actualmente en México pueden encontrarse calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto.
Con información de El Universal